Poesía y otras hierbas

Paco Doblas.- Decía Antonio Machado aquello de La primavera ha venido / y nadie sabe como ha sido.  Traigo aquí su conocidísimo pareado que tanto contribuye a mantener esa relación mental que se suele hacer de forma automática entre lo primaveral y lo poético, para hablaros de algo que se celebra todos los 21 de marzo y que no es la llegada de la primavera.

Porque siendo riguroso este equinoccio no todos los años es puntual con esta cita, sin ir más lejos esta primavera de 2021, se ha adelantado a la fecha, ya que comenzó exactamente este sábado 20 de marzo a las 10.37 horas (hora oficial peninsular).

Lo que sí se celebra todos los 21 de marzo sin excepción desde que la UNESCO así lo declarara en su 30ª Conferencia General en París en 1999, es el Día Mundial de la Poesía, que en palabras de la propia institución, “…conmemora una de las formas más preciadas de la expresión e identidad y lingüística de la humanidad. La poesía, practicada a lo largo de la historia en todas las culturas y en todos los continentes, habla de nuestra humanidad común y de nuestros valores compartidos, transformando el poema más simple en un poderoso catalizador del diálogo y la paz… El Día Mundial de la Poesía es una ocasión para honrar a los poetas, revivir tradiciones orales de recitales de poesía, promover la lectura, la escritura y la enseñanza de la poesía, fomentar la convergencia entre la poesía y otras artes como el teatro, la danza, la música y la pintura, y aumentar la visibilidad de la poesía en los medios.”

Aunque ya sabemos aquello de entre el dicho y el hecho, como poeta y  como arteterapeuta que uso específicamente la poesía y la escritura emocional como herramienta expresiva y terapéutica, no puedo menos que unirme a la convocatoria y aplaudir estas palabras de la UNESCO que ojalá fueran tomadas más en serio por los gobiernos del mundo. Sea como sea, a mí la entrada de la primavera y la conmemoración de este día, me va a servir de excusa para hablaros de esa sustancia misteriosa que denominamos poesía y de esa tribu mayor que son las Artes.  

La primera reflexión que quiero hacer es que esto de la poesía y por extensión el arte y la creatividad en general, con la que está cayendo, pudiera parecer que es algo superfluo de lo cual se puede prescindir a la primera de cambio. Eso lo hemos visto claramente en este año que llevamos de pandemia, cómo en general el arte y la cultura no ha estado entre las prioridades de nuestros gobernantes. No así de la gente, que ante las cuarentenas y demás limitaciones ha visto en lo artístico y creativo una vía de escape, como pudimos ver en los balcones de todo el país durante el confinamiento domiciliario y en la cantidad de iniciativas en las redes sociales durante todo lo que llevamos de crisis sanitaria. Esto viene a constatar que estamos ante una dimensión esencial del ser humano. Sin embargo la visión como algo prescindible pienso que se mantiene aún por esa vinculación excesiva del arte, la literatura, y la cultura en general con el ocio y con el consumo. Me explico, por un lado, como suele ocurrir con todo, en nuestras sociedades capitalistas hemos reducido también la poesía y el arte en sus diferentes manifestaciones a una mercancía, a unos productos de consumo más, al que puedes acceder si tus posibilidades económicas te lo permiten. Y por otro lado, goza de muy buena salud cierta concepción mitómana del artista, o del poeta, como unos seres únicos tocados por las musas, algo así como una casta a la que no podemos acceder el común de los mortales, a los que la única vía que nos queda, enlazando con los que antes decíamos, es el consumo de las obras de estos seres casi más divinos que humanos.

