“Viva el Rey”

De un modo u otro, todos y cada uno de nosotros tenemos un rol asignado, donde no cuenta tanto lo que somos como la imagen que proyectamos – imagen que, por otra parte, no solo se crea a partir de nuestra forma de expresarnos y de nuestras acciones.

Algo similar sucede con las ideas, cuando no cuenta tanto el valor del mensaje como el del mensajero. No es de extrañar que se recurra a actores o deportistas de éxito para dar publicidad a toda clase de objetos (ya sean relojes, detergentes, cervezas, relojes o seguros de vida): el valor común o convenido del personaje – casi nunca de la persona – se convierte automáticamente en valor de marca.

Libres e Iguales (LEI) ha difundido un video en el que se invita a personalidades públicas a ensalzar de un modo sencillo la figura del Rey de España, diciendo de un modo u otro “Viva el rey”. Las intervenciones son muy breves en su mayoría, con lo cual el valor del mensaje surge del valor del susodicho mensajero.  LEI es una entidad fundada en Cataluña en 2014, que se define como movimiento cívico transversal, abierto a todos los ciudadanos comprometidos con los valores de la moderna España constitucional, cuya idea o imagen de marca es Cayetana Álvarez de Toledo. En el doble sentido de la expresión, una asociación de ideas. Al final del video se explica que se ha invitado a participar a personas de toda condición política y social (con excepción de Bildu). Después se cita una serie de excusas que han dado algunos invitados para no participar en este video, aunque es evidente que no se puede saber cómo puede LEI llegar a instrumentalizar esas intervenciones. Finalmente, se presentan por orden de intervención a las personas que han participado (comenzando nada menos que con Mariano Rajoy, Fernando Savater, Albert Boadella, y terminando con Cayetana Álvarez de Toledo y Mario Vargas Llosa).

La simplificación y la variada condición de los participantes da contundencia al mensaje, pero precisamente por ello resultaría bastante ambiguo y hueco, de no ser por algunas intervenciones que añaden a la proclama algún argumento más, de entre las cuales me gustaría destacar dos, porque creo que ilustran el debate desde dos ópticas muy distintas, la que se vive en Cataluña y la que se vive en el resto de España: “Ésta es una buena hora para defender las instituciones, defender la Constitución, y lo que llaman el régimen del 78. Sí, no hay nada más reformista y progresista, con la que está cayendo, que decir “viva el Rey”. “El objetivo no es el Rey, es España, por eso van a por él. Esto no va de Monarquía o República, sino de democracia y sus enemigos. Nunca una república fue más sectaria, ni rey más republicano. Viva el Jefe del Estado, viva España, viva el Rey”.  

Vayamos por partes. ¿Con la que está cayendo… qué está cayendo? ¿Por qué este video en este momento? Por una parte, lo que está cayendo es un “gobierno social-comunista” contra el que vale todo, incluso utilizar al Rey de todos como arma arrojadiza, asimilando república y comunismo para contraponer monarquía y libertad (¿liberalismo ultraliberal?), porque el Gobierno creyó conveniente que el Rey no fuese a Barcelona coincidiendo con la sentencia del Tribunal Supremo que inhabilita a Torra como President… o al menos esa podría ser la razón, porque la falta de claridad del Gobierno aumenta la especulación que a la larga se ha vuelto en su contra. Ahora bien, pretender hacer categoría de una anécdota (por muy discutible que pueda ser tal decisión) es generar una polémica inexistente para abrir una brecha más que alimente la crispación.

Pero por otra parte, la situación en Cataluña es muy distinta a la del resto de España. El final de la España una, grande y libre, condujo a un modelo de país federalista, donde las comunidades se convirtieron en “baronías”, y cuyos gobernantes (en todos, absolutamente todos los partidos) se han preocupado más de conseguir la lealtad de sus votantes que de ofrecer lealtad al país en su conjunto. Para muestra, basta con ver las actuaciones y los discursos en relación a la pandemia en todos los territorios, en todos los partidos. Esta situación mantenida a lo largo de las últimas décadas, así como intereses geopolíticos internacionales, han favorecido el auge de una corriente de opinión favorable al independentismo en Cataluña (obviaremos todo lo que, por acción u omisión, lo ha alimentado), hasta convertirlo en la amenaza a la estabilidad del país (España) en su conjunto, que es hoy, y que sigue latente. La cuestión es que actualmente, nos guste o no, el republicanismo en España no tiene ninguna fuerza para defender la integración de Cataluña en una República Española. Porque al igual que los agitadores obvian definir un modelo de República Catalana (que pudiera incomodar a sectores agitados de la izquierda radical, tan necesarios para lograr dicho fin), los que se muestran abiertamente defensores de la República Española se muestran igualmente tibios y acomplejados en la cuestión de la unidad de España.

Hasta en las cosas más intangibles hay un reducto de racionalidad; máxime si se trata de una cuestión de Derecho. Sin embargo, la lealtad a la casa de Borbón, sin atisbo de crítica, tiene más de sentimiento o impulso irracional que de defensa de un modelo de Estado, cuya Jefatura pudiera tener otras atribuciones – nuevas o distintas a las actuales – y la posibilidad de ser elegido por los ciudadanos a quienes representa. Es obvio que, más allá de las adhesiones inquebrantables, los hechos que se han venido publicando sobre el comportamiento de Juan Carlos I, inviolable según la Constitución, han provocado una desafección y una desconfianza hacia la institución, que hasta los programas de cotilleo le han dado un buen repaso (por mucho que venga ahora Belén Esteban a gritar también “viva el  Rey”). La abdicación de Juan Carlos (quien declaró en la biografía que le hizo José Luis de Villalonga, que no hay nada más humillante para un rey que abdicar) y la personalidad de los actuales reyes Felipe y Letizia, tampoco contribuyen a recuperar suficientemente un apoyo popular a la institución como el que tuvo hasta los años noventa.

Se podrá hacer críticas o bromas de todo calibre (o casi) contra el Rey, pero no son sino manifestaciones dentro de la libertad de expresión, que no pueden tener consecuencia jurídica alguna. Es más, la chanza resta trascendencia al hecho de criticar al Rey. Lo que ya no es tan común es proclamarse republicano, o lucir abalorios tricolores: es “políticamente incorrecto”. La autocensura en esta materia es casi absoluta. Por eso, aunque las encuestas reflejan un amplio desencanto con nuestro Jefe de Estado, dicho desencanto no se manifiesta públicamente. Por eso, del mismo modo que la derecha se ha apropiado de los símbolos nacionales (como sucede en este video), los sectores más “combativos” de la izquierda han hecho otro tanto con la República. Pero a los poderes mediáticos no les interesa sacar este tema a debate público, de un modo abierto y racional. O en todo caso, lo sacan de un modo perverso, como se refleja en la primera intervención anteriormente citada.

Mucho tendrían que cambiar las cosas y la mentalidad de todos los españoles para que haya una república en España. Mientras tanto, a mí me gustaría ensalzar en esta ocasión la figura de Niceto Alcalá Zamora con un viva España.

Pares y nones
Antonio Fernández Reymonde

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