El hombre-masa

Marcelino“¿Cómo es el hombre-masa que domina hoy la vida pública, tanto política como no política? ¿Por qué es cómo es?”. Así comienza el capítulo VI de la Rebelión de las masas de nuestro Ortega y Gasset.

Ortega plantea que el siglo XIX significó un antes y un después en la historia humana. Que a lo largo de ese siglo el mundo se amplió y las posibilidades que cada persona tenía ante sí para desarrollar su potencial

eran infinitamente superiores a las de otras épocas de la historia. Sin embargo el hombre-masa del siglo XX……….

“(…) no sabe a dónde va, porque, en rigor, no va, no tiene camino prefijado, trayectoria anticipada”

Ortega expone cómo el poder público, cuando intenta justificarse, no lo hace aludiendo al futuro……

“sino, al contrario, se recluye en el presente y dice con perfecta sinceridad: soy un modo anormal de gobierno que es impuesto por las circunstancias”

“Es decir, por la urgencia del presente no por cálculos del futuro. De aquí que su actuación se reduzca a esquivar el conflicto de cada hora; no a resolverlo, sino a escapar de él por de pronto, empleando los medios que sean, aun a costa de acumular, con su empleo, mayores conflictos sobre la hora próxima”.

“(…) El hombre-masa es el hombre cuya vida carece de proyectos y va a la deriva. Por eso no construye nada, aunque sus posibilidades, sus poderes, sean enormes”

“Y este tipo de hombre decide en nuestro tiempo” –sentencia, atribulado, el filósofo.

El hombre-masa de Ortega equivaldría al hombre medio predominante en una época determinada.

“(…) el tipo medio del actual hombre europeo posee un alma más sana y más fuerte que la del pasado siglo, pero mucho más simple. De aquí que a veces produzca la impresión de un hombre primitivo surgido inesperadamente en medio de una viejísima civilización”

“En las escuelas, que tanto enorgullecían al pasado siglo, no ha podido hacerse otra cosa que enseñar a las masas las técnicas de la vida moderna, pero no se ha logrado educarlas”.

“Se le ha dado instrumentos para vivir intensamente, pero no sensibilidad para los grandes deberes históricos; se les han inoculado atropelladamente el orgullo y el poder de los medios modernos, pero no el espíritu”.

“Por eso no quieren nada con el espíritu, y las nuevas generaciones se disponen a tomar el mando del mundo como si el mundo fuese un paraíso sin huellas antiguas, sin problemas tradicionales y complejos”

Ortega nos habla de la sociedad que observaba a finales de los años veinte del siglo pasado; 90 años atrás. Y pareciera estar radiografiando a la sociedad actual. Sin embargo, cuando echamos una retrospectiva a la época de nuestros padres –no digamos de nuestros abuelos- tenemos la impresión de que aquello era otra cosa. Lo que quiere decir que si aquello era otra cosa y, sin duda lo era, en realidad venía a ser el mismo mundo diseccionado por Ortega en trayectoria de caída libre, sólo que un punto más alto que el presente, pero integrado en el mismo proceso de decadencia continua.

Si hacemos nuestro el razonamiento orteguiano, la decadencia civilizatoria que para nosotros sería cosa de antes de ayer, habría comenzado cinco generaciones atrás. No lo habríamos advertido simplemente por haber nacido dentro de ella. Como el animal que al nacer en cautividad nunca extrañará otro mundo distinto al que le circunda.

Alabando y criticando a un mismo tiempo al siglo XIX, Ortega manifiesta:

“Si es evidente que había en él algo extraordinario e incomparable, no lo es menos que debió de padecer ciertos vicios radicales, ciertas constitutivas insuficiencias cuando ha engendrado una casta de hombres (…) que ponen en peligro inminente los principios mismos a que debieron la vida”.

Cualquier observador con algo de juicio histórico podrá apreciar la veracidad de la afirmación del maestro.

“El hombre que ahora intenta ponerse al frente de la existencia europea es muy distinto del que dirigió el siglo XIX, pero fue producido y preparado en el siglo XIX”

“¡Las masas avanzan!” -decía Hegel. “Sin un nuevo poder espiritual, nuestra época, que es una época revolucionaria, producirá una catástrofe”

–anunciaba Augusto Comte. “Veo subir la pleamar del nihilismo”

–expresaba Nietzche.

