Obsesión por el año

El esfuerzo por encontrar el calificativo del año que se va es tan notorio como notable.

Y tan previsible como pelmazo.

Y tan diverso en su unicidad misma.

Reflejando, con ello, una unanimidad en el sentimiento de la adversidad vivida.

Pero no, en el pensamiento verbalizado.

Todos quieren despedir el año, diciendo lo perverso que ha sido.

Y por ello, recurren a las expresiones que pudieran orlarlo.

Y odiarlo.

Tales como Año Maldito (Montserrat Domínguez), Año Catastrófico (Informe Semanal), Era de Mierda (Elvira Lindo) o entre nosotros Año Malhadado (Manuel Valero).

Incluso otras no personalizadas –por extendidas y comunes– como Año Feo, Año Criminal, Año Cabrón.

Y la prominente –por el latinajo– Annus horribilis.

Como si se pudiera odiar a un año, que es algo tan caedizo como evanescente.

Tan volátil como las aguas que fluyen y no se repiten.

Como quería Heráclito.

Odiar el año y vituperarlo.

Como si fuera agua tornadiza.

Buscando el redondeo de la palabra –o del palabro más adecuado– para maldecir y conjurar el año gastado y perforado.

En un debate parecido y paralelo al que tiene abierto la Fundéu, la Fundación para el Español urgente.

Urgencia de las palabras acorazadas.

 Y urgencia por soltar el lastre del año que nos ata a la embarcación en zozobra o en camino del Hades.

Resumir el año, en una palabra.

Como si fuera un superventas de algo comestible, legible, facturable o pinchable.

Resumir el año, en una palabra, pues.

Que pugna –y no sé, si paga primas, como hace Pantone con el color anual de su Pantonario– anualmente por encontrar la palabra del año.

Ya saben la novedad lingüística más llamativa de los días pasados.

Aquella palabra que retrata un tiempo determinado y lo congela.

Si ello fuera posible, fuera de la fotografía y de la pintura.

Y de la memoria.

Y con ello, lo reconoce, al ser pronunciada.

Ya saben que en 2013, le tocó el turno a Escrache, como en el 2014 fue bendecida Selfi.

Y más cerca en el tiempo, nos tocó el premio de Microplásticos en 2018 y de Emojis en 2019.

Ahora, para 2020, doce palabras pugnan por el galardón, como un equipo en formación.

Comenzando con Coronavirus y terminando con Vacuna.

Y dejando señaladas otras como Infodemia, Resiliencia, Teletrabajo, Conspiranoia, Tik Tok y Estatuafobia.

Y, ya es un portento que, entre las doce palabras seleccionadas, seis al menos tengan relación con el esfuerzo por encontrar el calificativo del año que se va.

Al margen de las dos citadas, Confinamiento, Covid 19, Pandemia, Sanitarios y Vacuna, tienen relación con la adversidad sentida

Seis palabras –al menos las que yo cuento– tienen relación con el hecho que a juicio de muchos comentaristas les ha hecho soltar el lastre del año nefando.

Probablemente como un conjuro, para invertir el destino de 2021.

Por ello, y pese a todo, Feliz 2021.

Periferia sentimental
José Rivero

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