La vida de los otros

Mi cuñado trabaja de normal frente a un ordenador, en una industria que no realiza servicios esenciales.

A pesar del aumento de las restricciones de movilidad que ha aprobado el Gobierno, en su empresa han encontrado unas triquiñuelas legales para que mi cuñado, como sus cien compañeros, vaya a trabajar a la sede de la empresa, y no desde casa. Y es que,para el gerente, el teletrabajo es un pretexto para escaquearse. Ea.Y que nadie se sorprenda, los españoles somos así, unos enteraos, sabemos de todos y de todo. Detrás de cada español hay un seleccionador nacional de fútbol, un presidente del gobierno, un economista, un biólogo, un abogado … Me produce cierta indignación ver cómo se convierte al Gobierno en un monigote al que se le responsabiliza de todo, de una cosa y de lo contraria, sin que nadie haya salido a decir oportunamente “sí, estoy de acuerdo con que no se pare la actividad laboral” o “sí, estoy de acuerdo con que por fin se haya parado la actividad laboral”. Ya habrá tiempo de hacer balance de la gestión actual de los gobiernos nacional y regionales, y del desmantelamiento de la sanidad pública que hizo el Gobierno anterior (¿recuerdan la marea blanca?). Lo que toca ahora es lealtad y colaboración.Simplemente, porque no creo que éste sea momento de acentuar las diferencias, sino la unidad, a todos los niveles.

Por mi oficio de profesor, me ha tocado hacer teletrabajo. Hay que resolver con urgencia, y tirar de recursos propios, sea de equipamiento o de habilidad en el manejo de aplicaciones informáticas, tan nuevas e intuitivas que a veces te desespera reconocer la medida de tu propia incapacidad. Lo que antes se hablaba, ahora hay que escribirlo. Lo que se acentuaba con la gesticulación, ahora hay que editarlo. Lo que en una clase presencial se solucionaba con inmediatez, ahora cuesta un tremendo sobreesfuerzo, traducido en incremento en horas de trabajo, sedentarismo y fatiga mental. Tenemos que aprender demasiado rápido y no es fácil acertar. Hace poco hubo una convocatoria para salir a las ventanas a determinada hora para aplaudir a los docentes (como se hace por los sanitarios) por el esfuerzo que hacen para que una generación no se vea afectada en su formación por este parón. No lo secundé. No es porque no sea corporativista, que no lo soy; ni porque crea que sea una minoría de profesores los que trabajan a destajo, porque tampoco lo creo. Tal vez a nosotros, profesores, nos ha tocado ahora trabajar más de lo habitual. O tal vez no tanto, pues el trabajo de profesor nunca se ha limitado a las horas lectivas. Esa es la lectura que algunos hacen de la vida de los otros. Pues de igual modo, no podemos hacer una lectura de las otras vidas, la de los transportistas o los tenderos; la de las personas que viven con ansiedad; los que se han quedado en el paro, los autónomos o los empresarios; la de la gente que está sola; la de las familias desestructuradas; ni mucho menos, la gente que convive de un modo u otro con la causa de fondo que nos ha puesto en esta tesitura: el coronavirus.

La razón primera para haber enfermado ha sido el azar, no la conciencia del riesgo. Vivir en un sitio u otro, convivir con una persona infectada sin saberlo… Si la mayoría nos vamos librando de la infección, ha sido principalmente por no haber estado en el sitio equivocado en el momento equivocado; y porque a partir de la conciencia colectiva del riesgo de la enfermedad, hemos normalizado hábitos preventivos nuevos. Peor ha sido lo de las personas contagiadas por atender de un modo u otro a gente enferma. Pero con independencia de cómo se pudo contagiar uno, no puedo imaginar como puede ser la ansiedad que viven los otros, aquellos que están enfermos con fiebre y tos, o que conviven en casa con gente enferma, o que tienen familiares hospitalizados sin poder tener visitas, o que asisten impotentes a la falta de medios para combatir al virus a un lado u otro de la cama… No puedo, no quiero imaginarlo, porque los que lo viven de cerca te cuentan, con palabras y con la expresión de su cara, el horror que se vive en los hospitales de toda España, con la advertencia repetida de que no se nos ocurra pasar por allí.

