Monumental espectacular

José RiveroLo Monumental alude en primera instancia a todo aquello «relativo a un monumento u obra pública, objeto de utilidad para la historia«. Las acepciones sucesivas que nos proporciona el DRAE, dejan ver el carácter de excelencia de lo designado como tal, e incluso, y de forma muy lateral y esquinada, se asigna el adjetivo a «cosas muy grandes«. Con lo que el propio diccionario deja ver ya su carácter decadente, verificado en el uso del atributo ‘Monumental‘.

Y así desde la utilidad histórica o la excelencia de la pieza en cuestión, se pasa únicamente a señalar la obviedad de sus atributos dimensionales. Demostrando cómo en el reino de las palabras y de sus sentidos aplicados, también nos deslizamos de lo cualitativo a lo cuantitativo, perdiendo tino y acierto.

Y  así somos capaces de decir de una plaza urbana, como ejemplo, que es monumental. Y lo es, no por los atributos formales y arquitectónicos que singularicen su excelencia y su particular condición, sino solamente por sus ‘enormes dimensiones‘. Tal ocurrirá con plazas como la pekinesa de Tiananmen, o con la moscovita Plaza Roja; las denominaremos como plazas monumentales por su características físicas sobresalientes y destacadas. Cuando la reserva de tal atributo, casaría mejor con piezas como Piazza Navona o de San Pietro, Place Vendôme o la Plaza Mayor  de Salamanca.

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En tal camino obsesivo de lo Monumental como equivalente de lo Enorme o de lo Grandioso, ha contribuido la mala fama y maneras, del Libro de los record Guinness. Que más valdría haberse quedado solamente en marca cervecera afamada o en un libro poco leído y menos difundido.

GUINNESS Porque con el afán de destacar y de sobresalir no hay figura que se resista a imponer la monumentalidad de su tamaño y lo excepcional de su  esfuerzo por conseguirlo. Y por ello se baten y se conciben records anuales de todo lo que se pueda medir y pesar. De todo tipo de tonterías naturales y sobrenaturales. Desde paellas descomunales a pizzas estratosféricas, desde el salto excepcional de una pulga a la ingesta de más salchichas en el menor tiempo, como muestra de una gula desatada y de una inteligencia debilitada.

Ha sido permeada tanto la conducta social por tales atributos, que no se concibe una ‘Corrida de toros’ sin la coda de su ‘Monumentalidad’; y por ello se publicita el cartel como ‘Monumental corrida de toros’. Sin que  tal definición tenga que ver con la ‘utilidad histórica’ del evento, ni con el tamaño inusual de las reses que serán lidiadas, ni con el renombre de los lidiadores. Por ello y por esa abundancia, incluso, se decía de una mujer físicamente bien dotada, que era ‘Un monumento’ o que ella misma era ‘Monumental‘.guy-debord

Hoy la igualdad de géneros y los temores por ser señalado como ‘Machista‘ hacen que hayan caído en desuso tales aplicaciones. Igual que han caído en desuso otras designaciones de piezas y lugares como monumentales; dando a entender con ello, no sólo la ‘Imparable extinción del Patrimonio Monumental’ sino el progreso imparable de lo ‘Políticamente correcto’.

la_civ1Por ello, los atributos antiguos de lo ‘Monumental‘ han sido poseídos y usurpados por lo llamado ‘Espectacular‘. Fruto tal vez de la concepción crecientemente espectacular de nuestras sociedades, como adivinara a ver tempranamente Guy  Debord, que ya en 1967 supo adivinar lo que se avecinaba, bajo la manta de ‘La sociedad del espectáculo’, dando pie y salida a la Internacional Situacionista. Incluso, más recientemente en 2012, Mario Vagas Llosa, insistió en esa deriva  con el trabajo ‘La civilización del espectáculo‘, que corroboraba las tesis  tempranas y ejemplares de Debord.

Si con lo ‘Espectacular’ nos referíamos tradicionalmente a «los caracteres propios de un espectáculo público«, hoy por ‘Espectacular‘ pueden designarse realidades muy plurales, que no necesitan ser representadas como parte de un espectáculo público o de una función recreativa. Quedando residenciado el significado, en la acepción marginal de algo «que causa escándalo o gran extrañeza«. Incluso en la segunda acepción de la voz ‘Espectacular‘ se recoge ese sentido como lo «aparatoso y ostentoso«.

Nuevamente se ha operado el desplazamiento de lo que era susceptible de ser representado como función pública y recreo educativo, a otras características llamativas y diversas; también «aparatosas y ostentosas«. Se habla por ello, de un restaurante que resulta ser ‘Espectacular‘, por la puesta en escena de la liturgia sacramental de la ‘Nueva cocina‘, por el número de empleados desfilando con bandejas y servicios; o tal vez, por el precio exagerado de su factura, como hace Roncero en Mallorca, apretando la tarjeta de crédito hasta límites imposibles. Incluso puede hablarse impropiamente, de ‘Un paisaje espectacular’ cuando son muy otras las intenciones y propiedades de un paisaje natural sin alterar, y cuando solo se quiere designar la excelencia de las vistas hacia la formación geográfico-paisajística relicta.

Hasta se vuelven a vulnerar las barreras de lo ‘Políticamente correcto’, aunque ahora invertidas por la presión del ‘Igualitarismo de géneros’,  al relatar a un varón como un ‘Macho espectacular’. Que debe ser un viejo ‘Varon Dandy’ sin colonia de posguerra o, simplemente, un ‘Macho Alfa’ de los que desfilan en los programas de tele realidad con taparrabos de leopardo. Aunque a veces se acierta en la designación del hecho, al mencionar a una película de enorme éxito en taquilla, como  ‘Espectacular‘, por su puesta en escena o por su  efectos especiales. Aunque a veces, la espectacularidad esté reñida con la ejemplaridad cinematográfica.SOCIEDADESPECTACULO

Lo común, pese a todo, es la designación impropia de ver espectáculos, donde sólo hay cotidianeidad y hechos consuetudinarios. Fruto todo ello de la tendencia obsesiva (al igual que el Guinness citado antes en celebrar tamaños XXXL) de espectacularizar todo en la vida. De todo ello dan cuenta tanto las redes sociales, con sus selfies obsesivos, como los programas de concursos y famosos. En suma, todo el universo de sensaciones e imágenes que componen el menú ‘Espectacular’ de la llamada ‘telebasura‘.

Periferia sentimental
José Rivero

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3 COMENTARIOS

  1. «Anque» todos nos drogamos con falseína, solo hay que ver ese azul prendido con alfileres que llaman cielo en Ciudad Real, donde esas agujas son antenas de telemierda; en Madrid es peor: hay un monumento a la jeringuilla que llaman el Pirulí.

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