La ley de la selva

MarcelinoEn una oportunidad alguien vino a decir que el ser humano para determinar qué le produce dolor y qué satisfacción lleva una calculadora en el bolsillo haciendo sumas y restas sin parar. Y esto lo hace porque todo sujeto que se precie es, por naturaleza, básicamente egoísta: Se enfoca en buscar aquello que es bueno para él.
Este alguien fue Jeremías Bentham, y su filosofía nos colocó en medio de una sociedad regida por la ley de la selva. Hubo quienes se lo creyeron a pié juntillas. Otros, además de creérselo, lo defendieron y divulgaron haciendo un proselitismo académico de tal intensidad que acabó convirtiéndose en un modelo de convivencia generalizado y aceptado.

El pensamiento de Bentham, llamado utilitarista, tuvo y mantiene una vigencia extraordinaria. El concepto anglosajón de la geopolítica (no existen aliados permanentes sino intereses permanentes) no se entendería sin su influencia. El Gran Hermano Orweliano no es otra cosa que el “Panóptico” ideado por este hombre de dudosa condición humana.

Recordemos que el Panóptico era una cárcel con un punto de vigilancia capaz de observar todo sin ser visto por los vigilados. El fin último era que los observados sintieran esa mirada invisible sobre ellos y la interiorizaran hasta el punto de terminar vigilándose a sí mismos, convirtiendo a cada uno en su propio y más eficaz carcelero.

¿No nos recuerda al modelo de control social tan en boga? Sí, vivimos en el Panóptico de Bentham.

Bentham representa el pensamiento paradigmático de quienes aseguran que las personas somos incapaces de movilizarnos si no es por egoísmo. Su bandera es: el egoísmo como motor de la historia; el amor propio, en el sentido del amor hacia uno mismo.

¿Acaso no existe el amor al prójimo, es decir, trabajar en pos del desarrollo de la especie humana en su totalidad? Cada individuo será libre de decidir cuál es la fuerza que empuja sus actos, si el egoísmo o el bien común.

Negar esa capacidad personal en las decisiones es negar el libre albedrío, es aceptar que, hagamos lo que hagamos, un determinismo inexorable se encargará de anular nuestras acciones.

Detrás del utilitarismo de Bentham se encuentra una enrevesada forma de cómo condicionar al extremo la voluntad de las personas. Bentham fue un adelantado de la ingeniería social.

Para este reconocidísimo caballero, el ser humano no es más que una bestia sometida a domesticación para que entre por el aro. A este hombre que fue niño prodigio no le gustaba la creatividad humana. Es lo que él y los suyos más han perseguido y tratado de anular. Les gustaba la definición de animal racional aplicada al ser humano, acentuando su atributo animal y devaluando el racional, y así han venido actuando en consecuencia.

Él y los suyos no se cansarían a lo largo de la historia de repetir: ¡Tú, individuo de la raza humana, entérate bien! ¡Te levantas todos los días para sacar provecho a cada acto que realices! Y de tanto repetirlo nos lo acabamos creyendo.

Si este determinismo materialista fuera cierto no existirían la ética ni la moral.

Pero la raza humana es diferente. Y lo es porque aunque individualmente morimos, como especie, no. La especie humana tiene una capacidad de evolucionar de forma muy distinta a la de las demás. Y lo podemos hacer por la creatividad.

La naturaleza humana es capaz de cambiar su propia naturaleza como especie, elevándola o degradándola, según decisión de su libre albedrío.

Y puestos a hablar de utilitarismo, hemos de decir que:

El amor al prójimo tiene un componente económico y de eficiencia indudable.

Como nos dejó escrito Vladimir Vernardsky en La transición de la biosfera a la noosfera (1.938):

“El poder del hombre está conectado no con su materia sino con su cerebro, sus pensamientos; y su trabajo, guiado por su mente. En la historia geológica de la biosfera se abre un gran futuro para el hombre si se da cuenta de ello, y no dirige su mente y su trabajo hacia su destrucción”.

Bentham, sus predecesores o sus continuadores, están presentes en libros, artículos, conferencias…….; en cualquier acto académico que se precie, dando postín y reforzando las aseveraciones de quien corresponda ¿Alguien se acuerda de Vladimir Vernardsky? Con el permiso de quienes lo silencian, continuaremos hablando de él y de su obra.

Sin tapujos
Marcelino Lastra Muñiz
mlastramuniz@hotmail.com

PD: En recuerdo de un par de jóvenes vecinos del barrio que me vio nacer, en Madrid. Sus canciones se oían en las máquinas de discos de los bares de unas calles, que parecían más villa que pueblo, y para nada ciudad; os dedico El parque, de Víctor y Diego.

https://youtu.be/twPlvoUN41w

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3 COMENTARIOS

  1. Muy ilustrativo tu artículo Marcelino.

    En todos los ismos actuales (feminismo, populismo, animalismo,…) se desprecia la parte racional de la condición humana, por no hablar de la espiritual. Todas sus fatales consecuencias se reconducen al consumo de antidepresivos y al psicólogo o psiquiatra según la intensidad de los efectos.

    Vivimos en una Dictadura emocional programada.

    No hay nada más racional que la fraternidad, salvaguardando el Bien Común (concepto despreciado y sustituido por un concepto más ambiguo, interés general), ganamos todos.

    Pero eso es algo que los economistas ingleses como Adam Smith, Malthus y Bentham creen imposible. Para que uno gane otro ha de perder (Pareto).

    Qué distinto es Oriente, cuna de la espiritualidad. En Oriente, se predica algo eXtraordinario:

    «El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará».(Mc, 8, 35)

    «Lo que no se no da, se pierde» (Proverbio indio).

    La experiencia de la felicidad…se consigue perdiendo.

    Muchos padres, abuelos, hermanos o hijos, cuando nos ponemos al servicio y cuidado de los otros,…sabemos qué significa y cuanta paz otorga la GRATUIDAD.

  2. No sé Marcelino lo que opinas tú, pero yo creo que lo del bombardeo de Siria por parte de Trump me parece un farol para verse entre los medios enfrentado a Rusia.

    Para mí que acordaron los objetivos con carácter previo, y como siempre hay daños humanos colaterales…

    La conciencia no importa.

  3. Un día, de pequeño, un insufrible enemigo de lo natural en la mente de un crío de 7 años nos decía intentando ser bienaventurado que cuidar desde pequeño las amistades nos procurariá de mayor una inmensa satisfacción, pues así podríamos tener » Influencias «, de las que luego pudiéramos utilizar en nuestro beneficio.
    Gran gilipollez, solía recuerdo bien y mantengo de amigos aquellos que más de tres veces nos pusimos en peligro subiendo los peñascos del caudillo,bueno era yo. . . . .

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