«Ansiedad, insomnio, miedo y desamparo», principales secuelas del coronavirus entre los profesionales de ámbito sanitario según una encuesta de CSI·F

Ansiedad, insomnio, miedo y desamparo son las principales secuelas y sentimientos que reconoce padecer el personal al servicio de la sanidad pública en una encuesta realizada por la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF) sobre 13.138 profesionales y que se da a conocer cuando se cumple un mes del fin del estado de alarma. Hasta un 68,5% de las personas encuestadas aseguran padecer alguno de estos síntomas, señala el sindicato en nota de prensa.

Con esta encuesta, realizada entre el 1 de junio y el 15 de julio en los centros de trabajo, así como a través de redes sociales, CSIF pretende poner el acento sobre las deficientes condiciones laborales que todavía padecen todos los colectivos que trabajan en la Sanidad, las insuficientes medidas de seguridad y la falta de compensación por el exceso de horario.

En este sentido, y por añadidura tras conocer los datos de la encuesta, el Sector de Sanidad de CSIF Castilla-La Mancha no está de acuerdo con la decisión del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (Sescam) de dar por finalizada la crisis sanitaria de COVID-19 a fecha de 31 de julio y por tanto de poner fin a las medidas adoptadas en materia de incentivación de personal temporal.

Para CSIF, que desde el primer momento ha defendido la continuidad de los contratos COVID-19, esta medida supone una merma en la capacidad de respuesta sanitaria durante el periodo estival, tal y como quedaba establecido en el Plan de Perspectiva Contractual de cara al verano 2020. El Sescam ha incentivado poco al personal eventual durante la pandemia y nada al personal fijo.

CSIF recuerda que la bajada de ingresos hospitalarios asociados al SARS-CoV-2 no implica la mitigación de los efectos de la pandemia y subraya la necesidad de mantener a sus efectivos actuales, cancelar el cierre de camas habitual durante el periodo estival y reforzar plantillas con nuevas contrataciones para asegurar la cobertura al 100% de los periodos vacacionales y días libres, reactivar la actividad aplazada en consultas y actividades quirúrgicas y actuar ante posibles rebrotes.

También es crucial reforzar los servicios de Atención Primaria y la detección precoz de COVID-19, así como incrementar la plantilla de sanitarios de los servicios de prevención a fin de evitar el contagio entre los propios profesionales. CSIF Castilla-La Mancha recuerda que no podemos volver a cometer el mismo error de contar con profesionales contagiados asintomáticos. Esto podría evitarse con la realización de controles seriados de PCR en los servicios de atención a pacientes COVID-19, así como la implantación de un protocolo de seguimiento de profesionales donde se evalúe el desarrollo y valoración de secuelas causadas por el COVID-19.

A todo ello se suma la necesidad de mantener el circuito diferenciado en unidades de Urgencias de centros hospitalarios para pacientes con COVID-19 o con síntomas de padecerlo, ya que en algunos hospitales se está procediendo a su eliminación provocando un doble efecto pernicioso: el riesgo de contagio de coronavirus para usuarios que acuden por otras dolencias y patologías y la falta de seguridad para los propios profesionales.

ENCUESTA
Los principales problemas de seguridad que refieren las personas encuestadas son la ausencia de materiales y equipos de protección (71%), falta de mamparas y otras barreras (63,6%), incumplimiento del distanciamiento de 2 metros (58,5%), insuficiencia de medidas para asegurar aforos limitados (45,6%) o carencias en materia de limpieza y desinfección (43,9%). Un 18,2% asegura incluso que en su centro hay escasez de hidrogel.

Por otra parte, el 62,4% de los encuestados advierte que no han recibido compensación por el exceso de jornada realizado durante la crisis y el 21,1% no tiene aún claras sus vacaciones. Según indican, o bien desconocen todavía la planificación o bien se las han denegado total o parcialmente.

Además, CSIF pone el acento en que al menos una de cada diez personas (11,6%) asegura haber recibido presiones por parte de los cargos intermedios en su actividad laboral, aún estando trabajando con síntomas.

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