Es lo que hay

Fermín Gassol Peco.- Siempre han existido expresiones que se han venido repitiendo de manera cotidiana como final de muchas conversaciones; frases como “la vida misma”, “que le quiten lo bailao”, “más se perdió en Cuba” y tantas otras; también hoy somos proclives a sacar a la luz palabras que a modo de colofón apostillan entrevistas y diálogos.
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Frecuente es decir hoy por ejemplo acabar una conversación con un ¡¡venga!! …que no se sabe si es un “¡ya está bien de entretenerme, corta ya!” o algo sin sentido, así sin más.

Existen sin embargo otras frases que tienen cierta carga de profundidad, que denotan estados de ánimo, actitudes mentales ante los hechos que la experiencia nos trae, realidades de la vida misma; hoy es muy frecuente acabar una conversación sobre algo que supone un conflicto o problema que no es de nuestro agrado con un encogimiento de hombros a la vez que decimos lacónicamente: “Esto es lo que hay”…

¿Qué queremos decir cuando utilizamos esta expresión? ¿Resignación, aceptación con lo que nos viene o tenemos encima, tragar a regañadientes con lo que otros deciden? La frase denota desde luego cierta impotencia, cierta complacencia involuntaria para querer justificar no poder cambiar lo que no nos gusta o con lo que no estamos de acuerdo.

La pregunta surge entre espontánea y lógica ¿Por qué? ¿Por qué en un mundo de libertades existe el sometimiento de pensamiento y de acción? ¿Por qué existen las “dictaduras en el comportamiento cotidiano social, político, económico, familiar”? De manera habitual todos nos encontramos en situaciones con las que tenemos que convivir como si fueran las más normales del mundo y que no siéndolo ni de lejos, responden al conocido y popular “ajo y agua”; nadie sabe porque las han impuesto, aunque si conocemos quienes han sido y cómo lo han hecho.

Cada uno sabrá cuáles son sus claudicaciones más o menos voluntarias, “las particulares bajadas de pantalones existenciales que tiene que soportar a diario”. “Atilas” del comportamiento familiar más tirano hacia las personas mayores por ejemplo, las normas más básicas de educación, la integridad mental y física, las verdades más profundas en aras de lo políticamente correcto;claudicaciones ante la falta de honradez y corrupción económica, ante la lógica y sentido común, ante la salud y sobre todo ante la vida.

La frase “esto es lo que hay” suena, sabe y huele a una alarmante falta de espíritu revolucionario, a un amargo consentimiento de que unos sigan pisando a los otros, a que unos pocos engallados se impongan a otros muchos acoquinados.

El mundo necesita una revolución de agua limpia, luz blanca y letras claras, una revolución en la naturaleza de la inteligencia y los sentidos, donde todo sea más nítido, donde cada día haya más hijos de la luz y menos de la noche, más oxígeno y menos humo y niebla en las mentes, más inocencia en las acciones, más bonanza en el horizonte, más verdad y menos mentira.

El sometimiento sicológico y vital a las personas no necesita de metralletas, ni bombas racimo para imponerse, basta con implantar la negación de los argumentos racionales más básicos, pisándolos con las botas de la ignorancia y suficiencia.

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3 COMENTARIOS

  1. «Esto es lo que hay» es la frase más aplastante que un ser humano pueda echarse a la cara. Es mi caballo de batalla cotidiano.

    Trabajo en un sector bastante clásico, donde el que ya ha llegado a «acomodarse» siempre tiene esa frase en la boca para los que queremos ir a más.

    Gracias a estos, los que hemos venido a quedarnos y a dar batalla, he podido salir adelante, porque no hay cosa más estúpida que un empresario con mente «esto es lo que hay». Te los meriendas como «donetes».

    Si un «carpe diem» como yo usar el «esto es lo que hay» como estandarte vital, mas me valdría tirarme por el puente de La Quintina…jejeje.

    En el ámbito de lo social «esto es lo que hay» es una frase lapidaria para aquellos que necesitan salir de donde les ha puesto esta sociedad egoísta y rastrera. Por lo tanto, NI UN PASO ATRÁS ante este planteamiento vital. Y al que no le guste, a las Bahamas.

    Por cierto, te veo muy revolucionario y…ME ENCANTA 🙂

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