Con la pata quebrada

José RiveroLa tertulia celebrada en la sede de la Academia del Cine, para hacer público el galardón otorgado en 2018 a Diego Galán (Medalla de oro de la Academia), tuvo una particularidad significativa. Y es que, con anterioridad a la proyección del documental Con la pata quebrada (2012), del premiado Diego Galán, éste estuvo acompañado por Fernando Lara.

Quienes fueron en los primeros años setenta, el santo y seña de la crítica cinematográfica de la mítica revista Triunfo. Una especie de Zipi y Zape de la revista que se componía y redactaba  en la plaza del Conde del Valle de Súchil. Donde habían tomado el relevo de Manuel Villegas primero y después de Cesar Santos Fontela. Dualidad rara y a veces complicada de la función de crítico, en la medida en que entre ellos operaba un cierto reparto de cometidos y tareas.

41Arqoo0OaL._SY445_Fernando Lara, más volcado al cine internacional; y Diego Galán, con la mirada puesta en el cine nacional. Por eso lo afirmado por el primero de “algún día se aclarará la relación de Lara y Galán”. Aunque luego no hubo tal. Y algunos pensaron que ese desdoblamiento, era pura ficción. Escribían sus críticas al alimón, sin separaciones y barreras. Cosa que luego se reveló falsa. No eran, ciertamente, Lara y Galán una suerte rediviva de Jeckyll y Hyde de la crítica cinematográfica.

Tareas asimétricas de ambos críticos pero plagadas de dificultades. Y así, Fernando Lara, muchas veces no podía hablar de lo que aquí no se veía por mor de la censura, que impedía la proyección de películas exteriores por razones políticas, sociales y sexuales. Y allí cabía todo, en las prohibiciones, digo. Daba igual la huelga que el pubis, el maoísmo que las caderas: todo era reprobable. Mientras que eso ocurría Diego Galán iba levantado una topografía del territorio nacional que luego daría juego con efectos retrospectivos. En la medida en que para hablar del cine nacional había que realizar largos circunloquios por estrechas avenidas y desiertos bulevares. De ese recorrido, infructuoso a veces, darían cuenta posteriores trabajos. Tales como el libro escrito (ahora si, al alimón) 18 españoles de posguerra (1973). Donde a fuerza de hablar con muchos protagonistas de esos años que van desde 1945 a 1973, se iba rellenando la foto fija. Que se colmataría de sentido, con el trabajo desplegado por Galán en la revista Tiempo de historia, que dirigiera Eduardo Haro Tecglen. Donde el trabajo de hemeroteca, que daba pie a la sección homónima, era ya un buceo por el pasado. Un pasado que ahora Diego Galán rememora “… porque cuando era adolescente vivía en Tánger y había unos cines justo al lado de mi casa que ponían todos los días tres películas españolas. Las veía varias veces. Me las aprendí prácticamente de memoria. Me hice especialista en Paquita Rico y, cuando vine a España, se me quedó esa afición por el cine español, de modo que ahora, que al cabo de los años, que la Academia me dé un premio es de una emoción curiosa, significa acariciar esa adolescencia mía”.

15247663354821Sin esos precedentes de entrevistas y de visionado del cine nacional es incomprensible entender la realización de los dos documentales construidos sobre el cine que vieron nuestros padres y sobre el cine que detestábamos en nuestra última juventud y que quisiéramos olvidar. “La culpa de que hiciera La pata quebrada la tuvo Fernando Rey, porque me dijo en una entrevista que la única revolución verdadera que había ocurrido en el siglo XX era la de la mujer, y ahí empecé con la idea”.

Lo más sorprendente es que  Con la pata quebrada, esto es con la visión de la mujer y su imagen en el cine español, tendría una secuela con la visión similar del varón, en el nuevo documental de Diego Galán Manda huevos (2016).  Y es que el trabajo de ambos documentales, requería una nueva mirada sobre todo el cine del pasado: del comprometido, al comercial, del cine de autor, al cine del disparate, de la Tercera Vía, al cine del desencanto, del destape al cine baturro y rural.

LARA GALANY así afirma Galán: “El trabajo consistió en ver todas la películas de nuevo, buscando aquellas escenas que tuvieran que ver con el tema de la mujer. Un trabajo agotador. El joven montador no tenía ni idea de cine español y le parecía todo espantoso. El trabajo del documentalista Juan Sánchez fue estupendo”. Tras seis meses continuos y el visionado de 1000 películas, Con la pata quebrada viajó a Cannes en 2013. “Fue propuesto en el certamen francés por Esther García y aceptado, por lo que hubo que correr para llegar. Fue un éxito. Tuvo mucho recorrido en Francia y otros países europeos”, hasta el punto de que le ofrecieron hacer los mismo con otros países como México, invitación que rechazó al considerar que lo tiene que hacer cada país con un cineasta nacional. “Pero da mucho trabajo y la gente no quiere”, afirmó Galán.

Algo parecido podría decirse de película gemela, aunque sin esos éxitos internacionales que tuvo la primera.

Por eso la afirmación de Diego Galán al iniciar el coloquio tras la proyección de Con la pata quebrada: “Tras ver ahora de nuevo el documental, más que fijarme en la mujer, descubro una imagen patética de nuestro país, una imagen de España horrorosa, triste”. Y es que hasta el cine que elude, o lo trata, la realidad, vuelve a ella, por la puerta falsa.

Periferia sentimental
José Rivero

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1 COMENTARIO

  1. Un repaso en imágenes de cómo reflejaban las películas españolas de la eterna dictadura franquista la manera en que eran vistas las mujeres. 
    Bueno, ahora hay partidos políticos que defienden esto. En fin,…..

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