Manolita Espinosa, poeta y escritora

Jesús Millán Muñoz.– María Manuela Espinosa López, Almagro, 1935. Es una escritora, que toca casi todos los géneros: el ensayismo, la poesía, la narración, la investigación…

Como todo ser vivo, también los escritores y escritoras, son y existen en un mundo, son como un árbol, tienen sus raíces profundas en sí mismos, y su tronco que está en la intemperie, que son sus circunstancias y situaciones existenciales, y después, las ramas y hojas y frutos.

Todo ser humano, lo deseé o no, ofrece sus frutos al mundo. En nuestro caso, esta persona, porque antes de ser escritora, es y ha sido y será una persona, se ha dedicado, entre otras obligaciones y dividendos de la existencia al mirar, al observar, al sentir, al pensar. Y de todo ello, de esas raíces han surgido palabras, frases, enunciados, conceptos, ideas, argumentos. Lo que llamamos literatura, después, los humanos se han inventado o diseñado, paquetes de formas de expresión, que denominan “novela, teatro, poesía, ensayo, relatos cortos, aforismos…”.

Sin victimismos, debemos aceptar, la realidad, escribir-pensar en la Mancha, durante décadas ha sido una obligación-función-finalidad difícil. Indicar difícil, es quedarse corto. Pero esta planta nacida en las soledades-mantos-llanuras de esta tierra, gris y amarilla y azul, ha sido capaz de crear una obra, una producción de valía. Por estos lares, siempre se siente, se piensa, se dice entre grupos y contertulios, que esta misma persona y su obra, si hubiese nacido con sus raíces en otro lugar de esta Piel de Toro, incluso, hubiese escrito lo mismo, en otros idiomas, sería más valorada y conocida, sería un monumento, mayor o menor, pero con referencia en las artes y la cultura y las letras de Celtiberia-Sefarad-Hispania-Iberia. Pero quizás, es uno de los precios que hay que pagar, una de las cruces, por ser-existir-respirar-nacer-seguir siendo-estando en estos lugares-territorios.

Ciertamente ha recibido diversos premios y menciones y homenajes, no podemos negarlo, ha conseguido publicar muchos libros, la biblioteca de su localidad, la gran Almagro, ha puesto con acierto su nombre en sus doseles, pero siempre, siempre queda ese regusto-silencio-voz-eco-hueco que quizás, lo que se cría en estas tierras-tiempos, más en el pasado que en el presente, no se valora suficiente en el resto del mundo. Quizás, Madrid como enorme imán, se lleva todos los méritos, o siguiendo el antiguo adagio de siglos: “sólo se puede triunfar en las letras si te trasladas a la Corte”, es decir a Madrid.

Como nuestra escritora indica, su producción cultural surge de la necesidad, de su necesidad, y del amor hacia la humanidad, hacia la creación podríamos indicar. En tiempos tan complejos y tan revueltos que nos ha tocado vivir, aunque yo pienso-siento, que todos los tiempos son revueltos y liosos y enfangados y cíclicos y torbellinos y laberintos y espirales. Ciertamente, unos más que otros, pues las personas caen en ellos, como meteoritos y, tienen que existir y vivir, en ellos y para ellos y de ellos. Aquí y en ese mundo, este ser, esta persona, esta poeta nos ha dado una visión de la realidad. Necesitamos a los poetas, porque ellos y ellas, nos ofrecen flujos y reflujos de posibilidades de ser y existir, de entender y comprender, de imaginar y de soñar y de pensar y de sentir. Puede que no sean visiones totales y completas, puede ser que sean fraccionarias, parciales, incompletas, limitadas, pero nos enseñan algo del ser-existir-vivir-respirar, algo de lo racional y lo irracional. Esa combinación-coctel eterno sin medida y sin término y sin fin…

Indica que su labor o poesía es o se desarrolla “en el camino de la belleza, de la verdad y del amor”. Estas palabras que ella misma nos expresa, pueden sintetizar y resumir, gran parte de su existencialidad y de su poetización-interpretación del mundo. Diríamos que esa sinfonía de la realidad, la expresa con otra sinfonía de la creación. Lo natural no humano se convierte en natural-cultura humana.

Ese es el milagro del ser humano, posiblemente desde Chauvet, los humanos, no solo pintan en las cuevas, sino que también relataban historias y narraciones, que serían como en casi todos los siglos, una mezcla de religiosidad-cotidianeidad-existencialidad-vivencialidad, con los conocimientos, o protoconocimientos de hace treinta mil años. Quizás, esa necesidad sea y haya sido la misma, solo que ha ido evolucionando y cambiando. Al final, quizás, esa necesidad de interpretar la naturaleza y la sociedad y el yo mismo, eso es todo, todo lo que encierra una persona, toda persona interpreta el mundo, una poeta, como es nuestro caso comentamos, intenta hacerlo o añadirle no solo veracidad y verdad y bondad, como todo ser humano hace, sino también belleza. Esa mezcla de belleza-verdad-bondad, que nuestra autora expresa con la palabra “amor”.

Para no cansar más, para invitar a que usted, grande o pequeño, culto e inculto, bucee en este mar-galaxia de las palabras-sinfonías de esta mujer poeta, término con una de sus frases o versos o canciones o flechas a la eternidad:

                        “Siempre he creído en los Hombres

                        en los Libros y en los Niños. Y he creído                

                        en las Palabras, que nos lleva a la gran Sinfonía

                        del entendimiento y el Amor universal”.

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