La cara horrenda de la vida: «Antonio B. el Ruso, ciudadano de tercera», de Ramiro Pinilla

palabrasmarginalesAntonio el Ruso fue un hombre con muy mala suerte. El hambre le empujó a robar desde muy pequeño. Conoció los malos tratos, las cárceles y los manicomios. Pero también conoció al escritor Ramiro Pinilla, meritorio prosista vasco que en este libro toma los datos que le proporcionó durante meses el propio Antonio el Ruso y de esta forma el literato creó un volumen de estremecedor realismo. La lectura de esta biografía no es para cualquiera. Las mentes impresionables pueden pasarlo mal. Porque una cosa es inventar desgracias; otra muy distinta es recordar las calamidades vividas por una persona que existió en este mundo en que unos lo pasan bien y otros no tanto. Ramiro Pinilla usa una técnica, digamos, neutra, de informe detectivesco en algunos casos. Quien nos habla no es Ramiro Pinilla, sino el propio Antonio el Ruso. Su vida es, desde luego, una novela. Comparados con él, los desdichados protagonistas de Los santos inocentes de Delibes son casi aristócratas. Las simas de la desdicha no tienen fondo, podría deducirse de estas páginas. Uno las lee sorprendido primero, y asqueado después. antonio el rusoLa vida maltrató al Ruso hasta extremos que a uno le cuesta creer que pudieran darse, incluso en la paupérrima España de la posguerra civil. La odisea del Ruso se prolonga durante décadas, y su estado, lejos de mejorar con el progreso del país, parece hundirse cada vez más en un cenagal de dolor y privaciones. Uno conoce, por boca del Ruso, las condiciones de vida en los penales hispanos de los años cuarenta; pero también asiste el lector, sorprendido, a la descripción de los inconcebibles psiquiátricos ibéricos de los años cincuenta y sesenta, lugares donde los malos tratos sustituían a unos fármacos que o no se conocían, o se despreciaban, o no se compraban por falta de medios, o simplemente se consideraban inservibles para la carne de loquero solo apta para recibir palizas. La existencia del “patio de la mierda”, que Ramiro Pinilla describe con un realismo repugnante en la parte final del libro, puede servirnos para reflexionar sobre el destino de aquellos que no tienen a qué agarrarse. Por suerte las cosas han cambiado, aunque uno a veces piense que siempre se puede volver atrás. Para los abonados a la papilla infracultural  que viven alejados de todo aquello que suene a “realidad”, sería esta lectura una lección imborrable en la memoria sobre lo que la pobreza, la incultura y el hambre pueden hacer con alguien cuando lo agarran desde muy pequeño. Esto es la vida. O una parte horrenda de ella.

Emilio Morote Esquivel
Palabras marginales

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2 COMENTARIOS

  1. Muy buen libro.

    Muy recomendable, especialmente para los que no vivimos esa época, y esa vida, para saber el lugar del que venimos, no hace mucho, que no está tan lejano como parece… y al que, como no espabilemos, vamos a volver. Ya lo estamos haciendo, de hecho.

    Y sí, me resultó duro leerlo, aunque mereció la pena. Claro que después necesite varias lecturas de papilla infracultural bien alejada de la realidad para recuperarme. 😉

  2. Picado por lo que dice Emilio, he comprado este libro, que no había leído; y por lo que llevo leído es, en efecto, impresionante. Yo diría que España ha cambiado en lo material, pero no en lo espiritual: ahora la miseria, el abuso y la brutalidad se llevan por dentro.

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