Con 40 años más pero nunca de más

Manuel Valero.- En España hasta hace muy poco decías la cifra de los 40 años con su connotación de noche militar y enseguida te venía a la memoria el régimen de Franco. Con los guarismos que evocan el paso del tiempo glorioso o terrible me pasa lo mismo.

Cuando era niño veía por las calles, en pancartas y en tapias de solares pintadas con el trazo gordo de una clandestinidad que no lo era la frase de los “25 años de paz”. Yo creo que fue la primera vez que fundí en mi discernimiento infantil la cara del régimen con esa cifra que para mi interpretación conceptual tenía algo de místico, salvífico. Y así el orden aparente de cuanto me rodeaba, la radio con el himno patrio a todas horas, la moral en las relaciones adolescentes y adultas, la disciplina militar en los colegios y la doctrina igualmente militar en la educación, la severa jerarquía del trabajo, el amenazante infierno que nos aguardaba detrás del más mínimo pecado como nos recordaba una iglesia adscrita al régimen, la sensación de estar permanentemente vigilados, ese orden aparente digo… caló tanto en mi porosa piel de infante debilucho que consideré que todo aquello obedecía a la normalidad de la Historia y al encaje natural de los tiempos. No había otra cosa que Franco y su doctrina porque la figura del Caudillo, los 25 años y la paz significaban lo mismo. Esa fue mi infancia como la de muchos lectores de MICR, seguro.

Pero el tiempo transcurre sin freno humano posible y el guarismo de nuestro recuerdo infantil cambió así cambio el año y aumentó el cifrado casi hasta la paz perpetua. Aún en los 70 vivía el señor de El Pardo y el conductor de los destinos todos, homologando su alargada figura a la de otros insignes héroes nacionales como Viriato, Don Pelayo, Isabel y Fernando y así. Y todavía en 1974, año en que comencé la carrera de periodismo sobrevivía el señor del bigotillo con voz de pitiminí. Y todavía al inicio de segundo de carrera en 1975 como me recuerdan ahora los inicios de carreras… delante de los grises malvivía el guardián de la civilización inhumanamente  entubado en la cama de un hospital. Entonces las manifestaciones no eran manis, eran otra cosa en las que de vez en cuando se le escapaba un tiro a alguien o un bote de humo a bocajarro.

Cuando murió el del Pardo cuya diaria presencia en algunas televisiones me sobrecoge hoy porque de tanto verlo lo veo resucitado, envié un artículo a Lanza titulado Una corona para la Libertad, a sabiendas de que el artículo no sería publicado. Pero me equivoqué y se publicó. Mi tesis en aquel texto era un poco ingenua y un tanto hiperbólica, pues desde mi atalaya de insignificancia manifiesta le pedía al Rey el mismo día que se coronó, que reinara para todos sin distinción alguna y que de algún modo trajera bajo la regia corona la libertad y la democracia. O sea, yo mismo. Todo estaba ya pactado como se supo después pero yo no lo sabía. Fueron las primeras líneas que publiqué en el periódico que como una cabriola del destino se convertiría en mi sustento. Hoy, creo que hay un deseo inhóspito de regresar sentimentalmente a aquellos tiempos para que los hijos de los izquierdistas- o no- de entonces no desmayen de inanición.

Pero todo pasa…y todo queda, sí. Y así pasaron muchos años, 36 desde que el General (ísimo) ganara la guerra e implantara su paz de correaje hasta que palmó, y casi 40 hasta se aprobó la Constitución.

Y se puso el reloj a cero y el tiempo imbatible, correoso a perpetuidad comenzó una nueva  cuenta que en realidad era la misma. Y año tras año nos hemos plantado en otros 40 años de ayuntamientos democráticos que de algún modo neutralizan los 40 años de franquismo o al menos equilibran la balanza de nuestra Historia reciente. Ambas cifras son una resta magnifica para comenzar muchas cosas desde cero: por ejemplo el del ejercicio de la política como alternativas de gestión y no como una guerra, incruenta pero guerra, cuerpo a cuerpo, como un destrozo de vidas, ejecuciones civiles en los mass media y las redes, como una fábrica de picadillo, de todos contra todos, de espionajes, de penumbras inquietantes, de imposturas, de espectacularización de la vida púbica y la política,  por alzarse con la batuta incluso regresando del pretérito imperfecto algunos jirones de momia. De ganar contra los otros. Y así es imposible ponerse de acuerdo para actualizar la Constitución.

