Puertollano: El color como terapia de vida en la exposición de Pilar Guijarro

El arte de sobrevivir es la propuesta pictórica de Pilar Guijarro, que por primera vez se presenta ante el público de Puertollano en una exposición en la planta baja del Museo Municipal de Puertollano, en la que se hace un recorrido de su particular forma de ver la vida, de sus ganas de sentirla y compartirla con los demás.
guijarro
Pilar Guijarro, natural de Madrid y residente en Puertollano desde hace 27 años “por amor” y profesora de inglés del Instituto Galileo Galilei, se considera como autodidacta y se ha formado en el taller de uno de los “maestros” puertollanenses, Jesús Cortés.
Con un pincel empezó a soñar

A los once años sobre una tablilla de madera prensada y con dos únicos pinceles, uno fino y otro gordo, pintó su primer cuadro y desde entonces ha observado el mundo que le rodea.
Para Pilar es una pasión, «de salir de la monotonía y vivir una realidad distinta a la que vivo. La lectura de libros, la admiración de imágenes, películas, melodías, viajes, fotografías, exposiciones, así como las propias vivencias, tanto positivas como negativas, de mi existencia, me han incitado a plasmar en mis lienzos un conjunto de sentimientos y emociones que de alguna manera me han ayudado a volar, a vivir y en algunas ocasiones a sobrevivir».

El color de la vida

“El arte de sobrevivir” está lleno de color que en Pilar Guijarro es sinónimo de vida, que a través de cuarenta y dos cuadros hace un recorrido vital, desde el nacimiento que refleja en un bebé al punto y seguido con “Trascender”.

Tiene claro que la vida no puede acabar de forma tan rotunda con la muerte, que tiene que haber mucho más. “Somos seres espirituales que tenemos una experiencia humana y no tengo miedo a morir porque detrás habrá algo maravilloso”.

Nunca ha necesitado pintar para vender, lo ha hecho por mero placer por autoterapia que le han ayudado a superar muchas cosas, incluso el miedo inicial a enfrentarse ante un lienzo vacío.

Una exposición que ha supuesto un reto personal, “un desafío a mí misma, supone emprender un trabajo que me libere de mis miedos, prejuicios, ansiedades, aprobaciones y desaprobaciones interiores y exteriores, y al mismo tiempo, sé que supone un enorme privilegio. El cuadro y la persona van juntos, han pasado juntos muchas horas de intimidad y complicidad, de conversación muda. Por eso todo este tiempo deja huella no solo en el lienzo, sino también en el pintor”.

Una exposición para la reflexión

Una exposición para ver su forma de entender el arte, pero también de reflexionar con los mensajes que traslada al espectador que se encuentra ante cada uno de sus lienzos y de sentir el olor del perfume de las flores que llenan la planta baja del Museo.

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