Almodóvar del Campo: Carmela Medrán entrega su lienzo de San Juan Bautista 

Paco Acero.- Un 25 de mayo de 1975 tomaba la comunión de manos del mismísimo Pablo VI en San Pedro del Vaticano. 40 años después tenía ya lista su nueva obra pictórica en su estudio de la calle Corredera. El nexo de unión de ambos momentos no es otro que san Juan Bautista de la Concepción, nacido en Almodóvar del Campo en 1561. Carmela Medrán, que tuvo el privilegio de participar en la canonización del santo, ha ejecutado un retrato de formato medio sobre el reformador de la orden trinitaria, destinado a la capilla del taurino Centro Multifuncional ‘Las eras de Marta’.
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Allí fue destinado el retrato compañero que ya realizara a san Juan de Ávila, en un coqueto e íntimo espacio donde los matadores encomiendan su destino y buen hacer a cuantas devociones y santidades comparten la estancia con Cristo. Ahora la pareja de santos almodovareños permanecerá allí con este mismo afán, al que Carmela contribuye.

La obra en cuestión no es algo nuevo sino que ya la tenía en mente cuando ejecutara la del doctor de la Iglesia. De hecho, hasta llegó a comprar los dos lienzos a la vez porque pensaba hacer ambos de seguido, uno tras otro. Sin embargo, el reformador trinitario “se fue demorando hasta ahora que me lo encargó el alcalde para que estuviesen ambos juntos en la capilla”.

Y así fue como Medrán retomaba el proyecto meses atrás, concretamente en marzo y tras desplegar sobre su caballete ese lienzo de formato medio de 85 por 65, de las mismas dimensiones que el de san Juan de Ávila. Sobre él fue trazando en dibujo unos primeros esbozos, tomando como base la imagen que está en el altar, junto al retablo y que cada 14 de febrero sale en procesión.

Tras quince días de preciso dibujo, Carmela tomaría el relevo con los óleos y pinceles, con el fin de ir ejecutando de manera delicada las pinturas que tantos matices aportan a la obra. “Entre detalles, retoques y demás, empleé el resto del tiempo hasta estas fechas”, comenta muy satisfecha con el resultado de una labor artística que deja a entrever su carácter perfeccionista como autora. “Si algo no me gusta lo borro y no descanso hasta dejarlo como quiero”.

La cruz que sostiene el santo reformador es una de los detalles de los que más orgullosa se siente. Sobre ella Carmela ha plasmado una mirada mucho más ensimismada del ‘santo chico’ que, como reconoce, “está como más místico”.

También incorpora un tanto difuminada la luz e imagen de Jesús. “El Cristo lo hice perfecto, pero antes de secarse lo difuminé dando esa sensación de aparición que presenta el cuadro”. Una técnica de la que Medrán es ducha por la prolongada trayectoria artística que atesora.

Fruto de esta entrega y destreza, en la que siempre tiene por presente que “el Señor me ilumina”, es un cuadro muy luminoso cuyos matices cromáticos plasman con gran realidad el cielo y paisaje serrano de Almodóvar del Campo, en una suerte primaveral que a, modo de estela, da continuación al cuadro de san Juan de Ávila.

Es este contexto paisajístico almodovareño el horizonte que la pintora tiene siempre al alcance de la vista desde la privilegiada atalaya que le proporciona la altura del piso en que vive. Y se dice fiel a aquella máxima de Alfredo Palmero de Gregorio “que presumía de su pueblo como el lugar con las puestas de sol más bonita y eso es verdad”.

Con todo, Carmela Medrán, que esta misma semana ha visto ubicado su lienzo en la capilla de ‘Las Eras de Marta’ se muestra también muy feliz con el resultado de otros detalles como la ermita que el santo sostiene en la mano y con su cara, “lo he puesto más guapo con la carita más redondita” según dice esta pintora que esboza una sonrisa de complicidad cuando realiza el comentario.

“Yo al santo lo puedo plasmar de una manera u otra porque nadie lo hemos conocido en persona, pero colores y pinturas requieren de una aplicación exquisita que si no lo haces bien destrozas el cuadro”, indica la artista. No obstante, si luego de la pintura ve que está algo defectuoso corrige repintando porque “se arregla perfectamente quien sabe hacerlo y yo que llevo toda la vida pintando…”.

A Carmela le gusta encomendarse también en estos menesteres al Altísimo, “aunque hay que nacer con el don y yo debí nacer así, no di clase en ningún sitio”. Ya en el colegio, a la hora de dibujar mapas, empezó a mostrar su destrezas dice. “Siempre he dibujado, me costaba más, pero lo sacaba con paciencia”, matiza.
Por lo demás, está satisfecha con el destino que va a tener este otro santo nacido de su arte, un lugar íntimo donde a ellos los diestros se encomiendan y, por eso, “le parece ideal” y más tras comprobar el mimo con que ubicaron allí a su antecesor.

Dice que le gusta la estética y plástica taurinas y, aunque no se reconoce aficionada, sí que le gusta pintar cuadros de toros y toreros, como ese de Manolete que todos los clientes del bar ‘La Parada’ pueden disfrutar o su ‘alter ego’ que realizara también para el Club Taurino de Puertollano.

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