Un centenario de la Pandorga que se escapa

Este año se ha conmemorado el treinta aniversario de la declaración de la Pandorga como fiesta de interés turístico regional; marchamo de relumbrón que se ha celebrado con una programación especial. Una cuestión de estética institucional que no atañe a la esencia de la fiesta, se entiende, como pudiera hacerlo la ligazón del fervor religioso y el folclore manchego. En ese sentido se cumplen cien años, aunque el hecho haya pasado inadvertido, desde que el canónigo-mayordomo Alfonso Pedrero reavivara con danzas y cantos una tradición que languidecía, subsistiendo a golpe de fe, según la prensa de antaño.

aquella-prensaEl 31 de julio de 1915, El Pueblo Manchego recogía la añoranza por las típicas danzas manchegas que se celebraban con la Pandorga. «Allí se revelaba este arte manchego que sin tener vanas pretensiones es hermoso, sincero, castizo, noble, que simboliza su alma y con ella a su pueblo. Y todo esto ocurría ayer. Hoy no hay Pandorga. Solo queda la costumbre de visitar la Virgen, y es porque lo último que pierde un pueblo es el sentimiento religioso». El vetusto diario no encontraba explicación a la desaparición de esta costumbre «tan manchega y tan regional», por lo que apelaba a los amantes de la viejas tradiciones para que trataran de recuperarla.

El ruego no cayó en saco roto, pues un año después, el 29 de julio de 2016, la misma cabecera anunciaba que un canónigo «enamorado» de las tradiciones de Ciudad Real se había propuesto revivir esta costumbre «cuyo origen hay que buscarlo, seguramente, en la fundación de nuestra capital».

«Para que esta tradición, que dice lo ligada que está la devoción a la Virgen con la historia de la ciudad de Alfonso el Sabio, no se pierda, antes al contrario se mantenga cada vez más viva, el canónigo-mayordomo D. Alfonso Pedrero, sin reparar en dispendio alguno, se ha impuesto la ardua tarea de reunir a los mejores guitarristas y cantaores; los cuales, encariñados con la organización de la Pandorga, vienen ensayando hace unas días las coplas, unas desempolvadas por pandorguistas ya ancianos y otras originales de nuestro compañero en la prensa, D. Joaquín Aguilera», continuaba el diario.

Ese año habría Pandorga la noche del 31 al 1 de agosto, proclamaba la prensa local; «y las puertas de la Catedral estarán abiertas, como es costumbre, para que la Virgen reciba la primera de las incontables visitas que sus amantes hijos le hacen en el mes de mayo».

1916--pandorga01 de agosto de 1916
«La de anoche fue una buena jornada para esa corriente de recio y confortante regionalismo que, disperso y sin cauce todavía, es presagio de un fuerte y no lejano desperezamiento de La Mancha», recogía El Pueblo Manchego en plena resaca de Pandorga. «Todo Ciudad Real, puede decirse, sin asomo ninguno de hipérbole, que se dio cita anoche en el Prado para escuchar la música del país y cantaores, cuya labor fue un deleite», añadía.

«Paco Argumosa, el simpático ciego virtuoso de la guitarra, del violín, y de todos los instrumentos donde pone sus labios o sus dedos, fue el director de la orquesta pandorguil y el héroe de la velada», destacaba el diario.

Asimismo comentaba que Don Alfonso Pedrero, obsequió con espumosos a los pandorguistas y que el templo prioral estuvo abierto hasta las doce de la noche, «no quedando un hijo de Ciudad Real que anoche dejase de orar ante la Patrona».

Una velada «deliciosísima», remarcaba, «porque se hizo música regional que equivale a una saturación de mancheguismo».

Otra pieza publicada el mismo día se refería a Don Alfonso Pedrero, «que según afirman los que bien le conocen, tiene un corazón de pura raigambre manchega, proporcionó a las gentes de este pueblo, que son buenas y sencillas, el placer de saborear una fiesta típica, castiza, tradicional, netamente manchega, desterrada de nuestras costumbres con harto pesar de vecinos y avecindados». La Pandorga de aquel 1916 «sirvió para que los viejos recordaran un pasado de ilusiones y a sus ojos asomaran las lágrimas, y también para que al grato saboreo de la tradición se uniera la diversión de una fiesta, aquí donde las distracciones escasean como el agua».

Desbocamientos
Como populosa fiesta que es, la Pandorga no está exenta de de todo tipo de incidentes. También hace un siglo. El Pueblo Manchego publicaba que la noche del 31 de julio, como otras en las que se produce el «apiñamiento del público», se registraron algunos, «aunque por fortuna contados, desbocamientos». Por otro lado, la Pandorga sirvió, «y a esto no hay derecho», denunciaba un enojado redactor, «para que unos niñotes se dedicaran a colocar colgantes en las espaldas de los transeúntes». Además, al parecer, «un beodo dio un escándalo monumental. La mona que se cogió en su cuerpo le salió fina y saltarina, y el amigo, que era de cuidado, le acompañó a coro».

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