Miguel Hernández (1)

isidroSanchezFrancisco Escudero, gestor cultural del Legado Miguel Hernández, escribía hace unos años que el poeta es un icono de valores universales del ser humano: lucha por la libertad, justicia social y solidaridad. También de actitudes individuales basadas en esfuerzo personal, sencillez y humildad, “que siempre acompañaron al poeta a lo largo de su trayectoria vital” (El País, 22.8.2012). Hace más de cuatro años se inició en Jaén el proyecto cultural con objetivos culturales, investigadores, turísticos y didácticos.
Y hasta el 2 de diciembre del pasado año la Diputación de Jaén no ha presentado la digitalización del Legado Miguel Hernández, realizada a través del Instituto de Estudios Gienneses. En él se puede consultar, y en algunos casos descargar, toda una serie de documentos relacionados con el poeta de Orihuela, desde manuscritos hasta hemeroteca, pasando por fotografías, correspondencia, monografías o grabaciones sonoras.

1937. Fuente_ Legado de miguel Hernández
1937. Fuente: Legado de miguel Hernández

El poema “Aceituneros”, de Viento del pueblo ‒obra de carácter social contra la injusticia‒, se ha convertido en toda una forma de identificar a Jaén, tanto que ha dado letra al Himno oficial de la provincia. Pero el vínculo de Miguel Hernández Gilabert con ella tiene dos caras importantes. Su esposa, Josefina Manresa, nació en Quesada (Jaén) ‒donde se encuentra el Museo Miguel Hernández con su Legado‒, aunque se conocieron en la localidad alicantina de Orihuela. Asimismo, como responsable de información del Gobierno republicano, fue durante 1937 comisario de cultura del Altavoz del Frente Sur, con sede en Jaén, donde desarrolló actividades literarias, periodísticas y políticas.

Por otra parte, el 21 de noviembre de 2016 los diputados Enric Bataller i Ruiz, Joan

Baldoví Roda, Ignasi Candela Serna y Marta Sorlí Fresquet, además de Marian Beitialarrangoitia

1970. Fuente_ Legado de miguel Hernández
1970. Fuente: Legado de miguel Hernández

Lizarralde, portavoz adjunta del Grupo Parlamentario Mixto, firmaban una petición para declarar 2017 corno “Año Miguel Hernández” e impulsar al máximo las actividades conmemorativas del 75 aniversario de la muerte del poeta (Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados, 7.12.2016).

En la exposición de motivos se decía que “Terminada la guerra civil española, el poeta y dramaturgo regresó a Orihuela, su pueblo natal, donde fue detenido. Condenado a muerte, luego se le conmutó la pena por la de cadena perpetua. Después de pasar por varias prisiones, murió en el penal de Alicante víctima de un proceso tuberculoso; de esta forma se truncó una de las trayectorias más prometedoras de las letras españolas del siglo XX”. Un mes después la Comisión de Cultura del Congreso aprobó, por unanimidad, la propuesta de Compromís de declarar 2017 “Año Miguel Hernández” (ABC, 21-12-2016).

Bueno y pertinente es recordar al poeta y a su obra cuando se cumplen 75 años de su muerte. Pero suelen destacarse sobre todo los valores literarios y obviarse u olvidarse su fuerte compromiso político y social, sus denuncias contra los abusos de poder, sus escritos contra la explotación de los más débiles o su militancia comunista.

1978. Fuente_ Legado de miguel Hernández
1978. Fuente: Legado de miguel Hernández

Ese compromiso sí fue puesto de manifiesto en los ámbitos del exilio español por todo el mundo. Por ejemplo, España Popular (30.10.1942), periódico editado en México, se ocupaba de su muerte en el artículo titulado “Otra víctima del franquismo. El gran poeta español Miguel Hernández”. Se decía que era un hombre extraordinariamente dotado para la creación poética pero también que era un “hijo leal del pueblo español”. Al comenzar la guerra se puso al servicio de la causa republicana y Franco no perdonaba, según se escribía, ni ser soldado de la cultura ni soldado de las armas antifascistas.

