El Hospital de Manzanares advierte del impacto sobre la salud que puede tener el síndrome de apnea del sueño

La prevalencia del síndrome de apneas-hipoapneas del sueño (SAHS) va en aumento a causa del incremento de la obesidad en la población. Es una patología “infradiagnosticada” que afectaría al 10-20% de la población y “que se está convirtiendo en un problema con un impacto sobre la salud al nivel de la diabetes o el tabaquismo, en torno al que no existe todavía la sensibilización suficiente al respecto”.

Así se refiere el neumólogo del Hospital Virgen de Altagracia de Manzanares (Ciudad Real), David Alfaro, al síndrome de apnea del sueño, patología que centró la conferencia que recientemente impartió al resto de profesionales sanitarios en este centro del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM).

Los enfermos que la sufren presentan paradas en la respiración por un colapso mecánico de la vía aérea superior, prolongado durante varios segundos, de forma repetitiva y numerosa a lo largo de las horas que pasa durmiendo. Esto causa al paciente descensos puntuales en la cantidad de oxígeno de la sangre, pequeños despertares y esfuerzos por continuar respirando, aunque no llegue a ser consciente de ello.
Según el doctor Alfaro, “aunque hoy por hoy va siendo un trastorno relativamente conocido, realmente a pie de calle no hay una gran divulgación del impacto que este trastorno tiene sobre la salud”. Es frecuente que el enfermo consulte por la preocupación de que lo hayan observado cuando dormía quedarse sin respiración durante más de 20 o 30 segundos, o incluso por despertarse por asfixia, “pero rara vez demuestran que tengan conocimiento de cómo les afecta a otras patologías que ya padecen”.

Más allá de los síntomas habituales a corto plazo, es una patología que aumenta el riesgo de sufrir otras tan severas como ictus o problemas cardiovasculares, aparte de complicar otras como la hipertensión arterial, la diabetes, la EPOC o la hipertensión pulmonar, explica el neumólogo del Hospital de Manzanares.

En cuanto a las personas que son más propensas a padecer este síndrome, el doctor Alfaro señala que típicamente se observa en roncadores con un perfil concreto, como obesos con cuello corto y personas con mentón de pequeño tamaño. Sin embargo, la aparición de este trastorno suele tener una raíz multifactorial, influyendo los hábitos de sueño, la postura al dormir, tabaco, alcohol, etc.

Somnolencia diurna

El neumólogo informa de que las manifestaciones más concretas en las que se reconoce esta enfermedad en un roncador es que nota principalmente un exceso de somnolencia diurna, con una sensación de un pobre descanso nocturno. Esto le repercute en varios aspectos cotidianos como una dificultad para mantener la concentración, cambios en el carácter y notar sueño en situaciones inapropiadas, “hasta el extremo de poder suponer un peligro en la conducción de un vehículo”, advierte el especialista.

En cuanto al tratamiento, David Alfaro señala que se requiere un abordaje a varios niveles, sobre la obesidad, hábitos del sueño, etc. Pero además se cuenta con un recurso para corregir los colapsos de la vía aérea que es la ventilación continua con presión positiva (CPAP). Esto se realiza mediante un dispositivo de ventilación diseñado para uso domiciliario consistente en una turbina que genera aire que, transmitida al paciente por una tubuladura y mascarilla, crea una presión en la vía aérea que impide la aparición de apneas.

“Es un tratamiento muy eficaz, que da resultados independientemente de la severidad del trastorno, y cuyos efectos se notan desde el principio. Tiene la desventaja de que esta respuesta solo dura mientras el enfermo use el dispositivo, y por tanto requiere una importante implicación y disciplina por su parte”, en palabras del neumólogo del Virgen de Altagracia. En cualquier caso, su seguimiento suele ser estrecho por las unidades de Neumología.

Se han intentado desarrollar otras medidas terapéuticas como sistemas de dilatación de la vía aérea, mecanismos de tracción mandibular y procedimientos quirúrgicos, “pero su efectividad ha resultado variable, y generalmente limitada a casos concretos y de baja severidad”, concluye el doctor.

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