El eco de «la rabia y la impotencia» de una ciudadrealeña en el infierno de Katsikas

Eusebio Gª del Castillo Jerez.-  La actriz ciudadrealeña Teresa Donaire partió a finales del mes de junio, con el apoyo del colectivo Maternando Ciudad Real, en dirección al campamento de refugiados de Katsikas, situado en la localidad homónima y a escasos kilómetros de la ciudad de Ioánina, junto al lago Pamvótida.

El campo acoge en la actualidad a unas setecientas personas, después de que más de doscientos kurdos yazidíes, una comunidad religiosa minoritaria, fueran trasladados a un albergue tras ser amenazados por simpatizantes de Daesh. Allí permanecen a la espera de ser reubicados.

Teresa Donaire relata que los militares entregan comida en el campamento tres veces al día, «muy básica pero aceptable». Las ong que trabajan en Katsikas, tres españolas y una sueca, además de Acnur y Oxfam, ofrecen un complemento alimenticio para niños (fruta por la mañana y verdura por la tarde), se encargan de gestionar el colegio, la guardería, el baby hammam (tienda par el aseo de los bebés y niños pequeños), y de realizar diferentes actividades lúdicas.

Estas organizaciones humanitarias se encargan también de tareas relacionadas con el mantenimiento del campo y la logística. Entre otras, de la  limpieza, de proveer de sombra, mantener una higiene básica, el cuidado del material o la gestión de la entrada de mercancías y donaciones y su organización en un almacén.  «Sin las ong esto sería más desastre aún, el ejército pasa completamente del bienestar de los refugiados», advierte. Las tiendas donde se cobijan los moradores de Katsikas son «muy básicas» y hace «muchísimo calor» en ellas. Recientemente se ha conseguido hacerles llegar electricidad y se están repartiendo ventiladores para hacer más llevadero el tórrido verano griego, explica esta voluntaria ciudadrealeña.

«Es muy triste ver a chavales y adolescentes encerrados sin nada que hacer; algunos con grandes motivaciones, pero sin futuro. Son generaciones pérdidas», lamenta Teresa Donaire. Comenta que en Katsikas ha conocido historias muy duras, «auténticos dramas de película». Aun así, destaca que estas personas marcadas por el infortunio «rebosan de generosidad». «Están comiendo en el suelo con sus ropas y cuatro cosas en bolsas y no dudan en ofrecerte la mitad de su comida, té o lo que haga falta».

Estos seres humanos, que huyendo de la guerra han dado con sus huesos en Katsikas, «están muy faltos de cariño y comprensión». Los niños se pasan el día bajo el sol, entre alambres, hierros y piedras. «Su única diversión -cuenta la actriz ciudadrealeña- es plantarse bajo un grifo y mojarse. Fácilmente surge la violencia entre ellos y se lían a pedradas. No es de extrañar, pues es lo han vivido en su corta existencia», opina.

Donaire reconoce que en el día a día en el campamento se enfrenta a sentimientos encontrados. «Cuando estoy activa, con trabajo físico en el almacén, atendiendo a la mamis con sus bebés en el baby hammam, o impartiendo las clases de teatro a niños y mujeres, todo fluye con fuerza y energía. Pero cuando paro, observo, comparto la intimidad de las familias o escruto sus miradas surge la rabia y la impotencia. Se te clava en la garganta como una espina. Ojalá algún dirigente pasara a una tienda y viera que son familias como nosotros… son el rostro humano de la vergüenza de Europa».