¿Qué escuchamos cuando decimos que escuchamos? – La forma

En 1981, el pianista de jazz Chick Corea grabó el que para mí (para mí) es su mejor disco, con Michael Brecker al saxo tenor, Steve Gadd a la batería y Eddie Gómez al contrabajo: ThreeQuartets. Decía el propio Chick Corea que considera a esta formación como una formación tan clásica como pueda serlo el cuarteto de cuerda en el Clasicismo.

Y creo que no le falta razón. Estos instrumentos combinados – tocados con absoluta imprevisión, cada uno con su rol y sus características diferenciadas – pueden complementarse y escucharse a la vez perfectamente;y por tanto,podemos fijarnos continuamente en los detalles que suceden si uno tiene voluntad de prestarles atención. Es por eso que siempre he detestado ir a un club de jazz, y tener que soportar a la gente de las mesas más próximas, hablando sin ningún reparo mientras otros tocan, y aplaudiendo cuando corresponde. Como niños chicos.

La música, en general, se hace con la conjunción de distintas partes (o Voces); de las cuales, alguna será la parte principal, la “voz cantante”. Una escucha inteligente requiere no solo captar la parte o línea melódica principal, también las partes restantes.Todos tenemos canciones que hemos oído infinidad de veces, y nos vemos capaces de predecir en cada nueva audición hasta el menor detalle. Pues eso… Necesitamos retener los distintos momentos musicales en la memoria para reconocerlos a posteriori.Pero el problema de la escucha no radica en la comprensión del instante, sino de lo que sucede desde el principio hasta el final, del proceso evolutivo de la música: de una manera o de otra, una obra musical consiste en tomar motivos musicales de referencia, para ser repetidos, transformados, variados, contrastados …

A veces, las composiciones emplean estrategias formales relativamente convencionales. Por ejemplo, en un concierto barroco, la estructura formal se entiende perfectamente: algo parecido a un estribillo (Ritornello) se intercala entre distintos momentos de intervención del solista (Solos). El Ritornello puede transformarse ligeramente, abreviado o cambiando de Tono y Modo. Hasta quien desconozca estos términos, es capaz de apreciarlo. Aunque el modelo descrito se someta a múltiples variantes, los conciertos de Antonio Vivaldi son muy similares. En el caso contrario, podríamos hablar de las fugas de J.S. Bach, un auténtico prodigio de invención melódica y de inteligencia compositiva– en el sentido etimológico de la palabra: con-poner, conjugando y añadiendo Voces, ideas musicales o sus transformaciones – de combinar el respeto a la convención con la transgresión de las reglas previstas. Cuando uno es capaz de percibir cómo, en las obras de J.S.Bach, se escucha lo mismo una y otra vez, pero de distinta manera, uno deja de maravillarse por el gusto que destilan sus líneas melódicas, o su capacidad de escribir distintas líneas a la vez (lo que se conoce como Contrapunto), para subir otro peldaño más en la admiración por este pilar de la música.

Alguien que desconozca cómo funciona la estrategia de creación formal de una pieza, podrá disfrutarla mucho, sin duda, pero va a perder mucha información sobre la propuesta creativa. Hablo de detalles básicos, que no están ocultos, sino al alcance de la audiencia. Mientras que la estrategia formal delConcierto es bastante evidente, la estrategia formal que hay detrás de una sonata clásica de F.J. Haydn, una pieza de Claude Debussy, de Dimitri Shostakovich, de Doménico Scarlatti o un madrigal de Luca Marenzio, ya es “otro cantar”. Escuchar requiere actitud, pero también conocimiento.

Porque, en definitiva, oír depende del nervio auditivo, en constante actividad, y escuchar implica un ejercicio de comprensión y de mantener la atención. La diferencia entre oír y escuchar, radica en la intención del oyente. Porque las piezas musicales, cualquiera que sea su contexto, adquieren su valor completo con el transcurso del tiempo, en el punto final, en la Cadencia. Eso requiere del oyente concentración, observación de los detalles, relacionar lo que sucede en distintos momentos, cierta empatía, y cierta capacidad de lograr algún tipo de reacción o emoción.

Antonio Fernández Reymonde
Ruido Blanco

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4 COMENTARIOS

  1. Excelente, Antonio. ¿Por qué no haces una ponencia en el Conservatorio, tipo aprender a escuchar? Te lo agradeceríamos muchos.

  2. Magnífico artículo, D. Antonio. Y es que escuchar música es una de las pocas actividades que implican el uso de todo el cerebro.
    Por cierto, soy un gran admirador de Michael Brecker. Para mí, fue el saxofonista perfecto……

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