Ciudad Real: La Hermandad del Silencio, sencillez y austeridad

Hermandad del Silencio.- El 22 de abril de 1943, la Hermandad del Silencio, hizo su primera salida procesional desde la Parroquia de San Pedro, de Ciudad Real, tras su asamblea fundacional celebrada el 7 de marzo del año anterior, fruto del trabajo de un grupo de doce jóvenes de acción católica, que querían, no solo rezar en el templo, sino hacer manifestación pública de fe y de penitencia, desde su condición de cristianos militantes y comprometidos con la paz.
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En aquella ocasión, fue el Cristo de la Misericordia, del antiguo Convento de los Padres del Corazón de María y que actualmente se encuentra en la Parroquia de San José Obrero de la capital, la imagen que presidió la procesión.

El primer Hermano Mayor, D. Elías Gómez Picazo, escribía en la Guía de Semana Santa del 1943: “La Hermandad del Silencio surge a la vida con una nueva ambición: la de transformar todo el contenido que en lo popular tiene la Semana Santa, como representación pública de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor, en un sentido amplio de purificación y en otro concreto de penitencia. La Hermandad del Silencio no es una simple evocación piadosa de un momento de la Pasión; su misión consiste en preparar los espíritus para que la subsiguiente expresión conmemorativa de las Cofradías, alcance todo su valor. Más concretamente, la Hermandad del Silencio obedece a la necesidad de devolver a la Semana Santa el espíritu cristiano que le es propio, en perfecta adecuación con su simbolismo. De aquí su finalidad pedagógica, que tratará de realizar mediante su particular estética procesional”.

La Hermandad del Silencio, que venera las imágenes del Cristo de la Buena Muerte (1947) y de la Virgen del Mayor Dolor (1944), hunde sus raíces en el texto de Mateo, Velad y orad para que no entréis en tentación, situado en el huerto de Getsemaní. Un texto que nos conduce a la misma tradición apostólica, que dice:Durante toda la noche permaneced reunidos en comunidad, no durmáis, pasad toda la noche en vela, rezando y orando, leyendo los profetas, el evangelio y los salmos, en un clima de súplica incesante.
Por eso, los fundadores buscaron la forma de poder hacer penitencia y oración, en un marco de sacrificio. La hermandad sale cada jueves santo, a las tres de madrugada –aunque el primer año lo hizo a las cinco- con el fin de poder volver al templo con los primeros rayos del sol. La noche, que es tiempo de salvación, permite, no sin esfuerzo, poder entrar en un clima de intimidad para la meditación del Vía Crucis, entre Cristo y los penitentes.

La intención inicial era preparar el ambiente de esos días, antes de que el resto de cofradías salieran a la calle. No podemos olvidar que las procesiones empezaban el Jueves Santo, por eso se eligió la madrugada de ese día, con el fin de ambientar, desde la austeridad y la penitencia, los acontecimientos de la Pasión y Muerte del Señor.

Carisma Franciscano

Un aspecto que caracteriza esencialmente a la Hermandad del Silencio, es su carisma franciscano. No solo por la túnica franciscana, de color negro, en señal de luto por la muerte del Señor, o por los símbolos franciscanos, como la cruz de Jerusalén – no olvidemos que los Franciscanos son custodios de los Santos Lugares – o el cíngulo con sus cinco nudos, recordando las cinco llagas de Cristo, o las sandalias, sino porque, la austeridad, la minoridad franciscana, la sencillez quieren ser elementos constitutivos de esta hermandad.

Ocho hermanos mayores son los que han pasado a lo largo de estos setenta y cinco años de historia. Elías Gomez Picazo,Ángel Plaza Díaz, Ricardo Gómez Picazo, Ricardo Chamorro Rodríguez-Salinas, Alfredo Ballester Escobar, José Fernández Pérez, Rafael Ruiz Ruiz, Pilar Ruiz García, trabajando por mantener aquel espíritu de reconciliación, fraternidad y búsqueda de la Paz: ¡Señor, haz de mí un instrumento de tu paz! Que allí donde haya odio, ponga yo amor; donde haya ofensa, ponga yo perdón…

Y en este aniversario fundacional, donde la Hermandad busca reencontrarse con su identidad, hace una invitación especial a quienes quieran participar como portador de sus titulares, como hermano de luz, rezando en casa durante su estación de penitencia, ya que la esencia del Silencioes la fraternidad y la oración que se comparte.

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