El academicismo libre de Víctor Barba

Manuel Valero.- El cómic es el octavo arte. Aunque debería tomarle la delantera al ordinal del cine. No en vano algo de cómic tiene el arte cavernario de nuestros ancestros y no han sido pocos los personajes nacidos en la pura viñeta que al final han sido trasladados al otro cómic, el cine, que no es sino un “tebeo”, dicho sin connotación alguna, con viñetas en movimiento.

De hecho los buenos dibujantes manejan el plano, el ritmo y los diálogos, con la misma maestría que un director ordena el trabajo para que todo quede a gusto propio y del consumidor. La Marvel ha sido una buena suministradora de personajes que se han convertido en iconos cinematográficos, tal vez sin necesidad de ello, porque ya lo eran.

En Puertollano tenemos la suerte de contar con uno de los mejores dibujantes del país, residente en la ciudad, donde da rienda suelta a su arte que trasciende fronteras y que tiene en su haber una obra encomiable y un curriculum demasiado prolijo como para relatarlo aquí. Para eso están las exposiciones -la actual en el Centro de Estudios Universitarios de Puertollano– y las historias o historietas que el artista ha ido sedimentando en el papel a lo largo de los años. Hablo de Víctor Barba, pope de la ilustración, con un manejo del dibujo y la psicología de los personajes, del ritmo gráfico y del guión literario que, condensado todo, queda reflejado en un trabajo de excelencia. El último, Hasta Novgorod, crónicas de un divisionario, que narra la asombrosa trayectoria de un hombre común, el campesino Teodoro Recuero desde Extremadura hasta el frente ruso de la Segunda Guerra Mundial.

Víctor Barba, y uno lo sabe por experiencia, es un detallista concienzudo que antes de ponerse a desmayar el primer trazo se ha documentado como un historiador obsesivo, aunque no lo sea, para que el lector reciba con la mayor fidelidad posible aquello que está leyendo y recreando con puro placer visual. Nuestro paisano va del detalle del primer plano hasta panorámicas espectaculares y lo mismo te retrata un personaje, según el contexto de la obra abatido, iracundo, sereno o reflexivo como realiza una viñeta grupal en la que nadie está de sobra o de adorno por el mero hecho de hacer bulto.

Tiene Víctor Barba, cuya forma de trabajar es ajena a los modos, las modas, un estilo propio que aúna prodigiosamente el dibujo depurado y detallado, en movimiento, moderno,  con cierto clasicismo. Pero es un academicista libre. Esa afortunada combinación es una delicia para los ojos. El arte de Víctor Barba es reconocible a simple vista y ha llegado a unos extremos de casi perfección -la perfección en el arte no existe y además es aburrida, como decía el irreverente Oscar Wilde– que lo sitúan, como digo, en los sitiales de los mejores de España y referente de la historieta nacional.

Además, nuestro paisano, del que hemos tenido la suerte de su ligazón con la Universidad Popular, es pintor de cuadros en el que se detecta igualmente su estilo, que es lo que tiene que tener todo artista que se precie. Y tanto de historietas como de cuadros tiene un amplio listado de premios y reconocimientos.

Ocurre que ante una sola viñeta de Víctor, ya sea panorámica o cuarteada la página en una cadena secuencial de la historia que narra, el observador se detiene como ensimismado hasta dar con la gota de sudor, la caries de una dentadura, y en un paso más, relajarse ante la placidez luminosa de un paraje manchego -o extremeño- o sacudirse el frío y el terror en una trinchera en la locura de la guerra.

Durante la presentación de Hasta Novgorod, el mismo Víctor Barba precisó que en el fondo su último gran trabajo gráfico tiene un mensaje antibelicista: situado ante la imagen del infierno que es lo que realmente es  una guerra, el lector se pregunta para qué tanta salvajada.

Tantos años de trabajo han llegado a depurar la técnica de nuestro paisano, maestro del cine estático del cómic, que sorprende el realismo sin rodeos con que acaba perfilando sus dibujos con un manejo del ritmo y un movimiento que los personajes parecen saltar de las páginas del cuento. Y todo ello, sin olvidar la calidad del texto literario de los bocadillos.

Como él mismo dice:  «El estilo no se busca,  va saliendo. Sin pretensión de ser clásico o moderno, mi trabajo es fruto de 8 horas de trabajo diario y, como en todo creador, de las influencias que otras obras te van dejando, en mi caso de aquellos clásicos en cómic (Foster, Raymond, Moebius, etc) y también en cine (Ford, Howard Hawks, Kurosawa, Leone, etc) que desde siempre he admirado”. 

Puertollano tiene en su nómina de creadores a Víctor Barba, inevitablemente unido a la Universidad Popular, además, desde su fundación hace ya unas décadas, y un motivo para sentirnos orgullosos de contar entre el paisanaje con un hombre independiente, perfeccionista y pertinaz que maneja la técnica del dibujo como nadie.

Título: Hasta Nóvgorod, crónicas de un divisionario

Autor: Víctor Barba, Guión y Dibujo

Edita: Norma Editorial (Barcelona)

184 página a color en papel couché mate de 170 g.

Tapa dura, cosido con hilo y lomo redondo

De venta en librerías de toda España, Casa del Libro, FNAC y pedidos por Internet, Amazon, web de Norma, web de JotDown y otras.

Precio: 23 euros.

Relacionados

2 COMENTARIOS

  1. Una invitación a reflexionar sobre la sinrazón de todas las guerras y el modo en que los poderes manipulan a los seres humanos como carne de cañón. Muy recomendable……

  2. Pequeño ajuste en el texto. En el último párrafo hay una errata que, aunque pequeña,puede inducir a error e inexistentes conexiones políticas; han desaparecido (duendes de imprenta se ha dicho siempre) dos sílabas de la palabra Universidad, quedando Unidad Popular, donde debe ser:»…unido a la Universidad Popular». Gracias anticipadas por corregirlo.

ESCRIBE UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí


spot_img
spot_img
spot_img
spot_img