Ortega hace hincapié en la mejoría material alcanzada por el hombre-medio.

“Nunca ha podido el hombre medio resolver con tanta holgura su problema económico”

En comparación a etapas pretéritas “(…) la vida se presentó al hombre nuevo exenta de impedimentos”

“El honor del siglo XIX no estriba en su invención, sino en su implantación”

Ortega no habla de haberse alcanzado un mundo ideal. Se refiere al gran salto efectuado durante el siglo XIX. Por eso los principales aspectos psicológicos del hombre-masa actual, son para él:

“la libre expansión de sus deseos vitales –por tanto, de su persona- y la radical ingratitud hacia cuanto ha hecho posible la facilidad de su existencia. Uno y otro rasgo componen la conocida psicología del niño mimado”

Más adelante continúa.

“Mimar es no limitar los deseos, dar la impresión a un ser de que todo le está permitido y a nada obligado”

Resulta increíble pensar que esto lo escribiera Ortega casi un siglo atrás, en una evidente reflexión llena de zozobra. Aquel ayer se ha encarnado en el hoy, pero mucho más agudizado.

“A fuerza de evitarle toda presión en derredor, todo choque con otros seres, llega a creer efectivamente que sólo él existe, y se acostumbra a no contar con los demás, sobre todo a no contar con nadie superior a él

“Estas masas mimadas son lo bastante poco inteligentes para creer que esa organización material y social, puesta a su disposición como el aire, es de su mismo origen (…)”

“La perfección misma con que el siglo XIX ha dado una organización a ciertos órdenes de la vida, es origen de que las masas beneficiarias no la consideren como organización, sino como naturaleza. Así se explica y define el absurdo estado de ánimo que esas masas revelan: no les preocupa más que su bienestar, y, al mismo tiempo, son insolidarias de las causas de ese bienestar”

El hombre-masa “está satisfecho tal y como es (…) Como lo más natural del mundo, tenderá a afirmar y a dar por bueno cuanto en sí halla: opiniones, apetitos, preferencias o gustos ¿Por qué no, si (…) nada ni nadie le fuerza a caer en la cuenta de que él es un hombre (…) limitadísimo, incapaz de crear ni conservar la organización misma que da a su vida esa amplitud y contentamiento, en los cuales funda tal afirmación de su persona?

La Rebelión de las masas es un libro imprescindible para comprender la sociedad actual. Ortega diseccionó con gran lucidez lo que se nos venía encima. En el libro en cuestión, señala tanto al liberalismo como al marxismo como corresponsables de la situación.

Curiosamente, la sociedad líquida de Bauman no es otra cosa que la sociedad del hombre-masa descrita por Ortega. No tengo nada en contra de aquél, pero me revuelvo al observar una y otra vez la idolatría hispana frente a lo foráneo y el desdén ante nuestros maestros de todo tipo. De seguir así dentro de un tiempo el hombre-masa orteguiano será pasto del olvido y nuestros descendientes hablarán de cualquiera cuyo apellido termine en –insky, -iller, -mith –urtois, o vaya Ud a saber, lamentándose de que España no diera grandes maestros de la filosofía.

Aparte de este inciso reivindicativo de Ortega, quiero hacer lo propio sobre la filosofía. Los filósofos han sido sustituidos por los llamados politólogos, que se arrogan la categoría de científicos sociales. Mientras los primeros buscan la verdad, los segundos analizan la forma de cómo influir en nuestros comportamientos. Mientras los primeros detectan y descubren la existencia del hombre-masa, los segundos se encargarán de cómo moldearle a capricho de dios sabe quién.

Si los políticos hubieran tomado en cuenta más a Ortega, para descubrir sus propias carencias de hombres-masa y, a través de su ejemplo, hacer una sociedad más elevada, en vez de recurrir continuamente a los politólogos para ganar elecciones mediante la manipulación emocional, algo podríamos haber mejorado. Claro, que en esto, los primeros responsables son el resto de los hombres-masa, cretinos que se creen sabelotodo, y que están encantados con el olvido de la filosofía.

¿Llegará un día en que cierto iluminado imite al emperador Calígula haciendo cónsul a su caballo y le riamos la gracia?

La sociedad del hombre-masa es capaz de todo.

