Alumbre se llena de puro rock

Eusebio Gª del Castillo Jerez.– Three songs, no flash es una selección de diez años de fotografías de conciertos, el género al que se entrega en cuerpo y alma Irene Bernad. La muestra se inaugura esta noche en la sede del colectivo Alumbre (calle Palma) a las 21 horas. Ayer, durante el montaje de la exposición, tuvimos la oportunidad de charlar con esta fotógrafa, que desarrolla su actividad, principalmente, en Valencia.

Irene Bernad 4De la pared de Alumbre cuelgan instantáneas de Hamlet, Sober o Killus, de los suecos Amorphis y Bullet, o de festivales como el Resurrection Fest de Vivero (Lugo). Un poco de todo, comenta Bernad, pero restringido a fotos de escenario y en blanco y negro. Los grupos de rock, explica, «son los que más juego dan»: se mueven mucho, tiran de poses… elementos a los que el fotógrafo puede sacarle partido. Proviene de la fotografía analógica y sus «raíces» están en el blanco y negro, que utiliza frecuentemente. Trabaja también en color pero ha proferido unificar la selección de instantáneas de conciertos para que la exposición sea más homogénea.

Por otro lado, apunta que, como la mayoría de los escenarios cuentan con juego de luces y están en constante cambio, trabajar en blanco y negro permite decirle al espectador «mira aquí», y centrar el foco de atención donde uno quiere. El blanco y negro proporciona una vía para jugar con la luz, mientras que el color puede «enmarañar» este tipo de fotografías. Cada vez son más habituales los focos de led, que «matan» las facciones. «Es como si les echaran cubos de pintura, directamente», describe. También favor del blanco y negro, añade, «puedes rescatar alguna foto que, por este motivo, estaba perdida».Irene Bernad 2

Preguntada por alguna imagen de la exposición con un significado especial, Bernad señala sin dudar una instantánea de Concha Buika de 2004. Una de sus primeras fotografías y, entre otras, responsable de alimentar la pasión por el género en el que se ha especializado.

Trabaja con la D3S de Nikon, que le permite forzar ISO y tener un grano con el que, aunque considerable, se puede trabajar. En cuanto a lentes, suele utilizar un angular de 14-24 MM, un 24-70 MM y un teleobjetivo en caso de que se trate de un festival. Con los años se va decantando por focales fijas: 35, 50, 85MM, aunque sin obviar que para este tipo de fotografía es más complicado «porque todo está en constante movimiento».

No siempre es cómodo trabajar en conciertos, y de alguno de ellos se lleva «heridas de guerra». Comenta que a la mañana siguiente de un concierto de punk, se ha levantado con «un morado considerable». Pisotones, lluvias de cerveza o calimocho son algunos de los lances que debe sortear. Son «gajes del oficio» en un género que no se puede dominar en su integridad sin meterse entre el público.

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1 COMENTARIO

  1. Es impresionante comprobar cómo la esencia y la personalidad del rock puede quedar plasmada en papel y llegar a despertar las mismas emociones que las vividas en ese instante. La música , las luces, los gritos, la desesperación,…
    Un registro imborrable…

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