La cultura de la paz

Rosa Ana Rodríguez Pérez. Consejera de Educación, Cultura y Deportes.- Hay días -tanto de mi época de escolar como de maestra- que recuerdo con un cariño especial. Uno de esos días es cuando celebrábamos el Día de la Paz. Durante esa jornada normalmente organizábamos actividades especiales, hablábamos sobre la paz y sobre la guerra y, sobre todo, intentábamos todas las compañeras y compañeros, ya fuera como estudiante o como docente, convencernos de que la paz era posible. 

Desde que tenemos datos, no ha habido en la historia de la Humanidad un único día en el que haya habido paz mundial. Convivimos con la guerra, pero no queremos acostumbrarnos a ella. Las guerras son sociedades que luchan entre sí y quienes construyen las sociedades son, en su mayor parte, las escuelas y las familias. Desde la educación se construye lo que una sociedad desea ser, adonde una sociedad desea llegar, lo que la sociedad puede transformar. En las escuelas se trabajan los valores y los hábitos que esperamos que se asienten en nuestras comunidades.

Hay que enseñar Educación para la Paz en los colegios, en los institutos y, por qué no, en la universidad. Es probable que un chico o una chica no pueda evitar una guerra hoy, pero sí, quizás, pueda evitar un conflicto mañana. Educar para la Paz ofrecerá herramientas a nuestros hijos e hijas y a nosotros mismos para reforzar su desarrollo como ciudadanos que defiendan pacíficamente sus derechos y los de toda la ciudadanía. Si queremos una Educación de calidad, debemos transmitir estos valores de manera permanente y mediante nuestro ejemplo; como profesionales de la Educación, como representantes políticos o, meramente, como adultos.

Los conflictos son inevitables; no podemos pecar de ingenuos, pero educar para la paz y en la paz nos permitirá no sólo resolverlos sino conseguir el respeto hacia y de los demás; preocuparse por el prójimo y ser comprensivos. Es decir, los tres valores necesarios que trenzan una sociedad sana y pacífica: el respeto, la solidaridad y la tolerancia; porque la paz no se puede educar de manera aislada. La paz es un conjunto de valores. 

Hoy en día multitud de centros educativos llevan a cabo programas, proyectos, actividades y metodologías para trabajar la educación para la paz, tanto de la mano del profesorado, como de los tutores y tutoras, de los educadores y las educadoras sociales, desde el departamento de orientación y, no pueden faltar, desde las familias e incluso desde entidades públicas y privadas. A todos ellos quiero felicitar por una labor que paradójicamente se trabaja para beneficiarnos mañana pero ya se siente hoy. Gracias a ellos, casi ningún chico o chica permanece impasible ante el acoso escolar o ante el trato discriminatorio o ante las ofensas de género. Todos y todas reconocen que eso es injusto, pueden no saber explicar por qué, pero todos saben que lo es y que hay que denunciarlo.

Terminaré con tres citas imprescindibles para reflexionar. La primera, de un político; la segunda, de una educadora; la tercera, de un organismo. “No hay camino para la paz: la paz es el camino” (Mahatma Gandhi); “Lo único que los políticos pueden hacer es evitar que haya guerras. Establecer la paz duradera es obra de los educadores” (María Montesori); “Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz” (UNESCO, Acta constitutiva de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura).

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