Por eso, cuando salimos a aplaudir, yo siento cierto rubor al escuchar música. Celebramos que estamos vivos, pero no sé si nos hacemos una idea de lo que otros están pasando, y si no pudiéramos contener un poco ese momento de alegría, para mostrar más consideración por las personas a quienes se pretende rendir homenaje.

El confinamiento es una extraña experiencia que nos da la medida de lo que somos, sea cual sea la situación en la que estemos. Nos hemos vuelto más egocéntricos, y más que nunca ignoramos lo que sucede en otras casas. Nunca antes como ahora, ha sido tan acertada la expresión de que cada persona es un mundo, donde la familia es un sistema solar. Desde que nos hemos familiarizado con las “gotículas” y la biología molecular, ha crecido la referencia y la atención que antes teníamos de nuestro organismo. Es como el espacio de una tienda de campaña, tan pequeño vista desde afuera, tan amplio desde adentro. No es que nos deba o no importar el tipo de vida que se lleve en otros mundos, pero ahora mismo hay a la vez muchas realidades diferentes y nuevas. No nos hemos vuelto locos, sabemos que hay vida fuera de nuestra vivienda, pero esta situación trastorna nuestra noción de la realidad; nos cambia. Y cuanto más dure, más nos hará perder su perspectiva, la que nos da el entorno, el contexto de las cosas. El tiempo dirá si los cambios que sufriremos serán pasajeros o no. Llegará el momento en que volvamos a ampliar nuestro espacio, de galaxias y universos… en un planeta Tierra, que como nunca antes nos ha parecido tan pequeño. Aunque, en definitiva, persona y planeta, uno e infinito, son realidades absolutamente opuestas.

Pares y nones
Antonio Fernández Reymonde

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20 COMENTARIOS

  1. Hay que tomarse este confinamiento para enriquecerse y fortalecerse, ordenar y priorizar las cosas que realmente merecen la pena en la vida……

  2. Magnífico. Como el que publicó usted el domingo. Como casi todo lo que publica. Por desgracia abunda la sinrazón, la intoxicación, la manipulación…

  3. La vida de los otros: esa es la GRAN prioridad. No sólo debemos quedarnos en casa, sino callar cuando no tengamos nada interesante que aportar.

    Es el momento de escuchar a quienes se han ganado el derecho a hablar, y eres uno de ellos. El otro día no te lo pude decir porque no había comentarios en el artículo, pero aprovecho hoy, aunque me interese poco MCR.

    Gracias Antonio por poner algo de inteligencia entre tanta basura revuelta. Gracias a los profes que cada mañana nos mandan un correo con todas las tareas de nuestros hijos y mantienen el ritmo casi como si no pasará nada.

    Saludos.

  4. Un pequeño recordatorio al primer párrafo. En la crisis del Ébola del 2014, sin muertos, a excepción del sacrificio de un perro, que podía contagiar la enfermedad, se armó la marimorena. Entonces, nuestro presidente del gobierno actual, señor Pedro Sanchéz, pedía explicaciones al señor Rajoy, por lo que el entendía que era un espectáculo de incompetencia que había generado preocupación y alarma social. Hablaba de desgobierno, descontrol, desinformación, desamparo, desvergüenza y descoordinación. Y El vicepresidente Pablo Iglesias, pedía responsabilidades en Estrasburgo.
    https://www.eldiario.es/sociedad/Pablo-Iglesias-Estrasburgo-criticas-Gobierno_0_311819599.html
    https://twitter.com/Esperpentizador/status/1235678009908252673
    Al resto nada que objetar. Tiempo habrá.

