Memorias de un hombre común (17)

Cuando acabé el bachillerato me llamaron a filas. Mi padre, orgulloso de su hijo sano y feliz, que había superado los pavos de la adolescencia sin más contratiempo, con el inocente baldón de una dosis de golfería aceptable para su autoridad, sin recovecos peligrosos que pusieran en duda la bondad del régimen, pese a la indumentaria setentera de pelambrera, jersey ajustado y pantalón campana, me dijo: Vas a cumplir con tu deber con España.memorias

Memorias de un hombre común

Manuel Valero

Capítulo 17

Si aún tienes alguna tontería debajo de esa mata de pelo se te quitará con disciplina y rigor. Franco es viejo, pero lo ve todo. Venga, padre, no diga usted tonterías. Hazle caso a tu padre, dijo mi madre. Y si todavía no te ha cuajado la hombría, vendrás como un español de bien. Mi padre no hablaba así de fino, me permito la licencia de traducir su habla humilde a la corrección académica. Mi madre no dijo nada más. Era enero del año 1974 y a las cinco de la mañana estaba en la estación rumbo a Madrid, a un lugar que le llamaban el Hoyo de Manzanares. A mí la mili no me daba miedo.

Era una oportunidad para viajar a otro lugar, de conocer a compadres de uniforme. Debo reconocer que lo militar me sugería un cierto atractivo, pero como todo el mundo deseaba que el tiempo pasara rápido y regresar a mi pueblo y a mi trabajo. Para entonces yo ya le había echado el ojo a una muchacha que trabajaba de dependienta en una tienda de ropa y como era una tienda que procuraba estar a la moda de la capital, era una chica moderna y muy atractiva. También tenía el bachiller elementar y le gustaba leer. Por eso se apuntó al Círculo de Lectores, cosa que hice yo también pagándome la suscripción con mi dinero. La conocí dos meses antes de mi incorporación a filas y aunque bailábamos juntos y nos veíamos en la primera discoteca que se abrió en el pueblo y de vez en cuando paseábamos solos, apenas me dio tiempo para intimar lo suficiente. La tarde de antes de mi puesta de largo como soldado de España, la esperé a la salida de su trabajo y caminamos un buen trecho por las calles alejadas del centro. Hablamos de todo y de nada pero a la hora de la despedida la besé por primera vez. Yo le pregunté como si fuera un galán de cine que si me esperaría. Ella me lo preguntó a su vez. A lo mejor conoces a otra. Madrid  es Madrid. Yo le dije que no me iba a Madrid Madrid sino al Hoyo de Manzanares y que me iba a la mili no a trabajar. Volví a preguntárselo. Ella me respondió: No lo sé, a lo mejor. Te escribiré todos los días. Y bueno, fue una conversación básica aplicable a cualquier mozo de mi edad en aquellos tiempos. Volví a besarla y ella me apartó luego de un dulce intercambio de saliva y me dijo mirándome a los  ojos y muy resuelta. Si hay algo nos lo decimos por carta a la menor ocasión. ¿Qué quieres decir? Que si tú conoces a otra o a mi me gusta otro chico nos lo escribimos. Vale.

A las cinco de la mañana estaba en la estación formado, vestido de civil, mirando a los otros chicos. Había de todo, locuaces, extrovertidos, tímidos, asustados. Uno de los muchachos que era de Almodóvar dijo. Vamos maquinista, que se acaba la guerra, jajajaja. Otro que tenía gafas de intelectual sonrío sardónicamente. Otro llevaba una botella de coñac 103 escondida bajo el abrigo. Un poco de jarabe para la trinchera, dijo. Risas de los que tenía al alrededor. Yo me limitaba a observar, tranquilo. Dicen que en grupo las empatías y las antipatías surgen de modo natural. Yo miré al de las gafas, se llamaba Guillermo, y él me miró a mí. Fue una suerte. Hicimos el campamento juntos y nos quedamos en el mismo campamento después de jurar bandera, como soldados monitores. Él se hizo cabo primero, yo me quedé en soldado raso. Pero fuimos amigos durante el servicio militar, de guardias, de maniobras, de borracheras, y de conversaciones que a veces me recordaban las que tenía de niño con mi tío Paulino. Al licenciarse él se fue a Venezuela a trabajar a una refinería y nunca más volví a verlo.

Siempre le agradeceré que me abriera los ojos a la realidad, al hecho de que España era una dictadura militar en Europa, donde los ciudadanos elegían a sus políticos, incluso en la monarquías y que en la Europa del Este y en la Unión Soviética había una república popular que concebía la democracia desde la perspectiva del obrero que hacía obsoleta por innecesaria y hueca la democracia liberal burguesa. Yo le hablé de mi tío y de sus rarezas y de su peculiar situación. Aunque su credo que no era otro que el anarquismo estaba proscrito por el dictador, para a mí era un familiar, si, pero mi tío era una persona con un alma grande y noble. Así que regresé de la mili ciertamente más hombre y más maduro para analizar la realidad, con las primeras sacudidas de contestatario y con la certeza de que antes o después el régimen debería transformarse en algo más democrático, por las buenas o por las malas.

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4 COMENTARIOS

  1. Bueno, la ‘mili’ no fue suprimida sino suspendida.
    Afortunadamente, en la sociedad española nadie cree ya que se deba perder la vida por la defensa del país…….

    • Charles la mili fue suspendida porque el movimiento de la insumisión crecía como la espuma. Jóvenes con ideales que se negaban a coger un arma y a ir a la guerra.

      Y lamentablemente todavía hay mucha gente que no sé si moriría, pero que si mataría para defender a su país.

      Y claro, la pregunta es: como se defiende un país? Otras creemos que con justicia social e internacional y solidaridad

  2. Me gustan muchos los relatos, he cogido cariño a los personajes, sobre todo al tío.
    Me ha sabido a poco Guillermo y su idea del anarquismo.
    Gracias por publicar estos relatos, me traen recuerdos, trasmiten ternura y sonrisas.

    • Gracias. Ciertamente la mili obligatoria fue eliminada por un gobierno del PP, en parte por nuestra presencia en la OTAN, la nueva tecnología bélica, el mundo de después de la caída del muro y por supuesto la fuerte crecida de insumisos y objetores. Lo de la paz mundial es un sueño…se me antoja imposible por la condición humana. Hasta hace bien poco en el mundo bipolar, capitalistas y comunistas se apuntaban con un ejército de ojivas nucleares. Un saludo a los dos.

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