La mujer del Valle (7)

Pero fue su experiencia, la peripecia de su vida misma la que lo dotó de los argumentos para mantener en contra de lo que sostenía Jean Jacques Rousseau, cuyas Confesiones, consideró deliciosas, que el hombre es de mala naturaleza original.
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La mujer del Valle

Manuel Valero

Capítulo 7

Un niño con un pedazo de chocolate pegará a otro niño que se le acerque para cogerlo. Luego tal vez le ofrezca un poco con la misma espontaneidad con la que se lo negó. Y ahí tienes el ejemplo: de natural agrede al intruso que quiere su chocolate pero luego le ofrece. Se lo niega naturalmente y se lo ofrece espontáneamente. Las reglas del juego de la vida es que lo mete al hombre en cintura. Es la sociedad la que hace bueno al hombre, o al menos lo contiene. Sin leyes ni normas el hombre sería libre en su maldad y se cumpliría la terrible máxima que pontificó Darwin: la vida es únicamente de los fuertes, es decir, de los malos o los más malos. Es usted desconcertante. Jamás en mi vida he conocido a una persona como usted. A Abdón le agradaba esa admiración que había despertado en el policía que investigaba el caso del asesinato de Araceli Sotelo, cuyo cuerpo descubrió en su rutinario paseo por el campo. Parece mentira lo que da una vida, le dijo el policía, usted inicia sus estudios a los sesenta años y ha tenido tiempo de ejercer por otros treinta. Esa suerte es impagable. ¿No se le ocurrió optar a una plaza de profesor? Si te soy franco, muchacho, te diré que sí, pero solo por experimentar qué demonios se siente cuando uno comienza a trabajar rayano en la jubilación y en un empleo que nada tiene que ver con la mina. Pero consideré que ese alarde era más bien un acceso de vanidad que otra cosa. Quise ilustrarme, adquirir cultura, leer mucho, pensar en el hombre y en su destino, reflexionar sobre lo que otros hombres han indagado respecto de la existencia, tanto su absurdo como su maravilla. Con que me dijeran el minero sabio ya estaba pagado y cubierta la vanidad. ¿Le decían el minero sabio? Así es, joven. Qué temeridad. Nadie es sabio porque cuanto más sabio se es más se asombra uno. Me suena eso. Sócrates. Eso es, que los jóvenes de hoy en día estáis engatusados con la celeridad y los artilugios inteligentes y no os paráis un poco a investigar cuanto hay escrito, que es un universo entero. Y dígame, señor, tirando más para lo nuestro, quiero decir, para lo mío. ¿Qué se le ocurre a usted que le pasó a esa pobre desgraciada. Que la mataron. Eso es evidente. Que la mataron en un lugar distinto al que fue encontrada. También eso entra dentro de nuestras pesquisas. Tal vez en otra ciudad. Quizá en la capital. ¿No han rastreado en su cacharros que esa muchacha era profesora de baile? Desde luego. La trajeron a este paraje bien muertecita a la pobre. ¿La mataron en la capital? Puede que sí y puede que la mataran en la capital, pero del Reino no de la provincia. Desde Madrid aquí se tardan dos horas y media viniendo bien. Encaja. La trajeron de noche y la enterraron con prisas porque esas cosas se hacen con prisas aunque se crea que se está salvo, y salieron pitando. Un crimen sexual queda descartado, señor, no han aparecido señales de que esa bailarina fuera violada. Ni rastro de semen, ni nada y su parte íntima intacta. Sí, eso es lo más extraño. Y los tatuajes. Y los tatuajes. ¿Un crimen esotérico, ritual, de gente diabólica, o de personas maléficas que quieren experimentar lo inenarrable? Bueno, en ese punto estamos, amigo. ¿Pero sabe una cosa? Tengo confianza en ustedes, en la policía. Tarde o temprano se resolverá el caso y tú serás reconocido como un buen policía. Ya lo soy, señor. Mejor aún.

Tal vez dieran con el misterio. Tampoco era tan descabellado el caso, viéndose lo que se veía por los noticieros de la televisión o en los periódicos digitales, imágenes incluidas, y luego toda esa súper producción de películas y series de televisión, a cual más rocambolesca, de muertes extrañas, portentosas, sobrenaturales. La juventud está harta de ver esas cosas, está tan entrenada en la ficción que cuando pasa en la realidad, les parece común. Locos, el mundo y todos ustedes. ¿La policía también? De tanto ir tras los malos y los locos acabáis igual con una parte de la cabeza allí y la otra en otro lado. ¿Y usted? Uno no tiene edad para volverse loco si no se ha vuelto ya. Los tiempos han cambiado tanto que hasta parece que las manecillas del reloj avanzan más rápido.

Sí. En sus tiempos el tiempo era lento. Y los asesinos eran capturados y publicadas sus horribles caras en la prensa, pero esos asesinatos pasaban en la gran ciudad y de vez en cuando en el corazón plácido de un pueblo remoto, como ocurrió en Puerto Hurraco. Poca intriga pese a la mucha sangre y a la locura descontrolada. Los cogieron y luego se supo la espeluznante historia de los asesinos y sus hermanas y el odio mineral que profesaban a una familia rival. Todo muy elemental, sin nada de sofisticación. Asesinos de boina y pana y escopetas de caza. Como otros. El Caso daba información de los crímenes que salpicaban la España de Franco y la España democrática. Casi todos se resolvían. Excepto ese de las pobres niñitas de Alcasser. A Abdón le tembló el labio inferior por un latigazo de pena. Fue tan horrible que sobrecoge recordarlo, dijo Wen. No, sobrecoge porque hay más sombras que certezas. Como pasó con la pobre Charito.

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2 COMENTARIOS

  1. En realidad, no todo es blanco y negro. No todos los asesinos son psicópatas, así como no todos los psicópatas son asesinos.
    Aunque debemos tener en cuenta que cualquiera que entra en la escena del crimen toma algo de ella y deja atrás algo de él.
    La escena del crimen es el principio, la base de la investigación.
    Seguimos muy atentos…….

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