Las cosas que pasan. Hasta un coloso de las letras como era Umbral cayó en la tentación de conseguir un premio literario. Él mismo decía que los premios son buenos o malos dependiendo de la cojonera donde caigan. Pues mire usted por dónde, con esta novela consiguió uno para su propia cojonera.
Y unos cuantos quilitos nunca vienen mal. Sobre todo en este país donde los hombres de letras vegetan en cuartos oscuros en los que pergeñan ilustres mamotretos que luego serán firmados por políticos de postín, banqueros de muchas campanillas y periodistas de esos que salen en la televisión. Francisco Umbral no pertenecía a ninguna de esas calañas. Pero claro, un dulce no le amarga a nadie, y cuando vio la ocasión de ganar el Fernando Lara, es de suponer que a nuestro hombre le saldrían bien las cuentas. 
Para ello, no tenía que esforzarse mucho, visto cómo está el patio y cómo andan nuestros plumillas en cuanto a destreza, oficio y puntería verbal. Los novelistas españoles de los últimos años (esa plaga) no es que sean para tirar cohetes, y los que se alzan con galardones, menos; por lo que Umbral entregó a la editorial unos cuantos folios (no muchos, no se vayan a creer) que ambientó, una vez más, en la España de la posguerra, esa España de su infancia que él recordaba tan bien aun pasados los decenios. Creó así un antihéroe que no es que se encuentre entre sus mayores hallazgos, pero bueno. Uno pasa el rato leyendo sin tener que esforzarse mucho esta historia de descuideros, estafadores y asesinos perseguidos por la policía franquista. Una obra menor para Umbral, pero en todo caso una buena novela, pues este hombre no podía escribir algo mediocre ni aunque se lo propusiera. Era así de excelente el maromo.
Emilio Morote Esquivel
Palabras marginales
—
Descargue gratis una novela del autor de estos artículos: ¡Si es usted de Ciudad Real le va a resultar un tanto familiar!
https://d01.megashares.com/index.php?d01=18JjXA0
Creo que también le concedieron el Nadal por Las ninfas, allá por el 77.