Por defender a España fue condenado a muerte y luego le fue conmutada la pena. Estuvo en cárceles diversas hasta que una enfermedad acabó con su vida, se recordaba en la publicación del exilio: “Miguel Hernández ha muerto lenta, conscientemente, por la crueldad franquista, que así ha demostrado una vez más su odio a la cultura y al patriotismo, su saña contra los patriotas, que saben morir con el corazón entero y el pensamiento puesto en la salvación de España”.

Claro, muertes como las de Hernández, por enfermedad, o los continuos fusilamientos, sucedían cuando por el Mundo se extendía una terrible guerra. Y ese conflicto hacía que lo que pasaba en España fuese ignorado. Por eso, en España Popular se decía que “al cabo de tres largos años de dominación, Franco, amparado y guiado por la Gestapo y sus cómplices, sigue perpetrando crímenes como el primer día”.

Isidro Sánchez
Desde el revés de la inopia

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22 COMENTARIOS

  1. MIGUEL HERNÁNDEZ, EL POETA A QUIEN QUISIERON SALVAR LOS FALANGISTAS

    http://www.diarioya.es/content/miguel-hern%C3%A1ndez-el-poeta-a-qui%C3%A9n-quisieron-salvar-los-falangistas

    PERO A QUIEN NO QUISIERON SALVAR LOS COMUNISTAS

    Las semanas siguientes, poco días antes de la toma de Madrid, estuvieron marcadas por el desconcierto y la consigna de «sálvese quien pueda». Miguel permaneció en la capital hasta el 9 de marzo pese a los consejos de amigos próximos a los vencedores que le insistían en que se marchara de España cuanto antes. Analizada la situación y espoleado por la idea de irse con su mujer y su hijo a Chile para emprender una nueva vida con el apoyo y la amistad de Pablo Neruda, Miguel se dirigió a la Embajada chilena donde sólo le ofrecieron, sin muchas garantías de seguridad, refugiarse en el edificio. Para Carlos Morla, encargado de negocios en la embajada y viejo conocido del poeta, aceptarle en su lista de refugiados era mucha responsabilidad dada su activa participación en la contienda. Con lo que Miguel Hernández nunca estuvo en ese listado ni en el que el matrimonio Alberti-León había confeccionado con amigos que también corrían peligro y le había enviado ya a Morla.

    http://www.diarioinformacion.com/dominical/2010/06/13/poetas-guerra-rafael-alberti-miguel-hernandez/1018548.html

    Miguel Hernández, que en esos momentos se encontraba en Madrid, se acercó a la sede madrileña de la Alianza de Intelectuales para interesarse por sus compañeros y a su llegada al Palacio de los marqueses del Heredia-Spínola (incautado para servir de base a los artistas que apoyaban la República) se encontró con los preparativos de una fiesta que sus compañeros habían organizado como homenaje a la mujer antifascista.

    Mucho era lo que el poeta de Orihuela había callado a lo largo de esos tres años de guerra, durante aquellas noches en que llegaba abatido del frente y trataba de dormir algunas horas con la música de fondo de aquellos bailes de disfraces y aquellas «travesuras y algazaras» con las que sus compañeros libraban su batalla contra la muerte.

    La fiesta fue motivo suficiente para que Miguel no siguiera silenciando las desavenencias entre el «poeta del pueblo» y los intelectuales de «mono planchado y pistolas de juguete», según la definición de Juan Ramón Jiménez, quien en su libro Guerra en España no se anduvo con tibiezas al escribir, años después, que «los poetas no tenían convencimiento de lo que decían. Eran señoritos, imitadores de guerrilleros, y paseaban sus rifles y sus pistolas de juguete por Madrid, vestidos con monos azules muy planchados. El único poeta, joven entonces, que peleó y escribió en el campo y en la cárcel, fue Miguel Hernández…».

