La Mancha, una broma de Cervantes

Luis Mario Sobrino Simal.- El escritor Julio Llamazares señaló que si Cervantes escogió La Mancha para las andanzas de Don Quijote fue «una broma». Se trata de una obra de humor, de una parodia, y el autor escogió un escenario antagónico a los idílicos paisajes de las novelas de caballería. También se ha referido a la imprecisión y la indefinición en los viajes del hidalgo, ya que apenas se sitúa un puñado de pueblos en las páginas del Quijote, por lo que todas aquellas atribuciones que se hacen en determinados lugares sobre el paso del caballero de La Mancha son falsas, ha remarcado.
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El Museo del Quijote acogió en la tarde de ayer un encuentro con el periodista y escritor Julio Llamazares, en el que ha presentado su libro “El viaje de Don Quijote”, un libro de viajes «puro y duro». El autor ha explicado que en esta obra ha buscado «el pálpito de la vida y contrastar la España de Cervantes, la de Azorín y la de la actualidad; contar lo que ha cambiado y lo que permanece igual después de cuatrocientos años». El país, ha comentado, ha cambiado más a nivel paisajístico y en comunicaciones durante el siglo desde Azorín hasta la actualidad que en los tres de Cervantes a Azorín.

Llamazares ha afirmado que es absurdo tratar de seguir los pasos del Quijote. Si Cervantes hubiera querido, habría precisado más en sus páginas. Salvo El Toboso, Puerto Lápice, las Lagunas de Ruidera, Miguelturra, Caracuel y algún otro, no cita ningún pueblo más, apunta el escritor. Cervantes, añade, juega con el lector desde la primera frase, busca la imprecisión y la indefinición. «La novela es de humor, una parodia. Cervantes situó el Quijote en La Macha como broma. Hace el juego de Lepe en los chistes. Las novelas de caballerías se desarrollaban en lugares idílicos, con castillos con hiedras y princesas rubias». Cervantes, ha explicado el escritor, busca lo antagónico, como era La Mancha, aunque también tierras que conocía sobradamente.julio-llamazares-1
Como hiciera Azorín a comienzos del siglo XX, en estas páginas Julio Llamazares recrea uno de los grandes viajes de la ficción: el de don Quijote por la geografía española. La ruta literaria se inicia en Madrid, llega hasta Sierra Morena, se detiene en La Mancha y Zaragoza, y concluye en la playa de Barcelona, donde el caballero andante se enfrentó al de la Blanca Luna.

Pertrechado con cuadernos, libros y lápices, el autor recorre una ruta que le revela unos contrastes no por sabidos menos prodigiosos: las hamburgueserías comparten espacio con antiguas ventas, aparecen nuevos tipos humanos y la geografía se presenta en algunos puntos idéntica a la que vería el hidalgo manchego, pero en otros radicalmente transformada.

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