El 3 de abril de 1979 se celebraron las primeras elecciones municipales democráticas cuando estamos a dos meses escasos de celebrar las próximas elecciones municipales democráticas y si tuvimos la sensación de que realmente algo había cambiado fue precisamente con la cercanía de un gobierno elegido, no impuesto. Yo estaba en la mili, de guardia en una central eléctrica en un pueblo de la provincia de Segovia y me interesé por el resultado de las elecciones en mi pueblo, Puertollano: 12 para los socialistas, 7 para los centristas de la UCD y 6 para los comunistas.  Me llevé un alegrón porque el régimen de mi infancia, el que había sublimado como lo tácitamente establecido sin cambio posible, el que había ignorado cuando a los quince abracé por primera vez el cuerpo de una muchacha que se dejó abrazar y el que había desmitificado en los años intensos de los últimos tiempos del Antiguo Régimen y el despertar casi repentino a la Historia en el campus universitario, había desparecido definitivamente. Había caído un mito, se elevaban ante mis ojos otros: la izquierda humana, el comunismo rebelde e igualitario, incluso, el anarquismo intelectual y libérrimo.

Cuarenta años de ayuntamientos democráticos, que se dice pronto. No son nada en la contabilidad de la Historia, media vida en la existencia de una persona, que es como decir casi la vida entera. Luego de aquello vinieron días de vino y rosas, el uno por las otras y las otras por el uno, pero había tal intensidad en las calles, tanta energía, tantas ganas de recuperar el tiempo perdido que costaba respirar.

Desde 1979 hasta ahora han pasado muchas cosas, además de cuatro décadas, cosas contables, otras no tanto, los años tejieron el pasado de cada cual porque el tiempo no es sino camino, sobre la tierra o sobre el mar, y a un mito le sucede otro y otros que has de desmitificar a medida que la nieve se hace costumbre en la cabeza de uno. Hoy tenemos una larga perspectiva para enjuiciar con serenidad lo que fuimos y lo que hicimos pero más que eso importan los otros 40 años venideros que habrán de ser libres o no lo serán porque los mitos, al menos los falsos mitos, al contrario de los auténticos, tienen los años contados. Que ustedes lo voten bien cuanto les toque.

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13 COMENTARIOS

  1. Don Paco ha muerto, sí. Pero cuando sabemos fehacientemente que el Gobierno Rajoy ordena a su policía (política) que espíe y redacte informes falsos contra , en este caso,Podemos, para que unos periodistas de dudosa catadura los publiquen, el espíritu de Franco está muy vivo. Por desgracia.

  2. Bueno, algunos hubieran preferido que Franco fuera inmortal, pero no quiso Dios. Con la llegada de los nuevos tiempos tendrían que dar vivas a la democracia y a la Constitución, esos engendros producto de la debilidad de los liberales e intelectuales que son la puerta de entrada de la decadencia y el libertinaje.
    Y es que Franco era indiscutible, por eso murió en la cama. También es verdad que, como el resto de los humanos, se empleó en durar lo máximo posible.
    Lamentablemente, el dichoso fascismo que parecía una farsa de opereta, presidido por un general bajito y rechoncho con voz de castrato, sigue vigente y completamente vivo cuarenta años después. Porque con Franco no murieron cuarenta millones de españoles……

    • Vosotros hacéis a Franco inmortal.

      Resulta que para la izquierda está más vivo hoy que en los años ochenta.

      Lo necesitáis porque vuestro programa o es un disparate, o no lo tenéis.

      Celo por no perder poder para el partido, eso os sobra.

  3. En el 78 los españoles decidieron pasar página a su historia reciente. Los desatinos republicanos previos (siglos XIX y XX), los intentos de secesión de algunas partes del país y otros desmanes de «los políticos» (insisto en que son los responsables de los males de la humanidad), dedesembocaron en una guerra entre hermanos. Hemos progresado lo indecible. Pero esos «políticos» se empeñan en abrir heridas y lo están consiguiendo….para ruina de todos.

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