    Indignado por ese ambiente festivo de resabio burgués mientras que él y otros combatientes se seguían jugando el tipo en el frente, Miguel se dirigió a Alberti y le espetó en voz alta y delante de otros intelectuales: «¡AQUÍ HAY MUCHA PUTA Y MUCHO HIJO DE PUTA!», frase de la que, lejos de retractarse, a lo que le conminó Alberti, escribió en una pizarra por si alguien no la había escuchado. Con una bofetada que aseguran que hizo caer al poeta respondió María Teresa León, quien como organizadora de la fiesta se sintió directamente aludida.

    Los dos amigos dejaron de serlo en ese momento.

    PARA SER HONESTOS…MIGUEL HERNÁNDEZ ERA UN GRAN POETA Y UN HOMBRE DE IZQUIERDAS AL QUE HONRAR DE VERDAD.

    ABANDONADO EN SUS ÚLTIMOS DIAS POR LOS SUYOS y VALORADO POR LOS OTROS, QUE INTENTARON SALVARLE, PERO NO EXCARCELARLE.

    • Te gustará saber, hermosa criatura, que esos «otros» que «tanto lo valoraron» lo chantajearon ofreciéndole penicilina para curarse de su tuberculosis si abjuraba de su ateísmo, no quiso, no se la dieron y murió, como tantos otros que en las diezmas o «sacas» de las cárceles eran ejecutados meramente por azar «después» de la Guerra Civil. Ahora estará en tu Infierno. Y «otro» de los que tanto lo valoraron, el erudito Joaquín de Entrambasaguas (cuyo nombre lleva un fondo de la biblioteca de la Universidad), cuando en abril de 1939 se terminó de imprimir en Valencia el libro «El hombre acecha» de Miguel Hernández, aún sin encuadernar, presidió una comisión depuradora franquista que ordenó la quema de los 50.000 ejemplares tirados; sin embargo pudieron salvarse dos ejemplares que permitieron reeditar el libro en 1981. Estos quemones de libros, semejantes a los quemones de libros nazis, quemaron, entre otros, casi todo el fondo de clásicos de la editorial Bergua con ayuda de curas de los tuyos. Etcétera.

      • Como ‘hermosa criatura’ jeje, tengo la costumbre de acabar juzgando a las personas por sus hechos y no por sus ideas. Es la madurez y la experiencia la que saca esa conclusión, no la literatura.

        Que el infierno esté lleno de curas no me cabe duda, como de comunistas, falangistas y de ebanistas.

        Ni San Pedro ni Lucifer son sectarios, don Ángel.

        Que le conmutaran la pena de muerte no fue obviamente suficiente. Que solo se quemaran libros es insuficiente en su información, también se quemó un importante patrimonio artístico religioso.

        Buscar hermosas criaturas en una guerra y posguerra se torna tan difícil hoy como ayer, salvo claro está, se analice la realidad de forma integral, es decir, desde mentes íntegras, y estas claro está, no están encuadernadas.

        • Sí, sin duda se quemó mucho arte religioso… y los tuyos quemaron también a bastante gente con «otras» ideas desde bastante antes a que declararan la guerra a los demócratas y a los no demócratas, porque también por la guerra que hicieron los tuyos murieron muchos de los tuyos. Eso, que algunos llaman idiotez, otros lo llamaron «Movimiento nacional».

        • Entre los nuestros abundaron y abundan los cretinos, pero ellos no crean la Historia, solo la repiten y como esencialmente idiotas, dogmatizan lo imposible, la mezquindad de pensar que todo es tan simple que se puede distinguir nítidamente los tuyos y los mios, los buenos y los malos.

  2. “¿Qué poco vale uno ya! Hasta las ratas se suben a ensuciar la azotea de los pensamientos. Esto es lo que hay de nuevo en mi vida: ratas. Ya tengo ratas, piojos, pulgas, chinches, sarna. Este rincón que tengo para vivir será muy pronto un parque zoológico, o mejor dicho, una casa de fieras…” (Miguel Hernández).

