Entre la ansiedad de uno de tantos actos reivindicativos por lo que acontece en Cataluña y el ajetreo de las compras en las tiendas o en la carpa de la Feria de Stock, un rincón de la calle General Aguilera estaba reservado esta mañana al sosiego y la paz. Allí, ajeno a la ansiedad sabatina, estaba Nagual, un ciudadrealeño que conjuga la espiritualidad con el beatbox (ritmo y música solo usando la boca), sentado sobre su amplificador.
Beatbox espiritual en la calle
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Es relajante ver a este hombre, trasmitiendo paz y relajación, pero veo poca gente escuchándole.
Es bueno, que los músicos se den a conocer, en las calles de nuestras ciudades, como se hace en el resto de Europa. Nos queda mucho por aprender.
Quizás sea porque aquí no tenemos desarrollado el sentido rítmico.
¿Qué tal organizar un campeonato provincial de ‘human beat-box’?….
Me gustaría realmente hacer eso 🙂