Nosotros ya somos Historia

Fermin Gassol Peco.- “Puede decirse que el grito de la Historia nace con nosotros y que es uno de nuestros dones más importantes. En este sentido somos históricos todos los hombres”. Thomas Carlyle. Pasa la vida, decimos con frecuencia en un alarde de optimismo existencial cuando en el fondo todos sabemos que no es así, que en realidad quienes pasamos somos nosotros.
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La vida permanece siempre como realidad latente, esperando anidar en algún ser para animarlo; algo tremendamente importante que da alma y sentido a la realidad; la vida no es “algo” o “alguien” que preexiste cual entelequia que se mantiene por sí misma, sino que es una realidad que toma cuerpo en cada uno de nosotros y a la que dotamos de aire nuevo cada día que amanece.

El tiempo, la vida no son nada si no están identificados e incrustados en los seres animados, en las personas. Nosotros somos quienes llenamos de identidad a la vida y al tiempo. La vida y el tiempo así entrelazados conforman nuestra historia, nuestras historias y la Historia. Por eso nuestras identidades siempre coinciden con nuestras historias y por ende con la Historia.

Podríamos decir que la vida es la que nos identifica de una manera completa pues sin ella nada somos. Tanto la vida como la muerte son las dos únicas realidades que nos igualan de una manera universal, la vida es nuestro único A.D.N. Las demás realidades son tan diversas como apellidos llevamos.

Al nacer, los humanos comenzamos nuestra existencia llamando a las puertas de la gran Historia que ya existe. Nuestra historia queda así identificada y confundida con esa Historia y viceversa; nuestro tiempo ya no es solamente un tiempo individual sino que se convierte en una dimensión social coincidente con el tiempo de los demás y también con algo que lleva sucediendo desde hace mucho tiempo y con el que aún está por acontecer.

Quizá se pregunten porqué dedico unas líneas a reflexionar sobre este trenzado entre historia personal, existencia, tiempo, vida e Historia… Todo se debe a una coincidencia; mientras leía la noticia de que la Universidad de Harvard está estudiando el caso de la centenaria Emma Morano, nacida en el siglo XIX, mi hija me comentaba que tenía un examen de Historia; al preguntarle sobre qué periodo comprendía dijo para mi sorpresa que sobre la Historia de la transición democrática española. Una historia reciente de la que muchos hemos sido espectadores o protagonistas y de la que por tanto formamos parte. Sin embargo, los jóvenes y la misma Universidad la considera ya tan suficientemente lejana como para ser digna de estudio.

Curiosa la paradoja: El siglo XIX continúa vivo aún en la persona de Emma; cuando ella desaparezca la historia de esos cien años acabará y será el momento en que esta página quedará definitivamente cerrada. Sin embargo y al mismo tiempo, personas con cincuenta años menos ya formamos parte de la Historia, de una Historia que se estudia en las Universidades. Nosotros hemos entrado en ella… mientras el siglo XIX… aún permanece inacabado.

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