  3. Miguel Hernández, Neruda, Benedetti, Lorca… mis poetas de cabecera. Pero gente obtusa, que no ha leído un poema en su miserable vida, se entretiene tratando inútilmente de ensuciar su vida y obras.

    • A mí Miguel Hernández me gusta y le he leído, también a Lorca y a Machado, cuya tumba he visitado y cuya memoria honro.

      Buenos hombres que no merecieron muerte violenta ni destierro, porque sus hechos no los comprometieron, ni sus ideas las justificaron.

      Pero claro, precisar los términos históricos, no los personales tampoco los literarios, parece que para ti es deshonrar su memoria. Perdona, pero eso es sólo completarla. Fueron víctimas de la intolerancia y la mezquindad de opuestos pero también de afines.

      ¿Es que no hay quien busque honestamente la Verdad?.

      Miguel Hernández fue un hombre coherente y honesto. De una pieza.

      Alberti, no.

    • Estoy de acuerdo con usted, Sr. Redondo.
      D. Miguel Hernández Gilabert es un ejemplo ético. Lo mataron lentamente y, como decía el hispanista Ian Gibson, «su muerte es un símbolo de la España que pudo ser y no fue».
      Una vez detenido en la frontera con Portugal, fue acusado de «rebelión» y la dictadura franquista le impuso la pena de muerte. La sentencia, sin embargo, sería conmutada por una condena de treinta años de prisión. El Régimen quería evitar a toda costa el rechazo internacional que produjo el fusilamiento de D. Federico García Lorca.
      D. Antonio Machado Ruiz, D. Juan Ramón Jiménez Mantecón, D. Miguel Hernández Gilabert y D. Federico García Lorca, entre otros, destacaron por su compromiso con la República y lo pagaron con la muerte y el exilio.
      Manchar la Memoria de alguien es una acción miserable…

      • Aquí sólo se agravia a Alberti, que excluyó a Miguel Hernández de la posibilidad de partir al exilio porque el alicantino le afeaba su doble moral.

        Leéis lo que quereis. Lo que ya es asiduo.

  4. Los ideales por los que murió Miguel Hernández no tienen nada que ver con el Comunismo. Recuerde, profesor Sánchez: cien años y cien millones de muertos por el Comunismo se cumplen este año.

    El agua toma la forma de su recipiente. Los mismo le sucede a don Ángel con sus infinitas lecturas, toman la forma de su contenedor; nada de conformar un espíritu crítico. Le echaba de menos en cualquier caso. Cuando escribe desencapuchado resulta menos aburrido.

    Biblioteca de la Universidad de Oviedo, centenares de bibliotecas particulares, archivos y bibliotecas de monasterios… Hay que sumar obras de arte, el saqueo del Museo Arqueológico donde robaron más de tres mil monedas antiguas, infinidad de arte sacro… Y paro.

    «¡Palacios, bibliotecas! Estos libros tirados,
    estos inesperados
    retratos familiares
    en donde los varones de la casa vestidos
    de los más innecesarios jaeces militares,
    nos contemplan partidos,
    sucios, pisoteados,
    con ese inexpresable gesto fijo y oscuro
    del que al nacer ya lleva contra su espalda el muro
    de los ejecutados”, cantaba Alberti.

    La biblioteca del palacio de Zabálburu, donde se pegaban sus fiestorros Alberti y sus cofrades, sede de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, tenía una de las colecciones de libros antiguos más importante del mundo. Al acabar la contienda se constató que habían desaparecido 90 libros de entre los más valiosos. Es evidente, que esos libros no los quería quemar Alberti.

    • Ah, Censor, pero no eran cien mil millones de muertos? Es que eso es lo que dice vuestro amigo Percival Manzano en tuiter.

      Se está riendo de él hasta el tato. Trending topic del Mundo Todas.

      Por cierto, el agua que os da el doctor A.R. tampoco está mal.

      Manolete, Manolete tan abundante eres que en tó te metes….

      Poco más que decir de este poeta al que solo conozco de breves lecturas.

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