Sin embargo si algo me ha enseñado claramente mi experiencia como poeta así como todos los años que llevo como tallerista y cursillista de escritura creativa /expresiva y arteterapia, es que esa concepción es una enorme falacia, que para ser poeta (o artista) se necesita como condición previa ser profundamente humano ya que la poesía y el arte son patrimonio de la raza humana, es un don que compartimos con todos nuestros congéneres y que nos identifica como especie, el don de la creatividad. Al fin y al cabo de lo que estamos hablando es de la capacidad humana de crear, eso que en las sociedades tradicionales cristianas de las que venimos creían que era patrimonio exclusivo de Dios y que después a duras penas, se ha ido abriendo un poquito a esa aristocracia a los que alguien, no sé si será una especie de mano invisible como de la que hablaba Adam Smith, les otorga en suerte el noble título de “poeta” o “artista”. Así que tanto a mi propia experiencia como poeta, como a mi proceso personal arteterapéutico, así como a mi trabajo profesional acompañando a otras personas, apelo para afirmar rotundamente, que si a un ser humano le quitas su dimensión creativa, vaciándolo de todo lo poético y lo artístico, quizás no lo mates, pero lo deshumanizas totalmente.

Y aquí quiero cruzar esta reflexión con la que hacíamos en el pasado artículo sobre la democracia, porque es de esto de lo que en última estancia estamos hablando, de bajar del pedestal a la poesía y demás artes y democratizarlas, reivindicarlas como un derecho humano fundamental.  Pero no un derecho que se limite sólo a consumir productos poéticos o artístico/culturales previo paso por caja, sino también y sobre todo a practicarla, a convertirnos en sujetos del proceso de creatividad, a experimentar y jugar con la poesía y el arte. Fijaros como lo expresa la colega terapeuta de la poesía italiana, Antonella Zagaroli

Lo que digo a la gente es que utilice el arte como una materia, como arcilla. Que lo mezcle, que lo manipule. Que lea poesía para reescribirla… Lo que cuenta es desarrollar el pensamiento poético que está en comunicación con la parte espiritual de nosotros mismos.

Así es, todas las personas tenemos derecho a cultivar nuestra dimensión artística como una parte fundamental de nuestra condición humana. Y visto desde la poesía a mí me gusta decir en mis talleres que la voz poética no es otra cosa que nuestra voz más subjetiva y personal, aquella capaz de expresar nuestro yo más profundo y auténtico. Porque todos y todas somos únicos y únicas, y por eso los poemas que puedes escribir solo los puedes escribir tú y nadie más.

Además yo tengo la suerte de compartir espacios, como son los diferentes talleres y cursos, las lecturas y recitales colectivos, tertulias… algunos tan privilegiados como el Grupo Laboratorio de VIVIR POÉTICAMENTE[1],  donde en cada taller descubro ese crisol de belleza esa magia que es compartir la poesía, no sólo el poema como producto final, sino también poder disfrutar con los procesos de creación de cada participante. Y os puedo asegurar que es de las cosas más hermosas que conozco, algo que no se puede sentir leyendo un libro (o visitando un museo).    

Con ello no quiero negar ni mucho menos, la excelencia de los y las grandes maestros y maestras, tanto en poesía como en cualquier disciplina literaria, artística o creativa, pero no se trata de competir con nadie, se trata en todo caso de sacar cada quien la mejor versión posible de sí mismo. Y en esa búsqueda de nuestra voz poética (o musical, o pictórica, o…), la voz de los y las grandes no debe ser un obstáculo nunca y mucho menos un canon estético al que someterse, sino un acicate para seguir creciendo.  

Además la buena noticia es que nadie te tiene que dar el título de poeta (o de artista), afortunadamente sigue siendo de las pocas actividades humanas que escapa de la titulitis oficial, todos y todas podemos y deberíamos escribir y crear sabiendo que cada creación que hacemos son piezas irrepetibles como irrepetibles somos cada persona. Y si además podéis encontrar un espacio donde podáis compartir con otras personas, aún mejor.

Así que os deseo a todos y todas un feliz Día Mundial de la Poesía y traigo un poema[2] que completa y sirve de colofón a esta reflexión. Hoy más que nunca habrá que despedirse con aquello de ¡Que viva la poesía!

