De victoria en victoria hasta la derrota final. Triunfo de las minorías emergentes

Javier Fisac Seco.- Todos están convencidos de que han ganado. El PP ha perdido en torno a un cincuenta por cien de los votos, ha conseguido unos 5.500.000 votos, frente a los más de 10.000.000 de votos que consiguió en las últimas legislativas. Algo que no debería sorprender porque en Andalucía perdieron un millón de los dos millones que tenían.
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Ha perdido Madrid, se ha hundido en Valencia, ha desaparecido en Barcelona y asoma el cuello en Sevilla. La suerte del PSOE no ha mejorado sustancialmente porque tampoco es mayoría en ningún lugar relevante.

Su suerte es que el PP ha caído tanto que el PSOE parece haber subido. Un espejismo. Porque ambos están bajo el nivel del mar y en su descendente caída se dan la mano. Un consuelo. Porque, aún abrazándose, el uno arrastraría al otro en su descenso. Han fracasado las políticas económicas neoliberales. Un ejemplo para todos los europeos. Y un modelo de organización, movilización y lucha que debe ser exportado por “Podemos”.

El desplazamiento del voto del PP hacia una derecha civilizada y anticlerical, representada por Ciudadanos, y el desplazamiento del voto de la izquierda institucional, de la juventud y del feminismo hacia Podemos, marca las tendencias dinámicas de un electorado inquieto, culto y desesperado con la contrarrevolución del PP y el colaboracionismo o absentismo del PSOE. Al derechizarse el PSOE y abandonar la lucha por el Estado de bienestar identificado con el neoliberalismo, ha cavado, como el PP, su propia tumba.

El triunfo es de las minorías que han interferido en el intercambio ritual del bipartidismo. Se ha consolidado la quiebra del bipartidismo porque el bipartidismo consiste, como en Gran Bretaña, EE.UU. o Alemania, en el reparto alternativo del poder entre dos partidos. No se puede hablar de bipartidismo cuando se necesita la alianza con otras fuerzas políticas para gobernar. Fuerzas de las que el que gobierne siempre dependerá.

Las elecciones generales consolidarán estos resultados porque nadie que ha votado a los emergentes abandonará su apuesta. Por eso porque han apostado por la única posibilidad de salvación que tienen, porque es la única que existe contra las políticas neoliberales. Mientras tanto, los tradicionales seguirán perdiendo electores, por su propio esfuerzo. Sus políticas económicas y tímidas.

Las tendencias hacia la transformación ya estaban escritas en las políticas neoliberales, rechazadas por la mayoría del pueblo español. Por las clases medias, trituradas por esas políticas, y por el proletariado, asalariado y funcionarios de educación y sanidad, sometidos implacablemente a la voracidad de la privatización. Aunque no hubieran existido ni “Ciudadanos” ni “Podemos”, el sistema se hubiera desplomado porque la respuesta popular es el rechazo de la política neoliberal de destrucción del Estado de bienestar, que engendra miseria.

A esta respuesta popular contra esas políticas se ha unido la oleada emergente de los jóvenes entre 18 y 30 años, al menos, que cada año se incorporan al censo, rejuveneciendo el electorado y limitando el poder de la gerontocracia electoral. Esta oleada representa a un 25 % del electorado, unos siete millones de ciudadanos electores. Jóvenes que no pueden esperar nada de las políticas neoliberales porque, sencillamente, están condenados a formar parte de la miseria que crean, inevitablemente, el  liberalismo y sus poderosas y ciegas fuerzas del mercado.

Podemos debe incorporar a su programa, y en sus relaciones con las demás fuerzas políticas, la demanda de la mayoría de edad a los 16 años. Es necesario terminar con la gerontocracia electoral que impone una moral conservadora, unos valores del pasado y una resignación ante la adversidad  a la moral liberalizadora de la juventud.

Ocupa un lugar especial por determinante en estas elecciones el papel hegemónico del feminismo crítico y progresista en algunas candidaturas y en el protagonismo de las mujeres al movilizarse por la defensa de sus derechos en simpatía con las candidaturas feministas. Es una incorporación fundamental para frenar las políticas ideológicamente reaccionarias que la derecha clerical y franquista y del neoliberalismo.

La movilización de las mujeres en defensa y mejora de sus posiciones sociales, laborales, económicas y morales, como la defensa del derecho al aborto, son un impulso necesario para consolidar el cambio e imponer a los socialistas un giro a posiciones progresistas y anticlericales. Más mujeres en la cabecera de las candidaturas. Más mujeres feministas y progresistas. Deben tomar la iniciativa en este proceso de cambio contra la moral clerical/reaccionaria.

Finalmente, “Podemos” y “Ciudadanos” tienen las llaves en la formación de los gobiernos autonómicos y municipales. Pueden abrir y cerrar cualquier puerta. “Podemos” debe perder el miedo a establecer todo tipo de combinaciones guiado por el objetivo del bienestar social y de gobernar para los ciudadanos. Con ese criterio, que acepte cualquier combinación, aunque sea diferente en cualquier sitio. Que demuestre su potencial capacidad para ser hegemonía. Algo que no depende de la cantidad de votos sacados sino de la debilidad de las demás fuerzas políticas aunque hayan sacado más votos. Es la guía en el proceso y la dinámica en el mismo lo que valorarán los ciudadanos, si se les informa permanentemente de todo lo que se hace, por qué se hace y cómo se hace.

 

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