Todo proceso electoral concluido, como el reciente del 20-D-2015, no es sino un código alfanumérico de lectura dual.
Código alfanumérico cifrado o sin cifrar según los analistas y los expertos profesionales de los partidos en lid, en litigio y en vigilia.
Código alfanumérico, compuesto por una serie de letras de las siglas partidarias que han concursado; y de los números obtenidos, que reflejan los votos capturados por cada grupo de letras.
Y esos números, no siempre mágicos, dan lugar a otros números maquiavélicos que posibilitan un escaño, un sillón o un acomodo parlamentario.
Acta de diputado, dicen con solemnidad de ceremonial, a ese asiento y a ese cociente reductor de votos entre escaños.
Como si se certificase una operación intangible. E invisible.
Aunque no siempre haya una relación directa entre los votos y los escaños y sus divisiones sucesivas.
Por lo que los números producen extravíos. Y recuentos sorprendentes.
Esos extravíos y recuentos sorprendentes, dicen que es culpa de la Ley Electoral y de la perfidia del sistema de reparto del señor Hont.
También esos extravíos y recuentos sorprendentes, dicen que son causa de las circunscripciones electorales. Que ya se sabe que son las vapuleadas provincias.
Y así y por ello, hay partidos sobre-representados. Esto es que obtienen más escaños de lo que acreditan sus saldos electorales.
De igual forma y por pura simetría alfanumérica, que hay partidos infra-representados. Esto es que obtienen menos escaños de lo que acreditan sus saldos electorales.
Incluso en ese Parlamento Virtual y Paralelo, aparecen los desaparecidos y se fortalecen los débiles. Y se debilitan los fuertes.
En una demostración de muchas cosas anticipadas.
Cosas anticipadas, sobre la fugacidad de la vida, sobre lo voluble de los deseos de los votantes y sobre lo efímero de algunos nombres y apellidos.
Que fueron piedra y laurel y hoy son alma de papelera desportillada.
Todo proceso electoral concluido, como el reciente del 20-D-2015, no es sino un código alfanumérico de lectura dual, o incluso más.
Y de interpretación sesgada y difícil.
Y es que, finalmente de todo y en todo, hay dos tiempos. El tiempo acelerado de antes, y el pausado de después.
Lo difícil es hacerlos coincidir.
Que es tanto como unir lo Viejo con lo Nuevo, lo Antiguo con lo Moderno, lo Quieto con lo Movedizo.
‘Eppur se mouve’.
José Rivero
Divagario
Si la sobrerrepresentación se midiera por el intelecto, a Ciudadanos le sobran 30 diputados, como ejemplo la diputada por Sevilla ,quien ,en un ataque de nerviosismo ( tontería más bien) no supo pedir el voto para su formación. Eso pasa por ir a buscar candidatos a los concursos de belleza y juventud y por querer aprovecharse a toda costa del tirón mediático y amor a la novedad de los votantes. Qué pensará Madina , que se ha quedado fuera del Congreso, de que su jefe y anterior competidor, Pedro Sánchez, por ir al caladero de tránsfugas, imitando a sus barones en otro tiempo, haya encumbrado a las advenedizas diputadas Zaida Cantero e Irene Lozano.
De los excluidos con ‘cabeza’ hay muchos. Así Fernando Savater y Andrés Trapiello, ambos por UPyD. Incluso Javier Maroto es de lo más pasable del PP. Pero eso es una constante que viene por lo menos desde el viejo PSP de 1977. De cuando Tierno hablaba del voto de calidad.
La lista de damnificados es y ha sido siempre muy larga, Savater y Trapiello, por supuesto, y antes, en la asamblea de Madrid, el gran poeta Luis G. Montero. En cuanto a Maroto, mejor fuera , retorcido y mala gente, como Casado. Pero insisto, si los partidos no hacen exámenes de ingreso la culpa la tienen los votantes que se fían de gente como Rivera y sus acólitos por su cara bonita.