De lunerías a soleares. Javier Ruiz “En marcha”

Pedro Miguel Ortega Martínez .- De nuevo el periodista radiofónico, natural de Ciudad Real, vuelve a las antenas de toda España por Onda Cero, desde su emisora en Toledo. En esta  novena temporada de verano, pero con un cambio en horario, sus editoriales “Lunerías” que se emitían en las madrugadas laborales de otros meses de agosto, han pasado a emitirse entre horas de la tarde noche como “Soleares”, a orillas de la capital del Tajo, de 18 a 22 horas.

opinionSegún cabía esperar, la calidad del programa “En marcha” no ha perdido en ningún sentido. Sigue Ruiz dirigiendo un equipo de grandes profesionales, nada menos que dieciocho repartidos por las diferentes emisoras del grupo. Más un numeroso colectivo de fieles oyentes que le vamos siguiendo entre una temporada y otra. Todas estas variantes convierten el trabajo del director y su equipo, en un programa de la radiodifusión española con categoría. Es ameno, tiene en consideración noticias de cualquier índole, ofrece diferentes secciones para entretener al oyente, además de hacer posible que los mismos participen de forma directa: bien por el sencillo teléfono, aprovechando las actuales vías sociales de comunicación, o manteniendo abierto un museo de carteles on-line.

EN-MARCHA-Verano-de-2017-recortadaPor otro lado, siempre que se trata de un cambio en el horario, se producen esas propias consideraciones de quienes puedan estar a favor o en contra. Lógico y normal. Pero a la vista del sentir participativo de sus oyentes, quienes vienen cuidando a su cargo un muro de Facebook: “En Marcha”, como grupo público, el interés y consideraciones habidas hasta la fecha son bastante positivas. Algo característico de un joven profesional que se precie, como Javier Ruiz, quien acepta nuevos retos, ama su trabajo y los resuelve con un margen cuyo rumbo es la merecida meta donde él mismo ha rotulado: “Futuro, último destino”.

El sentido humorístico otorgado a sus trabajos, o la seriedad con que trata temas culturales de envergadura, hace de este breve artículo una muestra más de gratitud entre las muchas que recibe a diario. Un licenciado que concede a su locución un sentido llano, a ras de suelo por donde anda cualquier paisano, célebre o anónimo, consigue que su labor periodística brille con luz propia, se entienda y sea apreciado entre las diferentes capas de cualquier clase social.

Esto es auténtica comunicación, no doctrina de cátedra en la más prestigiosa universidad; porque es así como sus alumnos, los de Javier, pues los tiene y son al mismo tiempo sus admiradores, se ilustran nutriéndose del culto orador que se coloca al otro lado del micrófono. Una de nuestras características culturales es, precisamente, la sonrisa; porque así es como se debe entender la vida, el relacionarnos unos con otros y hacernos sentir, según logra Javier,  ser joviales como lo viene demostrando él cuando asume una responsabilidad competitiva de esta envergadura. Felicidades y enhorabuena a todos. ¡Salud!

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