La tercera crispación

Miguel González Caballero. Diputado Nacional.- “Dicen que les duele España pero lo que realmente les duele es no gobernar España, y ese dolor se les hace insoportable”. (Pedro Sánchez).

Esta actitud que tiene hoy en día el PP me recuerda a cuando de niño jugaba al fútbol con mis amigos y el chico que tenía el balón se iba, dependiendo del buen corazón del muchacho el juego podía continuar sin él o, en el caso de que se llevase el balón, quedarnos sin jugar todos los demás.

A la derecha de este país le ocurre lo mismo que le pasa al muchacho del balón, se piensan que sin ellos el juego no puede continuar, piensan que el balón (el poder) sigue siendo únicamente suyo, de ahí que no soporten ver tocar a otros jugadores SU pelota.

A esta rabieta de niño pequeño que tiene ahora mismo el PP algunos le han dado el nombre de crispación, y no es nuevo. España vive la tercera ola de crispación. Una ola más picada que las anteriores (Las de González y Zapatero), que se mueve con rapidez en un mundo dominado por las Fake News, las redes sociales y la presión al PP de un partido como VOX; que ha hecho de la mentira y el odio social su carta de presentación.

¿Pero, qué es la crispación? José María Maravall en “La Confrontación Política” la define como la forma de convencer al votante mediante el descrédito personal del adversario. Consiste en llenar el debate público de insultos, anunciando el apocalipsis zombi cada semana, y hacerlo de tal forma que sea un verdadero espectáculo; si ayer Zapatero era un “perfecto imbécil”, Rubalcaba un “indigno”, hoy Pedro Sánchez es un presidente “ilegítimo”.

La crispación enrarece la democracia, haciendo que el aire político sea irrespirable, todo ello para confundir al ciudadano, impidiendo que  pueda analizar las políticas; subida de las pensiones, aumento de los salarios, mejora del Estado del Bienestar, para escuchar únicamente insultos.

En la política de la crispación dan igual los hechos, lo que importa es dar un gran titular, cuánto más histriónico, mejor. Da igual el sufrimiento de las víctimas de ETA, ni que pidan que no utilicen su nombre para fines partidistas, da igual la opinión de los familiares de la persona desaparecida en Mallorca, da igual que la mitad de tu partido votase en contra de la Constitución.

Lo importante para el crispador siempre es la performance, nunca los hechos. En esto, la portavoz del PP,Cayetana Álvarez de Toledo, se lleva la palma, pero también tenemos aprendices en nuestra tierra como el líder del PP castellanomanchego; Paco Núñez.

Es necesario que el PP cambie de actitud. Con ello el debate público ganará en altura, se alejarán de ser engullidos por un partido como VOX, e incluso en el futuro podrán volver a  ganar la confianza de muchos votantes de centro-derecha que no quieren ver rabietas de patio de colegio, sino a políticos sensatos.

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