Impunidad y democracia

Como es sabido, Juan de Mariana defendió el tiranicidio. Sin mencionarlo expresamente recurrió a la teoría dualista, en donde el rey representaría los principios orientados al bien común de su pueblo.

Cuando el monarca dejara de actuar como un rey, y se convirtiera en su opuesto, un no rey, ya no sería merecedor de ser considerado como tal. Era un acérrimo defensor de la monarquía; por eso, para preservar la institución, era preferible deshacerse de quienes conculcaran los principios del buen rey.

Ponía el ejemplo del trágico final de Enrique III de Francia:

“Lamentable espectáculo que en pocos casos será digno de elogio, pero en el que los príncipes pueden comprender que no pueden quedar impunes sus audaces e impías maldades

Mariana afirmaba que para alcanzar la justicia eran necesarias la ley y la fuerza. No le faltaba razón al talaverano.

Hoy los tiempos han cambiado y a los no presidentes de gobierno se les premia con una pensión vitalicia.

Se podrá argumentar que en una democracia son los votos quienes quitan y ponen a los gobernantes. Quizá la cuestión no esté en el procedimiento más o menos democrático, sino en los frutos.

Llevamos cuatro décadas esperando resultados. Los primeros años fueron de hipnotismo colectivo. España entera abrazaba lo que le pusieran por delante. Con Franco muerto se acabó la rabia, se pensaba con excesivo reduccionismo en ciertos círculos.

Por el bien de España se votó una Constitución en cierto modo tramposa. Utilizar la fórmula clásica del plebiscito, decidiendo en una sola votación sobre aspectos dispares y complejos sin posibilidad de aceptar unos y rechazar otros, con el único aval del respaldo partitocrático recién llegado al poder, dejó bastante que desear. Como Franco acababa de morir y él encarnaba todos los males posibles, la gente confió.

Por el bien de España se pulverizó el tejido industrial.

Por el bien de España, Adolfo Suárez estuvo a punto de llevarla a la ruina con una pésima gestión económica. El profesor Fuentes Quintana, responsable de los Pactos de la Moncloa, se quejaba de la irresponsabilidad de aquellos que hoy se nos presentan como próceres de las libertades reconquistadas. De entonces a la fecha, esta empresa común llamada España ha tenido unos “directivos” incapaces de dibujar una curva de aprendizaje virtuosa, y en vez de dar a luz mejores dirigentes políticos se ha esmerado en lo contrario. Nuestros líderes son cada vez peores.

Juan de Mariana planteó el recurso extremo al tiranicidio el último año del siglo XVI –De rege et regis institutione, 1.599– Hoy sería imposible hacerlo. La dictadura de lo políticamente correcto lo llevaría ante los tribunales, como mínimo ¿De verdad somos más libres? ¿Qué habría pensado de unos gobernantes que aceptaron sin rechistar que el papel de España fuera convertirse en la playa de Europa? ¿Qué pensaría al ver cómo todo exmiembro de un gobierno, independientemente de su mérito o demérito, es literalmente “colocado” en un puesto apacible y bien remunerado? Quizá se preguntaría por qué en una democracia los altos funcionarios públicos –v.g.: los gobernantes- no son sometidos al cesar de sus cargos a un juicio de residencia igual o parecido al que él conoció, y una legislatura tras otra los incumplimientos, las falsedades, la corrupción, la indefensión exterior de España, son sometidos tan sólo al juicio de las urnas para volver a las andadas.

Pedro Sánchez es el paradigma de este continuo declive. Desde luego, no el único

Sánchez no ha sido presidente de ningún gobierno; no ha gobernado; se ha limitado a dejar la nave de todos en manos de las corrientes y las tempestades, mientras un experto mago llamado Iván Redondo combinaba palabras, imágenes y consignas, en un gabinete contiguo al camarote del capitán, con las que confundir a un pasaje perplejo, cuando no pasmado.

Sánchez ha sido, y es, un no presidente. Ya sabemos el pensamiento de Mariana sobre los no reyes y el por qué de su opinión.

¿Qué clase de empresa común hemos construido, cuando vemos su impotencia para engendrar élites comprometidas y capaces?

Las legislaturas se han ido sucediendo y nadie se ha arremangado para revertir el problema demográfico. Nadie ha hecho nada por el modelo productivo salvo multiplicar las banderas azules de nuestras playas. Y sencillamente no lo hacen porque sería conculcar el pacto de hierro no escrito. España no está en la UE para ser industrial; su función es broncear las pieles blancas del tridente nacido de la paz de Westfalia: Alemania, Francia y el RU.

Nadie ha hecho nada por poner a nuestro país en un lugar en el mundo a pesar de su enorme potencial. Nadie hará nada por la España interior, que literalmente se muere. Entonces, ¿para qué votamos? ¿Para que cualquiera se vaya como si tal cosa a su Registro de la Propiedad; de director general al FMI; de conferenciante de lujo; al Consejo de Estado; a la ONU, por decir miembros y “miembras”; o de “apaciguador” en el drama venezolano; y todo sin ningún juicio de residencia que revise sus acciones? Los votos pueden con todo, al parecer.