LA POESÍA ESTÁ AHÍ

Hay más poesía

en ese instante de silencio

entre las olas

o en la sombra lunar

de un árbol

o en la sonrisa mellada

de una niña

que en el más perfecto

y musical de los versos

hay más poesía

en el beso clandestino

de dos adolescentes

o en el olor a barro

y a derrota

o en el simple salto

de un saltamontes

que en el más bello

de todos los poemas

hay más poesía

en el gemido

de una madre que da a luz

o en una gota de lluvia

contra el rostro

o en un centímetro cuadrado

de la noche

que en kilómetros

de estantes de libros

hay más poesía incluso

en la pupila perdida

de una anciana

o en la mugre de la uña

de un mendigo

o en el más feo

de los atardeceres

que en todas las obras

de todos los grandes escritores

la poesía está ahí

afuera por todas partes

no la inventó ningún poeta

se reparte democrática

llenando hasta el último rincón

de la existencia

para quién sea capaz

de sentirla y de amarla

lo único que podemos hacer

es imitarla plagiarla

intentar de atrapar su instante

esa leve nota

de este gran concierto

que tantas veces

suena a desconcierto

entonces ¿para qué escribo?

¿qué hago yo aquí encerrado

estrujando las palabras

para que destilen

su delgada melodía?

entonces ¿para qué los poetas?

¿para qué tantos siglos

de tinta derramada

de papel ensuciado

con toneladas de alfabetos?

no lo sé

quizás sea esa ansia

de querer crear

de querer ser

como un pequeño dios

y de alguna manera

participar de la sinfonía

con mi propia voz

como instrumento

no lo sé

sólo sé que a veces

por no sé que milagro

las palabras estallan

y como las olas

se mezclan con los silencios

y hacen sonar un arpa

con una música distinta

que no nos pertenece

como el viento

Y entonces

en esas raras veces

podemos sentir

las órbitas de nuestros átomos

        el palpitar de nuestra sangre

             la entera humanidad doliente

                  el inmenso baile del universo…

y temblamos ante tanto misterio.

21/ 03 /21 Paco Doblas.

Poeta, arteterapeuta, coach literario y artivista.

Es presidente de la Asociación VIVIR POÉTICAMENTE. 

(www.poeticamente.es)


[1] Los grupos laboratorios VIVIR POÉTICAMENTE, son unos talleres de larga duración donde practicamos la escritura en sus dimensiones creativas y expresivas y la arteterapia, desde el 2020 ante la crisis del coronavirus lo empecé a hacer también ONLINE. Es un proceso formativo y vivencial de larga duración con número limitado de personas alrededor de las 8 para poder llevar un trabajo personalizado y donde se logra un espacio protegido para la creación, el autoconocimiento y el crecimiento personal. Si quieres más información en info@poeticamente.es o 636378073 

[2] Este poema pertenece a mi libro Construcciones y derribos. Inventario de versos y escombros. Puedes encontrar todos mis libros de poesía en mi página de autor https://amzn.to/2VLhzHo . El 10% de la venta de los libros irá destinado a los proyectos solidarios de la Asociación VIVIR POÉTICAMENTE.

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6 COMENTARIOS

  1. Bien el artículo
    Bien el poema
    Te sobra el plural inclusivo (maestros y maestras, todos y todas…). Los que se ocupan del idioma español deben dar ejemplo y no someterse a modernidades progres que lo estropean

  2. Poesía siempre conmigo. En el amor y en el desamor. En el dolor y la muerte. En la tristeza y en la dicha. Poesía siempre.

    Vivan los poetas, la poesía y los poetas de la prosa como Juan José MIllás, para quien deseo el próximo premio Cervantes. Ya están tardando.

    Espléndido texto, Doblas.

  3. Y es que las situaciones complejas muchas veces remueven los sentimientos más profundos. Igual que hay cosas que no podemos expresar con palabras, también hay palabras que pueden transferir sentimientos más allá de unas letras. Enhorabuena….

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