El cantil del diablo (11)

Un relato de Manuel Valero.– -¿No comprendo? Qué es lo que ocurre en esta isla. Hay comentarios y rumores pavorosos –dijo Pino.

-Así es y de hecho son fomentados como un ardid para que la gente no se atreva a adentrarse en estas aguas. Lo hacen tan bien que incluso celebran ritos inventados, orgías y fiestas que acaban con todos borrachos como cubas. Pero en realidad están ocultando que…

Los hombres parecieron escuchar un ruido. Daniel hizo un gesto con la mano para que se callaran. Efectivamente eran los hombres desarrapados que habían dado con el escondrijo.

-Bien ahora tendremos que bucear un poco, espero que no os dé miedo nadar debajo del agua…

-¿Pero, qué es lo que ocultan?- preguntó Diana con premura. El rumor de los perseguidores era cada vez más cercano.  

-Una mina de plata, tan rica que el mineral aparece en estado puro casi sin ganga ni escoria, como si la plata se hiciera en las entrañas de la tierra con tanta pureza que parece imposible. Solo hay que extraerla, subirla a la superficie y lavarla. Ese es el verdadero misterio de la isla. Lo demás, el rapto de chicas con destino a América, los sacrificios, todo eso es mera tapadera. Hay gente importante de la región involucrada…

-Y… las palomas?- dijo Paula

-Bueno, de alguna manera tendré que informar a las autoridades…

-Pero por dónde…

-¿Por dónde escapan? Mirad.

Daniel les mostró  un pequeño agujero en el penacho de vegetación por el que se colaba un tenue rayo de luz. De repente escucharon el silbido de una bala.

-Son ellos, amigos, así que rápido, ¡seguidme¡

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