  5. No sé si llegará el momento en que conecte con algún artículo suyo. Siempre están sesgados de ideología. Detrás de cada español hay un profesor, un articulista me parece que ha faltado, entre más cosas. A usted le ofende escuchar música y si es el himno me imagino, que para que más. Cuando salgo a aplaudir me da igual la música y también el estilo. Veo a gente respetuosa y con ganas de vivir, con muchas ganas de empezar a producir. nos califica en estos momentos de egocéntricos. Eso será usted. Ahora más que nunca que hemos parado pensamos en los fallecidos, enfermos, sanitarios y en otras muchas cosas que se llevará el virus por delante. Encima con la desgracia de tener al peor gobierno posible para salir de esto.

    • Estimado sr. Neutral.

      A las 8 de la tarde, mi vecino pone música. Nada que objetar, ni soy tan puritano, ni seré yo quien le diga a nadie lo que tiene que hacer o no ¡Solo faltaría! Simplemente he expresado mi sentimiento particular. Pero ya le digo que para gustos musicales soy un poco rarito…
      No sé si me creerá o no, pero si mi vecino no la pusiera, yo tocaría el himno de España, la marcha real. 1 voz, 1 himno. Pero «Resistiré», esa canción con arreglo de karaoke, se ha convertido de forma más o menos espontánea en el himno que toda la gente tiene en la cabeza, ¡qué le vamos a hacer!
      De todos modos, si le interesa mi opinión sobre los himnos, y todavía tiene la esperanza de disfrutar con la lectura de algún artículo mío (cosa que agradezco, y lo digo sin ironía), le invito a leer:

      https://www.miciudadreal.es/2017/06/05/himnos-sin-pasion/

      La única forma de ser fiel a uno mismo y evitar el sectarismo es reconocer también los méritos del adversario (que no es enemigo) y tener la capacidad de ser autocrítico. De todos modos no es momento para la crítica. Porque la crítica merece el derecho a réplica, y así se puede generar (como se genera) un debate interminable que si conduce a algo es hacia la desconfianza y el rencor hacia el prójimo. Ya se sabe que cuando uno quiere llevarse bien con alguien de poca confianza, deja aparte de la conversación algunos temas (como decir cual es tu equipo de fútbol favorito y a qué partido votas).

      Al hablar de egocentrismo, simplemente me refiero a que a fuerza de estar confinados, valga la redundancia, es inevitable estar más encerrado en uno mismo. Es otra vía de reflexión, sin intención alguna de ofender, y que (como el resto de opiniones) se puede compartir o no.

      Y tiene razón, detrás de cada español también hay un articulista y un profesor que te da lecciones (sobre todo cuando es padre o madre, y a menudo cuando también es profesor/a)… pero ese es otro tema.

      • España desoyó las llamadas de la OMS y de la UE a hacer acopio de material sanitario

        https://www.elmundo.es/espana/2020/04/02/5e84fb84fc6c8384018b467f.html

        Ustedes tienen todo el derecho del mundo a no quejarse de la gestión desastrosa de esta crisis que ha hecho el gobierno.

        Pero otros tenemos derecho a lo contrario.

        No son tiempos para la tibieza.

        Llamemos a las cosas por su nombre.

        Usted o Manuel Valero pueden llamarlo como le de la gana. Que no toca hacer críticas, que debemos ser prudentes y moderados, que no se debe hacer política con los acontecimientos (el primero el gobierno pero no lo critican).

        Tirando por lo suave, esto se llama TIBIEZA de toda la vida.

        La realidad pone palabras certeras a los hechos, evade eufemismos y rechaza a los tibios.

        Pone a cada cual en su sitio y da valor añadido o no a sus análisis y opiniones.

        Puede opinar distinto a mí que es muy sano.

        Pero censurar las opiniones contrarias como hace Valero, que puede criticar pero no admitir ser criticado, eso es tomar por imbeciles a los lectores racionales.

        No se pueden dar lecciones desde el altar de la tibieza.

        • Que es en lo que se ha convertido el decadente altar de la superioridad moral progre.

