Faltan trabajadores, sobran metafísicos

Emilio Aparicio Díaz.- Soy agricultor. Y este año, especialmente, ha faltado mano de obra para la recolección de la aceituna. En fin, no quiero hacer de la contratación de trabajadores un asunto ideológico, ni volcar términos en desuso como proletariado (mejor decir, «proletario posmoderno»).

Tampoco utilizaré el término empresario agrícola, tan en boga últimamente, como para edulcorar en este flagrante eufemismo el hecho de que ser agricultor es básicamente ser un pringao…

Así y todo, tengo que decir que la cosa de la contratación de trabajadores ha adquirido este año tintes ideológicos; pero en el sentido de la inoperancia del término “ideológico” o su falta de causalidad, respecto del efecto esperado o deseable en función de los distintos individuos –pertenecientes a diversas categorías ideológicas- que, lejos de que su signo político u orientación ideológica haya sido determinante, conditio sine qua non, a la hora de una decisión que verifique una diferencia, muy al contrario, se ha posicionado como principio homologador y de invariabilidad en la respuesta que todos me dieron: “Que te ayude tu abuela”.

Invité a uno de Vox, y me dijo que fueran los inmigrantes; a uno del PP, y me dijo que qué corbata debía ponerse; a uno de Ciudadanos, y me dijo que no, a menos que el mono fuera naranja. ¿Naranja? ¿En serio? –le dije- ; ni que fueras a Guantánamo (iba a Guantánamo…) A uno del PSOE, y me dijo no se qué de alienación del individuo; a uno de Podemos, y…, uno nunca sabe si molestar a un hombre en estado psicotrópico…

No es por mal meter con estas estereotipias mías de tal mal gusto, pero -y sin que mi ánimo sea el derivar esto hacia la afrenta entre el mundo rural y el mundo urbano-, no siendo el problema de carácter ideológico (o sea: de lo que en función de las distintas corrientes de pensamiento individual se piense  o influya este pensamiento sobre el hecho de reconocer la dignidad del trabajo agrario y su repercusión sobre la tasa de paro del español/ola); entonces, tendrá uno que pensar lo que pensaba la gran filósofa Simone Weil (trabajó sin que se le cayeran los anillos como obrera agrícola): “La separación creciente a lo largo de la historia entre la actividad manual y la actividad intelectual ha sido la causa de la relación de dominio y poder que ejercen los que manejan la palabra (hoy, básicamente los políticos, pero también los aspirantes seculares a vivir de un subsidio, antes de mancharse las manos) sobre los que se ocupan de la actividad productiva.” Lo del paréntesis es mío…

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3 COMENTARIOS

  1. Los jornaleros abandonan su trabajo en el campo para trabajar en otros sectores, como la hostelería, que da más dinero y las condiciones no son tan duras.
    Y no es un problema actual, sino que ya hace 10 años en los que comenzó a notarse esta carestía…..

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