Voluntarios de Cáritas, cristianos en la frontera

Fermín Gassol Peco. Director Diocesano.- “En este momento de la historia, en medio de enfrentamientos, pobrezas y descartes, el Señor nos está llamando a los cristianos a anunciar a Jesucristo con nuestras palabras y, sobre todo, con nuestras obras. Nos está diciendo con fuerza: «Iglesia, anúnciame, da sabor y luz a esta tierra que está insípida y tiene muchos lugares oscuros»” (Cardenal Carlos Osoro).
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En su carta pastoral “Pobres, Caridad y Misión”, el arzobispo de Madrid llama a todos los cristianos para iluminar con sus vidas a un mundo que se debate como nunca entre una preocupante pobreza de ideas, valores y Fe. Estas tres palabras, pobres, caridad y misión, íntima trilogía cristiana, expresan lo que la Iglesia ha sido, es y está llamada a ser.

Que la Iglesia, los cristianos debemos ser ante todo luz del mundo y sal de la tierra son palabras expresadas por el mismo Jesús. (Mt 5, 13-16), atañe pues a la sustancialidad del mensaje evangélico y por lo tanto eclesial. Luz entre los creyentes y luz para quienes no lo son. Luz para los que viven de una manera más o menos profunda las promesas de Fe abrazadas en el bautismo y Luz para aquellas personas indiferentes, alejadas, ignorantes o enemigas de esa Luz que también las hay. Luz y Sal para todos los humildes de corazón, para los bienaventurados, para los abandonados y marginados. Una Iglesia misionera pronta a llevar la caridad cristiana a los pobres, a los desfavorecidos de la tierra.

Y en este contexto y de una manera especial nos encontramos los voluntarios de Cáritas; cristianos que ejercemos hoy nuestra vocación con frecuencia en la frontera, allá donde se encuentran los límites que separan muy diversos mundos de excesos y carencias. Y digo diversos, porque existen muchos lugares en la tierra que son “frontera”; fronteras de bienes necesarios para vivir, fronteras ideológicas, religiosas, morales. Fronteras que delimitan la pobreza material, la pobreza cultural, la pobreza que margina; fronteras étnicas, fronteras mentales, fronteras cordiales,…en definitiva, la gran frontera que separa los dos mundos, el de la riqueza desmedida, egoísmo y suficiencia y el de la pobreza, generosidad y humildad.

Pero nuestro testimonio debe ir algo más allá para ser profético. Esto significa que hemos de vivir nuestra vocación también en la frontera político social. Sabiendo a quien representamos, la Iglesia y en nombre de quien hablamos, Jesucristo Resucitado, siempre desde la humildad, caridad y verdad, desde una Fe firme, nuestro testimonio personal cristiano ha de aportar hoy luz entre aquellos organismos en los que Cáritas está presente.
Estas organizaciones con una finalidad marcadamente social pero a veces con presupuestos distintos a los principios cristianos y a la dignidad del ser humano, creo deben estar iluminadas por esta Luz trascendente, profunda y definitiva que ayude a encontrar verdaderas soluciones a los múltiples y distintos problemas humanos. ¿Acaso estos colectivos a los que pertenecemos no suponen también una frontera?

Pobreza Caridad y Misión están significando que la Fe debe ser la de las obras, la del compromiso, la de la involucración en el mundo para, en medio de él, poder iluminarlo. Fronteras que hablan de ateísmo, agnosticismo, descreencia, pasotismo, des-apetencia hacia el amor a Dios pero también de una civilización que mira desde un distanciamiento cada vez mayor a esos millones de personas, de hermanos que van quedando en las cunetas de la historia. ¿O acaso la pobreza de valores no es también una frontera?

“Salir a la calle puede producir un accidente. Quedarse encerrado, enferma. Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. Ustedes son el motor de la Iglesia que organiza el amor –Cáritas– para que todos los fieles trabajen juntos, respondiendo con obras concretas de misericordia. Ustedes marcan el paso para que la Iglesia esté cada día en el mundo. Ustedes ayudan a los demás a cambiar el curso de la propia vida. Son la sal, la levadura y la luz. Ofrecen un faro de esperanza a los necesitados”.

Con estas palabras ¿No nos está diciendo el Papa Francisco de una manera clara y explícita que nos quiere en la frontera con todos los riesgos que ello conlleva?

El voluntariado de Cáritas ha de ser pues, testimonio de fraternidad ejercido y vivido en la frontera, en aquellos lugares donde la Iglesia ha de estar hoy presente de una manera especial para hacer llegar la Buena Nueva, para iluminar a esos lugares oscuros que refiere el Cardenal Osoro y Francisco nos demanda.

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