  6. Buenos días Sr. Fernández
    Sin duda tiene algo de raro comparar musicalmente a Antón García Abril con Labordeta. Es algo subjetivo pero para mí no pueden ser comparables ya que uno era músico y otro quería hacer música. Estos días de reflexión interna es cuando más pienso en el prójimo, en que será de el y de mi. Deseando que esto finalice de alguna manera para poner el 100×100 de mi esfuerzo para ayudarme a mí y ayudar al prójimo ya que si al vecino no le va bien a mí tampoco me irá bien. Ahora pienso en el prójimo y en mi y veo que en solo 30 días se esfuma nuestro proyecto de vida, inevitable te muy ligado a lo material. Ojalá nuestro motor de supervivencia fuera el espiritual, pero hay que trabajar para llevar algo material a la boca. Toca estar a la altura como país unido para salir de esto pensando que el sudor va a ser por mí y por el prójimo, en definitiva por España y por el mejor y más bonito himno que hay

  7. De nada Sr. Fernández. Estoy mal pq lo que se avecina no es bueno para nadie, aparte de los que nos han dejado. De momento he tenido suerte y no tengo a nadie cercano fallecido. Aún así estos días me ha supuesto un parón grandísimo y mucho mucho tiempo para pensar en mí y en el prójimo. Llevo 20 días sin ver ningún tipo de noticias ni en TV ni en radio que he dejado de escuchar. Veo esporádicamente algún diario digital y poco más. Y me da por pensar que será de mis vecinos, si están afectados por ertes, pienso en todo el comercio, la hostelería que la frecuento poco, pero lo haré más para colaborar. En un montón de vendedores, de autónomos en la construcción etc etc. Creo que mucha gente está pensando lo mismo que yo. Yo no me voy a recuperar si a mi vecino le va mal. Saludos

    • Consejos de Leopoldo Abadia:

      PENSAR EN HOY NO EN LO QUE VENDRÁ MAÑANA, nadie sabe realmente lo que vendrá.

      1.Quedarse en casa y tratar de hacer agradable la convivencia.

      2.Saber lo mínimo de las noticias, ya sabemos que las cosas están muy mal.

      3.Ver películas del oeste donde haya buenos y malos y siempre ganen los buenos.

      HOY me he quemado.

      ESTOY EN UNA GUERRA QUE TOCARA GANAR DESPUES.

      Los malos siempre tienen peor caballo y se les vence, no se puede mentir todo el tiempo porque se pierde toda la credibilidad.

      Por mi parte, creo que es el momento que su propaganda se imponga un tiempo en las redes.

      Esta guerra civil posmoderna continúa después de la pandemia.

      Tampoco soy Rambo. Solo no voy a ganar una guerra. Así que arrimad el hombro.

      La realidad se encargará de hacer su trabajo. Machaca a quien le da la espalda.

      Y mientras tanto el luto y la precaución.

      Así que ROJOS…el pueblo es vuestro.

      TIBIOS preparaos para como dice el Apocalipsis ser vomitados.

      Antonio, celebro que no le tengas miedo a la discrepancia.

      Hay que tenerselo al coronavirus y a los gestores incompetentes.

      Hoy, a nada más.

      Aunque mucho me temo que España necesite algo mas que el coronavirus para reformarse de arriba abajo.

      Mañana veremos…hay mas jinetes.

    • Se acerca la Semana Santa y si eres creyente, no hace falta serlo mucho, puedes disfrutar del género.

      Ahí los buenos y los malos salen bien retratados.

      Abstengase lo tibios. Jesucristo no lo era y se mojaba porque era libre.

      Y era humilde porque caminaba en la verdad.

      A quienes la realidad les destroce los esquemas que no teman.

      Tienen la oportunidad de nacer de nuevo y sentirse jóvenes.

      La realidad es dinámica porque tiene vida propia. Y eso siempre intelectualmente es estimulante.

      Y a quien tema…que abrace su miedo como a un puercoespin.

      Morirán por dentro. Que es mala muerte.

    • Lo son, lo son.

      Siente uno cuando las ve, ganas de combatir al diablo, el que llevamos dentro…y el que vemos fuera.

      Llamo diablo a eso que huele a falsedad, necedad y maldad. Como proceso o como fotograma.

      • Sí, el Diablo existe.

        Tantos años ignorándolo y me parece más real que la vacuna contra el coronavirus.

        Que llegará…pero será insuficiente para olvidar tanto dolor.

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