Esqueletos en el llano

Santos G Monroy.– Hay quien dice que el puertollanero ha heredado los aires chuletas de los castilletes de las minas y el acento áspero de esas maquinarias con sonido de estampida. Estos exoesqueletos que auscultan la cuenca se metían en el buche a generaciones de mineros que llevaban la aurora a cuestas, y han guardado en las casetas de sus poleas (extraños relicarios industriales) el alma de Puertollano.

Muchos de ellos aún se conservan. Aun en las noches más oscuras de la cuenca minera se pueden ver sus siluetas, mórbidas y fantasmagóricas. La perspectiva del tiempo y la tecnología los han transformado en obras de arte, aunque ignorados desde las instituciones, huérfanos de toda la protección que merecieran como joyas del patrimonio industrial.

En los hierros del castillete del pozo de Santa María, estrella del complejo de Asdrúbal, todavía ululan ecos anarquistas y proclamas socialistas. Entre sus pies de cíclope se introdujeron en las entrañas de la tierra mineros de alma límpida y cuerpo silicoso, valientes que acometían con mirada indiferente la sacudidas de las jaulas de descenso.

El castillete de Santa María hace pensar en sueldos de cinco pesetas, en reuniones cenetistas, en cargas de sables, capotes y bicornios, y en huelgas de meses para defender a un par de obreros despedidos injustamente.

El Santa María ha sido símbolo del trabajo más rudo, del peligro del entibado, del resollar de mulas vagoneras, del transpirar de picadores, del runrún de los lavaderos, del silbido del grisú y de las penurias en las cuestas de los planos inclinados. Pero también es paradigma de la nobleza que otorga la valentía, de hombres con buenas horcajaduras, de sacrificios y lágrimas negras.

Al castillete del Santa María lo extirparon de la cuenca minera y lo convirtieron, con buen criterio, en apéndice monumental y en la cuarta seña de identidad de Puertollano, tan importante, al menos, como la Fuente Agria, la Virgen de Gracia, o el Monumento al Minero.

Otras estructuras emergen en la bruma de la mañana, recónditas en un escenario de Far West. Se trata de los castilletes de los pozos de San Felipe y San Julián, pertenecientes al complejo de la mina San Esteban. La vieja explotación se perfila entre las ruinas de sus casas de máquinas, los lavaderos de carbón y una bella chimenea de fundición coronada por una cigüeña que picotea el horizonte de la petroquímica. 

A pesar de su acondicionamiento como zona recreativa por parte de anteriores corporaciones, esta joya industrial sigue transmitiendo cierto abandono, y nunca serán suficientes los esfuerzos para dignificar uno de los principales escenarios de la historia obrera de Puertollano.

Los dos pozos fueron explotados por la Sociedad Hullera San Esteban, una mina colectivizada, como tantas otras, por los sueños anarcosindicalistas de la CNT durante los años de la Guerra Civil. En los años 50, este escenario saltaría a la fama nacional cuando Antonio Molina desfiló por estos caminos cantando al orgullo minero sin saber que había compuesto el himno de una ciudad. El eco de esa voz aún refluye aquí, entre las ondas del tiempo: no se maldecía la suerte, ni se tenía miedo a la ronda de la muerte. Entonces bastaba caña, vino y ron para espantar la pena.

Todos estos colosos debieran ser reconocidos y protegidos de manera específica, y muy especialmente la maravillosa torre del Pozo Norte, emblema de un museo de la minería cuyo estado ruinoso ha abierto una cicatriz sentimental y patrimonial que debe cerrarse en cuanto la situación económica lo permita.

La revalorización de estos monumentos, y de otros tantos diseminados a las puertas de Sierra Madrona, sería sin duda una buena noticia en lo económico y en lo cultural, y el mejor homenaje para todos aquellos que, con la muerte refulgiendo en las pupilas, sólo tenían oportunidad de divertirse con dos chatos de vino, quizá camisa nueva el día de la Patrona, y muchas, muchas ilusiones inalcanzables en los bolsillos rotos.

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10 COMENTARIOS

  1. jeje. esperemos que dentro de 25 años nadie escriba que los que quedan en Puertollano tengan la chulería de los pisos vacíos de la calle Aduana o de la soledad del paseo de San Gregorio.

    Es mi opinión, pero cambiaría chulería por humildad. Más poético.

  2. Joder viendo el aspecto desolador de muchos de ellos,la ruina del museo de la mineria y el vergonzoso estado del parque de los seis millones de euros(todos sabemos la historia real) llamado Terry …el respeto por el pasado es igual al presente actual del pueblo ruina,ruina y más ruina,paro ,delincuencia,y mucho,mucho chonismo y delincuencia.
    Ahora para El señor Monroy estupideces y anécdotas y mucha vaselina ante el poder local.

  3. Pasado ejemplo de esfuerzo, trabajo, sacrificio. Todo lo que le falta al Puertollano actual, empezando por sus corruptos políticos y terminando por los traficantes y ladrones atraídos a la localidad a cambio de …..

  4. No olvidemos aue gracias a ell@s hay politicos del pueblo que han sido son y serán autenticos inútiles y comepanes ganando miles de euros en C.Real,Toledo o Madrid o concejales cuasivitalicios en Puertollano que fuera del psoe estarían bastante jodidos laboralmente hablando…gracias a todo ello tenemos un pueblo cada vez mas vulgar,sucio,arruinado y culturalmente deficiente ahora delincuentes chonis y corruptos cada vez mas.

  5. Yo soy hijo de minero y este artículo en favor del sr. Santos me ha recordado a mi padre gracias. Bueno por lo demás estamos como estamos

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