El peso del vacío existencial

Fermín Gassol Peco.- Comentaba tiempo atrás en otro artículo, a raíz de unas declaraciones realizadas por Ana María Matute, que inventarse la vida, tener una ilusión, era algo fundamental para permanecer vivos. Mi experiencia personal, creo que la de muchos otros, quizá también de ustedes, así lo corrobora: en épocas de crisis…la vida, los días se hacían enormemente pesados. León Daudet afirmaba a tenor de todo esto:“Es curioso que la vida cuanto más vacía es, más pesa”.
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Naturalmente que ni el controvertido escritor francés ni cualquiera de nosotros al expresar tal afirmación trata de definir un teorema físico. El vacío al que nos referimos, consiste en esa sensación que todo hombre experimenta cuando su vida trascurre ayuna de contenidos, de principios, de valores, de creencias, de motores existenciales; en definitiva, de razones para vivir. ¿Quién de nosotros no ha tenido o tiene etapas de su vida en las que cada día que amanece se convierte en un etéreo nubarrón que impide orientarse, saber dónde estás, ver lo que la mañana ofrece de novedoso?

Hay dos etapas en la vida en las que ese vacío parece querer “llenar de nada” nuestra existencia de una manera más intensa. Son la adolescencia y los años de la jubilación. En la adolescencia ese vacío pareciera querer ser ocupado con fuertes dudas e incertidumbres para el futuro, mientras que en la jubilación ese vacío pretende ser colmado aliviando el cansancio con una pasiva y tediosa relajación, permaneciendo poco expectante hacia lo que la vida todavía nos puede deparar.

Llenar la vida no consiste en colmarla de continuos momentos felices, no; llenar la vida consiste en encajarla y moldearla con la policromía que los distintos y muy diversos momentos que ella nos depara, nos ofrece y hasta nos obliga a aceptar. La vida no tiene dibujada una forma prevista en el futuro sino que es el presente el que la va conformando, dirigiendo, satisfaciendo o defraudando. Llenar la vida no significa tener la permanente sensación de felicidad sensorial. Llenar la vida es querer llenar la inteligencia y el corazón de realidades, de promesas, de sueños y de futuro.

Pesan los vacíos provocados por la indiferencia intelectual y la inactividad física, el sedentarismo y la indeterminación vital. Pesan los vacíos provocados por la ramplonería existencial, el tedio y la vulgaridad emocional. Llenan, alivian, aligeran y tonifican la existencia, las ocupaciones, las vocaciones, los cariños y entretenimientos. Llenan la vida los compromisos y esfuerzos, las ilusiones y esperanzas, las tristezas y desalientos…todo aquello que hace de nuestra vida un vibrante motor existencial en movimiento.

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3 COMENTARIOS

  1. Me ha encantado que menciones a esa mujer tan espectacular. Ella si que nos ha llenado de buenos momentos la vida a muchos.

    Qué pena que ya no esté con nosotros pegándose sus güiscazos.

    • J.a,ja,ja…yo me mantengo a base de morapio…la destilación…pasó a la historia, un saludo y gracias por tu reconocimiento a mi, (nuestra), labor.Un abrazo.

  2. La muerte no es nada; lo único que es algo es el dolor. Soportar el dolor es lo que da la verdadera talla moral de las personas, y nadie puede soportar demasiado. Y algo bastante peor que la muerte es la soledad.

    Mucha gente suele citar las palabras de Roy Batty en Blade Runner antes de morir como una buena despedida de la vida; pero yo prefiero las de Charlie, (o Mundt «el Loco») a Barton Fink en la película homónima de los Cohen, antes de encerrarse en su habitación del hotel en llamas.

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