Antonio Algora, un pastor con olor a oveja

Fermín Gassol Peco.- La primera vez que tuve ocasión de hablar con D. Antonio fue a las pocas semanas de su toma de posesión como Obispo de Ciudad Realy respondió aun motivo profesional. Al final de la extensa entrevista, mientras bajaba las escaleras del obispado, saqué dos conclusiones.

fermingassolLa primera,que me había encontrado con un hombre de talante muy vanguardista y un estilo personal sumamente práctico y pragmático, una persona que manejaba los balances y los conceptos actuales de economía social de una manera fluida; un obispo plenamente identificado con nuestro tiempo que hablaba el lenguaje del mundo de hoy. Me demostró que sabía muy bien de qué iban las cosas. Conocí a un pastor de la Iglesia comprometido con los que menos tienen, pero a su vez pastor de todos. Un obispo sin complejos ni pelos en la lengua pero a la vez con expresión sencilla, la verdad sin celofanes al servicio del Evangelio.

La segunda impresión fue de índole mucho más personal e íntima: la satisfacción de haberme sentido acogido y escuchado como hasta ahora nadie lo había hecho, una actitud receptora tan humilde que cualquier atisbo de altanería sucumbía ante la sencillez de su trato; su capacidad de escucha me resultó impresionante.

Durante estos últimos años mi relación con D. Antonio ha sido más frecuente y su figura se ha hecho para mí más cercana y exacta. Y puedo decir sin temor a equivocarme ni tampoco exagerar, que nuestro obispo ha seguido siendo un hombre plenamente identificado e involucrado con los problemas de nuestra sociedad y un profundo conocedor de todo lo que ha acontecido en cada uno de los pueblos de esta compleja Diócesis que es una de las tres mayores en extensión de España.

Un pastor entregado a tiempo completo en cuerpo y alma al servicio del Pueblo de Dios y todos los hombres de buena voluntad que han buscado la verdad más profunda de su existencia. Y también, por qué no decirlo, portador de una fortaleza física envidiable. Su aspecto siempre ha sido el de un hombre dinámico y joven y si no… que se lo pregunten a sus compañeros de peregrinación a Santiago de Compostela.

D. Antonio ha estado al frente de nuestra diócesis durante trece años. Si alguna característica puede resumir su frenética actividad pastoral, ha realizado durante su mandato dos visitas pastorales a cada una de las ciento sesenta y cuatro parroquias de la diócesis, es la de que con los ojos cerrados sería capaz de llegar a cualquier punto de la diócesis. Y no solamente por la frecuencia en hacerlo, sino por haberse impregnado del olor de sus ovejas, conociendo a cada una por su nombre.

El Papa Francisco ha aceptado su renuncia presentada por motivos de edad como es preceptivo al haber cumplido el pasado dos de octubre los setenta y cinco años. Se marcha un obispo “joven”, en plenas facultades, con su zurrón episcopal lleno trabajo y dedicación. Nada más y nada menos.

Muchas gracias D.Antonio. Su testimonio de humildad, sencillez, escucha y cercanía han supuesto para nuestra Diócesis un gran regalo del Señor.

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