Tristeza ante el Brexit

Centro de Información Europe Direct Ciudad Real.- Esos días estamos siendo testigos de un hecho histórico, un hecho sin precedentes, como es el abandono de la Unión Europea por parte de uno de sus Estados miembros, un Estado además que ha jugado un papel fundamental, cualitativa y cuantitativa, en el conjunto de la Unión.
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Las islas británicas han aportado mucho a la cultura en general y a la cultura occidental en particular, la “insularidad” nunca ha sido total y determinante, y por eso no es de extrañar que en la Gran Bretaña de posguerra, al igual que en el resto de Europa, surgieran voces en pos de la unidad y la paz entre europeos. El premier británico Winston Churchill apeló, tras la derrota del nazismo, a la necesidad de “recrear la gran familia europea” dotándola de “una estructura bajo la cual pueda vivir en paz, seguridad y libertad ( ) una especie de Estados Unidos de Europa”, y de hecho, este político es considerado hoy como uno de los “Padres Fundadores de Europa”.

Los deseos de Churchill datan de 1946, sin embargo, el Reino Unido no estuvo entre los fundadores de la entonces Comunidad Europea, y posteriormente sus intentos de adhesión chocarían varias veces con el veto francés. El general y presidente de Francia, Charles De Gaulle, también considerado como otro de los Padres de Europa, se oponía enérgicamente al ingreso de un país al que acusaba de falta de compromiso con la unión, y al que se veía más ligado cultural e históricamente con su antiguo imperio (los países de la Commonwealth) y Estados Unidos que con el resto de Europa, y quizá fuera cierto, pero eso no era excusa, todas las naciones europeas occidentales mantienen relaciones post-coloniales con países de otras regiones del globo. Finalmente, el Reino Unido, junto a Irlanda y Dinamarca, ingresa en la entonces Comunidad Económica Europea en 1973, lo cual se ve refrendado por su ciudadanía dos años más tarde con la celebración de un referéndum en el que el “Sí” vence con casi el 70% de los votos al euroescepticismo, al margen de las diferencias y semejanzas entre este referéndum y el que se acaba de celebrar – y que serían motivo para otro interesante análisis de opinión – no podemos acusar al gobierno británico de prescindir de métodos democráticos a la hora de tomar decisiones, pero esto no implica que no exista desolación ante los resultados obtenidos.

El Brexit es una triste noticia, y en ello coincidimos con las palabras del presidente Juncker cuando recientemente ha afirmado que puede que los sentimientos no pertenezcan a la vida política – o al menos así nos lo quieren hacer creer – pero que los políticos, esos hombres y mujeres dedicados a representar, trabajar y hablar por la ciudadanía, no son máquinas, no son robots, sino seres humanos, y si existe un proyecto en el viejo continente que ha despertado sentimientos, y sobre todo entusiasmo, ese ha sido el de volver a alcanzar la concordia entre sus pueblos, evitar que se recurra al enfrentamiento armado como forma de resolución de conflictos, reforzar los lazos de solidaridad entre ciudadanos y ciudadanas, y en definitiva, crear una Unión Europea.

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