Carbono Puro y Sheila del Barrio regalan sonrisas a los niños marroquíes con una exposición solidaria

La joyería Carbono Puro de Puertollano (Avenida Primero de Mayo, 46) albergará durante el mes de junio la exposición fotográfica de Sheila del Barrio realizada con instantáneas tomadas durante la Semana Santa pasada en Tarda (Marruecos). La actividad, denominada «¿Me prestas tu sonrisa?», tiene un fin social, ya que se recogerá material escolar y zapatos que se llevarán los voluntarios de la asociación Hart Afrika y entregarán directamente a los niños de la zona.
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Según explica la autora, la exposición que pretende visibilizar la labor humana, cultural y social de la pequeña asociación del sur de Marruecos HartAfrika, y se erige como «una perfecta combinación de turismo, generosidad e intercambio cultural que han conseguido crear un pequeño proyecto que genera grandes resultados».

La muestra invita a disfrutar de la diversidad cultural, de los éxitos del voluntariado y de la universalidad de la sonrisa. El conjunto de imágenes realizadas en Tarda, una pequeña y humilde aldea marroquí, «viene a ser un intercambio de sonrisas de las que llenan el alma».

expo5¿Me prestas tu sonrisa? es una exposición creada para dar voz a la pequeña asociación marroquí de la ciudad de Errachidia, situada a 472 km de Marrakech. HartAfrika nace en 2014 de la mano de Zohail, Mehdi y Mohssine, tres jóvenes que realizan circuitos turísticos solidarios por distintas ciudades, donde conocían y compartían momentos con los lugareños. Bajo la experiencia, el pasado año deciden que la mejor manera de compartir y de intercambiar culturas es conviviendo con ellos y deciden asentarse en Tarda, una pequeña aldea a 25 kilómetros de Errachidia.

Allí se realizan varios proyectos: uno en Semana Santa, cuatro proyectos de quince días cada uno, en los meses de julio y agosto y el último en navidad. Durante estos proyectos y en grupos de un máximo de 15 personas se desarrolla la labor solidaria.

La labor principal es activar un espacio educativo que favorezca el desarrollo sociocultural de los casi 110 niños que viven en Tarda. Se trata de reforzar a través de talleres la educación formal básica que reciben y que mediante el juego participen en todas las actividades.

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Por otra parte los miembros de la asociación junto con los voluntarios trabajan juntos en la reforma del colegio, donde se lijan, se pintan y se decoran las paredes, se reparan los muros o se realizan otras acciones que les beneficien. También se intenta dotar a éstos centros de material escolar suficiente para su digno funcionamiento.

HartAfrika no cuenta con ningún apoyo económico externo, ni del gobierno ni de ninguna ONG y se nutre exclusivamente del dinero que aportan los voluntarios para financiar el proyecto, por tanto la recogida de material escolar, de ropa y de zapatos también les ayuda a su labor. En la actualidad la asociación cuenta con la colaboración de tres mujeres españolas, Kiara, Lucía y Sheila que han sido voluntarias en Tarda y que tratan desde España de colaborar con la asociación.

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Tarda es una aldea tranquila de unos 460 habitantes donde habitualmente no ocurre nada extraordinario, donde los hombre se dedican a la agricultura y al ganado y las mujeres a las labores del hogar y a tejer alfombras y tejidos de lana para cubrir las necesidades locales y las de la población nómada de la región.

La presencia de voluntarios siempre es bienvenida. Son gente humilde pero que hacen uso de su lema «Compartir es Vivir».

Su lengua es el bereber y los niños más mayores también hablan francés, aunque el lenguaje no verbal es siempre el más usado con los voluntarios. Allí en imposible andar sola sin acabar el paseo rodeada de niños que se van sumando según vas avanzando.

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El futuro escolar de estos menores siguen la tendencia marroquí de abandonar los estudios a partir de los 12 años. Habitualmente las familias no disponen de recursos para asumir los gastos escolares y la inversión estatal en educación no es suficiente.

«Entre muchas cosas buenas de las que nos podemos nutrir están el comer en comunidad compartiendo un plato en el centro, el aprovechamiento de toda la comida que sobra o de los desperdicios, la buena relación entre hombres y mujeres pese a que los niños y las niñas no se den la mano en un corro, el respeto a los mayores, la tranquilidad con la que las mujeresnos prestan a sus hijos mostrando su total confianza o la calma con la que viven, son sólo una muestra de sus rasgos culturales y de su forma de vida», relata la autora.

«Esta exposición contextualizada con diversos detalles traídos de Marruecos trata enseñar otra cara de la pobreza, donde una sonrisa es posible, donde la convivencia y la solidaridad entre culturas es posible», concluye.

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