Por lo que se ve, la soberanía nacional consiste en volver una y otra vez a las urnas cuando al partitócrata de turno se le antoja, y hacerlo, además, mansamente y agradecidos?

¿Para esto sirve la democracia liberal vigente desde hace ya dos generaciones?

El problema no nace del pueblo llano. Es la minoría dirigente toda –no sólo la política- que actúa por cooptación y en pro de sus intereses de parte.

Haríamos bien en movilizarnos de abajo a arriba; no esperemos nada en sentido contrario. La cuestión estará en el virtuosismo de los principios que pugnen en el enfrentamiento dialéctico. No hay que tenerles miedo; ni a uno ni a otro. Aunque alguno de ellos disguste y los portavoces del sistema lo señalen como a un enemigo, lo será menos que quienes se empeñan en fomentar el “status quo”, abanderando una moderada tibieza letal para todos.

Sin tapujos
Marcelino Lastra Muñiz

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7 COMENTARIOS

  1. Según el panteamiento que haces, Felipe Borbón V palito es un NO Rey, porque antepone la legalidad a la Democracia, según se desprende de su discurso en el premio que le dieron los juristas en Madrid el otro día por su defensa de la España en descomposición que tanto claman los exageraos de derechas y ultraderechas.

    Yo pensaba que eso de anteponer la legalidad a la Democracia era más propio de las dictaduras.

    Puede ser?

    Por cierto, de acuerdo contigo, vayamos a votar, y nada de mansos, pero también a un referéndum para cambiar la Constitución y la forma de Estado. Y para encajar a los territorios en una España diversa en la que tengan cabidas todas las formas de ser y pensar. Matemos de una vez por todas el pensamiento único que aún pervive en la mente de los cuñaos franquistas acérrimos que ahora se hacen llamar los «Sin Complejos».

  2. Rompedor, brillante, realista y certero.

    Precisamente ayer ley un artículo sobre el juicio de residencia que se hacía a los virreyes de América cuando abandonaban el cargo.

    Cayó en desuso cuando curiosamente a través de los Borbones se impuso el absolutismo regio. Era el Rey y no los súbditos quien hacía rendir cuentas al alto funcionario.

    Ante la imposibilidad de exigir una responsabilidad jurídica de mala gestión a los dirigentes políticos, sólo queda confiar en la tecnocracia. Los técnicos de la Administración sí están sujetos a esa responsabilidad patrimonial que debería demandarse a todo cargo político.

    También existe la jurisdicción contable del Tribunal de Cuentas, pero atiende a los casos de malversación de fondos, pero no a las decisiones de gestión pública. Esta jurisdicción se queda muy corta.

    Juzgan las urnas…y la Historia.

    Y con ello traigo a colación a Gustavo Bueno, que gustaba de decir lo que no gustaba a los españoles porque era un intelectual auténtico. Decía que cada país tenía la TV que se merecía.

    Pues efectivamente, también cada país tiene los políticos que se merece.

    Aunque hoy me atrevería a decir, que estamos pasando ya la edad del pavo democrática. Cada vez somos más los que exigimos reformas en nuestro sistema democrático.

    Nadie puede pretender blanquear la corrupción de saltarse las leyes en base a que se considera legitimado por las urnas.

    Toda organización social racional y justa parte de un elemental principio de legalidad con el que legitimarse.

    Con Franco también se votaba…pero eso no significaba que hubiera democracia.

  3. España era un botín. Hoy es una escombrera donde los principios morales más abyectos han encontrado acomodo. El artículo de don Marcelino me parece de los más lúcidos. Nos advierte del sacrificio que nos espera. Una mezcla de dolor y esperanza. Un placer leerle.

    • Lo que realmente dicen los números es que los Españoles eran un valor, pero con la Ley de Suelo de Aznar y la reforma laboral de Rajoy, los españoles son una ruina y sus viviendas el botín de los bancos que ellos recuperaron.

      Es lo que pasa cuando estáis en el Gobierno, que el egoísmo os puede.

  4. Lo cierto es que el milagro se produjo. Y es que una vez aceptado el fin de la dictadura, también hubo que aceptar pulpo como animal de compañía. Esa labor le fue encomendada a D. Adolfo Suàrez, que acabó convertido en àrbitro de la situación. «Spain is different» y el baño de Palomares, definitivamente, dotaba de superpoderes……

    • Y eso que el PSOE no tuvo complejos para ejercer eso tan dictatorial como es el terrorismo de Estado…

      El franquismo continuó también en el PSOE.

      No hay más que comprobar el origen familiar y político de muchos líderes del PSOE.

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