A la hora exacta de este mismo momento

Manuel Valero.- A veces se tiene la sensación, al menos a mi me pasa ante los informativos televisivos, de haber superado las dosis precisas para interpretar correctamente la realidad con la consiguiente distorsión de esa misma realidad y de las personas y las cosas que contiene.
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Y entonces el vértigo de una descomunal jarana, una inacabable verbena de barrio, una pasarela sin fin de vanidades aún más infinitas, una merienda de hombres de color por ser más insoportablemente correcto (que este es otro ingrediente a añadir al zoco mandioco), el vértigo, digo, se apodera de uno hasta el doloroso pellizco que nos salva de la pesadilla. En vano, ya que no hay ni pellizco ni dolor y pesadilla… bueno, según se mire, pues cada día sale el sol naciente por su sitio de nación, asi se suman los días desgobernados. Pudiera ser que a lo mejor, lo mejor es no menearlo si resulta que somos capaces de una autogestión cotidiana, caliente y orgánica que hace más inútiles aún de lo que han demostrado a la pandilla de espureos con su incapacidad para ponerse de acuerdo sin arrimar a su sardina clichés de pura sepia, vieja o nueva. A uno, que tiene un brote nihil crónico que se agrava con los años, le divierte experimentar que podemos vivir sin gobierno, felizmente desgobernados, como diría el poeta, por mucha Diputación que valga, a la Permanente me refiero.

A la hora exacta de este mismo momento tenemos: un país cuyos parlamentarios tienen que devolver la palabra al pueblo para que corrija el tiro, (con perdón), con la posibilidad de que el pueblo, del que dicen que es sabio, lo corrija de verdad, en uno u otro sentido… o reincida en el error de calcar proporciones gordianas, acabando con el mítico mito de la infalible sabiduría popular, pues de necios es tropezar dos veces en el mismo chinato. Puestos muy exquisitos democráticamente hablando, que es lo mejor que le puede pasar a un demócrata, demostrar exquisiteces en los modos (y coherencia, mucha coherencia, en los fondos altos medianos y bajos), lo ideal sería que no repitiese ninguno de los 350 electos por incapaces, que devolvieran en concepto de indemnización al contribuyente, el dinero cobrado hasta el último céntimo, por no hacer los deberes, y por dejar a las claras la hipocresía del cansino mantreo de que el pueblo, ah el pueblo, no quiere mayorías absolutas, por eso votó lo que votó, cuando de todos es sabido, claro, que es con el mayor de los absolutismos, con el que sueñan desde Rajoy a Garzon, desde Sánchez a Iglesias y desde uno a otro confín. Mienten y lo saben.

Luego está el eterno rosario de pájaros de cuenta de la corrupción contado al minutado, estratégicamente, con el más difícil todavía de un sindicato Manoschurretes que apuntaba a la infanta de aquella manera con el consiguiente bucle de inocencia sobrevenida a la borbona laxa con los asuntos de los dineros tontos.

Un cenagero que ya empieza a cansar, a aburrir, porque nunca pasa nada. De haber estado en el XIX o tal vez en la primera mitad del XX o tal vez la segunda, hubiéramos hecho la revolución, aunque hubiéramos acabado devorándonos, comm,il faut, pero ahora ya es demasiado tarde. Lo desolador de todo es que mires para donde mires sólo ves tuertos, como decía el filósofo, porque el voyeur también es ojierrático.

Y ahí están Los Papeles de Panamá, que dan título a la novela de perversión moral global pero que no descubren más que lo que ya se sabe y se sabía: que quien mucho tiene mucho oculta, desde los tiempos de Roma hasta la misma finitud de los tiempos. Queda el morbo por saber qué nombres se van sumando a la lista de evasores silentes, actores y directores algunos de la Gran Evasión. Algunos nombres muy magros y cercanos, dice el rumor digital. Hoy podemos leer negro sobre blanco los nombres de quienes ayer sospechabamos a ciencia cierta que decían una cosa por la boca socialdemócrata y hacían otra con la mano capitalista.

Y para concluir, la vomitivamente agotadora historia de un Aeropuerto tuerto, al que el nombre cervantino de Duelos y Quebrantos, le hubiera ido al ala, que acabará, si acaba, de la manera bufa con la que empezó y con el mismo desfile de nombres en bucle repetidos hasta el tedio una y otra vez, como si la ola de puritanismo que nos invade no fuera capaz de meter el hocico en esa cosa a la que peregrinaban diariamente autobuses fantasmas, que arruinó una Caja, e hizo desfilar a una procesión de ilustres prohombres.

Lo dicho. Uno en su solaz descrédito anda releyendo estos días Ensayo sobre la lucidez de José Saramago y midiendo la intensidad de las cosas menudas de todos los días en compañía de la buena gente que conforma sus círculos vitales. En realidad, es lo único que vale la pena.

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6 COMENTARIOS

  1. La Caverna también describe muchos de los episodios que nos están pasando.
    Ya sabes…no cambiaremos de vida, si no cambiamos la vida…

    La cuestión es…si vamos a votar para que todo siga igual ¿Qué sentido tiene hacer nuevas elecciones?

    • ¿Quién tiene que pagar por esto Podemos, PSOE, PP, Ciudadanos, IU? Porque alguien tendrá que pagar los platos rotos…o sea, el coste que está teniendo para el país no tener rumbo económico.

  2. Para mí lo positivo de este tiempo de «desgobierno» (coincido en la mayoría de edad del Estado de no desmoronarse ante la ausencia de la dirección política), es que los españoles podemos asistir como espectadores y no como actores, tomando distancia, sobre el espectáculo de vanidades, mezquindades y rufiandades de los que aspiran a gobernarnos.

    Ahora lo que nos espera hasta las nuevas elecciones, será un bombardeo medido y calculado de noticias que procuren que los españoles reaccionen con las tripas y no con las neuronas su voto o su no voto.

    Creo que el español, políticamente ha perdido la ingenuidad y no tiene por qué preocuparse en exceso del desgobierno. Terremoto por ello no sufrimos.

    Reitero, por ello no sufrimos.

  3. Habemus tecnocracia y no lo lamento. La tecnocracia es la que juzga y liquida, y obtiene resultados efectivos porque se limita al cumplimiento de las leyes, que es lo que necesitamos.

    Controlar el gasto (estabilidad presupuestaria), pagar lo que debemos en Deuda Publica, y procesar/condenar a los corruptos. Ejecutar el presupuesto.

    ¡¡¡ Es que no se puede hacer mucho más!!!! Ni tampoco se debe.

    Digo yo.

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