La muestra ‘Sorolla. Tierra adentro’, expuesta en el Museo de Santa Cruz, supera los 10.000 visitantes desde que se abriese al público

La exposición ‘Sorolla. Tierra Adentro’, que desde el 28 de diciembre de 2017 se muestra en el crucero superior del Museo de Santa Cruz de Toledo, ha alcanzado en el pasado fin de semana el visitante número 10.000 y cuenta con buenas previsiones de asistencia hasta su clausura, el próximo 8 de abril.

Esta muestra fue inaugurada en el Museo Sorolla de Madrid en febrero de 2016, y posteriormente ha podido ser vista en A Coruña y Murcia, pero la versión que se puede contemplar en el Museo de Santa Cruz es la más amplia, con un total de 68 obras de pintura.

Producida por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y la Fundación Museo Sorolla con la colaboración de la Fundación Impulsa Castilla-La Mancha, la exposición se mostrará en el crucero alto del Museo de Santa Cruz de Toledo del 28 de diciembre de 2017 al 8 de abril de 2018; y del 18 de abril al 22 de julio de 2018 en la Casa Zavala de Cuenca.

Comisariada por Carmen Pena López, reconocida especialista en la pintura española de paisaje en los siglos XIX y XX, la exposición se centra en el género del paisaje, fundamental en la evolución de la pintura moderna: considerado “menor” por la academia hasta siglo XIX, fue en cambio colocado por el realismo en la vanguardia de la innovación y la experimentación.

Si algo identifica la pintura de Sorolla es su trabajo al aire libre y en plena naturaleza. Los escenarios de luz intensa de las costas de Valencia y Levante son su referente más conocido; sin embargo, “tierra adentro” realizó numerosos paisajes de enorme calidad e importancia: estos paisajes interiores sitúan a Sorolla en el contexto general de las inquietudes artísticas del realismo final y también de las corrientes intelectuales renovadoras de la Institución Libre de Enseñanza y los regeneracionistas españoles.

Tras la fracasada Revolución del 68 y el desastre colonial, tanto los pensadores como los artistas contemporáneos de Sorolla buscaron una imagen nueva el país, alejada de la representación historicista de las glorias pasadas, y la encontraron en el puro paisaje, tanto en las regiones de la periferia peninsular como en la meseta central y de Castilla; en ésta particularmente se descubrió una estética geológica del suelo -según Giner de los Ríos- y un espiritualismo en línea con el gusto decadentista europeo. Para ellos, Castilla sobria, austera y trascendente, sería la imagen más auténtica de la nación.

Inmerso en aquella cultura, y en contacto con gran parte de sus protagonistas, Sorolla dio nuevas versiones a los diversos paisajes españoles, profundizando en su nuevo sentido y significación, desde los de la Alhambra deshabitada a aquellos de los campos desolados y viejas ciudades castellanas, que descubrió en compañía de Aureliano de Beruete, magnífico pintor de paisaje e ilustre institucionista.

La exposición se divide en cuatro ámbitos, la ‘Mitología regionalista y naturaleza. La Valencia de Sorolla’; ‘Sorolla en verde y gris’; ‘La invención de Castilla como emblema nacional’; y ‘La España blanca’ de Joaquín Sorolla, una versión moderna de la invención romántica.

Particular interés tiene para la región la docena de paisajes ‘toledanos’ presentes de la parte dedicada a Castilla. Sorolla recorrió Castilla en múltiples viajes y se unió a la fascinación por su paisaje que sintieron los institucionistas y la Generación del 98. Un paisaje inédito hasta entonces como tema en la pintura, pero que emocionaría a toda una generación de escritores y artistas con el descubrimiento de su carácter sublime y su poética del vacío. Alejándose del tópico todo lo posible, Sorolla busca la autenticidad de aquellas tierras, pintará sus ciudades monumentales -Toledo, Ávila, Burgos- y también su naturaleza, centrándose en las nubes y sus transformaciones, y en las luces cambiantes del cielo.

La exposición incluye en su itinerancia castellano-manchega tres cuadros que no se han mostrado anteriormente en las otras sedes, y que son tres de los gigantescos bocetos que pintó Sorolla en 1912 para la configurar monumental decoración de la biblioteca de la Hispanic Society de Nueva York. Se trata de ‘Tipos de la Alcarria’, ‘Tipos manchegos’ y ‘Tipos de Lagartera’.

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