Sin tapujos
Marcelino Lastra Muñiz
mlastramuniz@hotmail.com

PD: Hoy os adjunto la canción “Eres tonto” del Canto del loco

https://www.youtube.com/watch?v=MJ0YxNKR958

 

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6 COMENTARIOS

  1. Un artículo extraordinario, gracias Marcelino.

    También he leído al maestro Ortega («España invertebrada» y «Rebelión de las Masas»), y a su discípulo Julián María («España inteligible»).

    Es justo reivindicar la figura de nuestro filósofo contemporáneo más eminente.

    Como bien dices, es necesario tener un sentido histórico en el análisis del presente. Todo nuestro presente se cuece en el siglo XIX que es resultado a su vez de la revolución filosófica del XVII, la Ilustración y la Revolución francesa e industrial. En líneas generales, por un proceso progresivo y agresivo de secularización.

    El ser humano resultante es el Hombre ciudadano, que es una especie de Homo sapiens tutelado por el Estado y el Mercado.

    La antropología humanista y/o teológica, el Hombre Persona con dignidad inviolable y de esencia natural no de concesión legal, lleva quebrándose en Occidente desde el triunfo de las filosofías materialistas (liberalismo, marxismo y nihilismo).

    Ortega debe recuperarse porque su análisis en un contexto de auge de los totalitarismos (hoy liderados por politólogos e ingenieros sociales) es plenamente vigente.

    Y Bauman igualmente, el gran analista del Hombre líquido (o Light como llama Entique Rojas) que es resultado de la sociedad o filosofía de consumo.

    Excepcional artículo que atiende a la raíz de los problemas.

  2. …y el hombre-masa hispánicus del siglo XXI… vota.

    Esto es, como individuo infantilizado e inmaduro que es, hace lo que le dicen, sigue al rebaño… incluso aunque su destino sea el matadero.

    Es por ello por lo que la democracia es inexistente, en nuestro país y de forma global. La democracia requiere individuos adultos que asuman sus responsabilidades como miembros de una sociedad, y no las deleguen en «representantes-tutores» que tomen las decisiones por ellos.
    El hombre-masa actual ha delegado hasta la facultad de pensar por sí mismo. Ya piensan otros por él y le dicen lo que tiene que hacer -y lo que tiene que votar-.

    Y es por ello por lo que la Representación se ha consolidado como forma de gobierno hegemónica en estos tiempos. Es el sistema político que demanda el hombre-masa actual.

    Lo contrario que la democracia.

    ¡Muy buen artículo!

  3. Excelente artículo.
    La ‘masa’ ha entrado, en tromba, en la vida social y política, transformándola de manera radical.
    El concepto de ‘masa’ no debe ser entendido como clase social, sino todo aquel elemento que se ha diluido en la colectividad.
    El ‘hombre-masa’ definido por el Sr. Ortega y Gasset ha ganado la partida en dos ámbitos: los medios de comunicación y el sistema educativo.
    El espectáculo, la diversión y el chismorreo cobran primacía sobre la información.
    El ‘hombre-masa’ no se identifica con la gente poco instruida o con las multitudes que acuden a los partidos de fútbol.
    Por el contrario, el ‘hombre-masa’ es el ‘especialista-bárbaro’ o el ‘sabio-ignorante’, es decir, el ‘idiota-especializado’.
    Para los monárquicos, el Sr. Ortega y Gasset, era uno de los responsables del advenimiento de la II Republica. Para los republicanos era monárquico. Para los sectores más reaccionarios del franquismo, el Sr. Ortega y Gasset era uno de los responsables de la ‘descristianización’ de la juventud española. Para la izquierda antifranquista, el Sr. Ortega y Gasset era un reaccionario elitista y precursor del fascismo.
    Yo creo que D. José Ortega y Gasset no fue un filósofo que se ‘metió en política’ sino que la actualidad y la reflexión políticas formaban parte de su propia actividad filosófica….
    No nos diluyamos en la colectividad….

    • Y, como dice la letra de la canción:

      «Eres tonto!
      Y mañana al despertar, saltar de la cama
      Luchar tu mañana, mirar a la cara
      Que no eres nada»….

  4. Extraordinario, Marcelino. Pero me has hecho una putada, y perdona la expresión ¿Cómo averiguo si soy uno de esos hombres-masa, o no?

    Me has dejado con la duda

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