Venerable José Rivera Ramírez, II

Jesús Millán Muñoz.– José Rivera Ramírez, Toledo, 1925, 25 marzo de 1991, sacerdote de la diócesis de Toledo, director espiritual del seminario de Salamanca y de Palencia y de Toledo y profesor y escritor y poeta. Está en proceso de beatificación. 

Una característica que indican los especialitas en la biografía de José Rivera, era su deseo de santidad, deseo de que todos fueran santos, es decir, llegasen a niveles muy altos de unión-amor-amar a y en Dios, siempre con la gracia y la providencia de Dios sobre cada uno, según cada persona en su estado de vida, laico o consagrado o religiosa, joven o adulto o anciana, mujer u hombre, etc. Ese deseo, que no solo es perfección moral y ética, sino amor-amar al Buen Dios, amar al Dador de la Gracia, a la santísima Trinidad en la interpretación del cristianismo… 

Todos los tiempos son fáciles y son difíciles, todas las vidas, llevan una cantidad de alegría-felicidad y una cantidad, no desdeñable de sufrimiento-pena-angustia-tragedia. Cada persona en su situación-circunstancias, toda persona debe aspirar a ese amar-amor y desear-anhelar unirse al Amor de los Amores, a ese misterio y enigma de Dios, revelado y desvelado como Trinidad Santa, Unidad y Uno en la Trinidad. 

Aunque admitamos al Nazareno o Jesús de Nazaret solo como un ser humano, aunque no creamos, ni que sea Hijo de Dios, ni en su Divinidad, ni en nada de lo religioso, no podemos negar, que no hay, ninguna figura en toda la historia e Historia humana que pueda alcanzar el mismo nivel que Ésta. Nos hacemos un mal importante a nosotros mismos, seamos ateos o agnósticos o creyentes en el sistema ideológico que sea, no leer-analizar-reflexionar-meditar-pensar en los Evangelios, aunque sea como otro libro, de los tantos que habremos leído o leeremos. Porque es una manera de introducirse en esta biografía de Éste, al menos, Personaje de la Historia. 

Al menos se le puede admitir como filósofo o pensador o creador de Cultura, comparable al menos, con los grandes hombres de toda la historia del pensamiento. Es un error que no se estudie esta figura y los testimonios que tenemos, los Evangelios al lado, al menos, al lado de las grandes obras maestras de la humanidad. Quizás, sea la propedéutica actual, los prolegómenos, el prólogo, la introducción, para que muchas personas que no se han acercado al Nazareno, empiecen a hacerlo. Y, a partir de ahí, quizás caminen más profundamente… 

No soy yo, el que va a juzgar en la cuestión siempre pendiente y eterna, histórica, generación tras generación de la perfección  moral y espiritual, la santidad en las personas consagradas, es decir, sacerdotes, religiosos, religiosas, diáconos permanentes o no. Pero no cabe duda, de que, posiblemente, expresándolo, con todos los matices que se quiera y todas las cautelas posibles, hoy, se puede indicar, que jamás en la historia han existido personas consagradas tan preparadas teológicamente, y, también, me atrevería a indicar, que una media de perfección moral y espiritual, suficiente, o aceptable, pero quizás, hoy, como siempre, falta un grado mayor de santidad o de perfección moral-espiritual, es decir, aquello de Juan de la Cruz, tanto ata a un pájaro el no volar, una cadena o de oro y fina, que una cadena de hierro y gruesa. La primera es más fácil de romper, pero hay que hacerlo para poder volar. 

No soy yo, el que tiene que juzgar, es más, soy el menos indicado, pero ciertamente, quizás la crisis del cristianismo en Europa, en España, se deba, entre otros muchos factores, “que teniendo personas consagradas bien preparadas, buenas moralmente y espiritualmente, quizás, no han alcanzado suficiente grado de santidad, es decir, un grado más notable de excelencia y de notabilidad en la santidad, en aceptar los dones y gracias de Dios, en dejarse arar por el mismo Buen Dios”. Ya, que hasta donde sabemos Él, está deseando dar cosechas y aguas y lluvia sin medida, como nos diría la Teresa de Cepeda o Teresa de Jesús. 

¡¿Y, sin personas consagradas con suficiente santidad, sacerdotes y religiosos-religiosas, pues los fieles-seglares, con buena o menor buena voluntad, están como “pollos sin cabeza”, con frase popular de esta generación, están perdidos dentro de si mismos, perdidos fuera de si mismos, en multitud de temas morales y espirituales…!? 

¡¿Sin suficiente santidad y perfección moral, por parte de las personas consagradas, quizás, no se entiendan lo suficiente a si mismos y a sí mismas, y tampoco puedan entender-comprender, los procesos del camino de la Scala Dei, de cada persona que se acerca a ellos, quizás, sin suficiente conocimiento teórico sobre la teología moral y espiritual, y sin suficiente conocimiento de experiencia personal, en estos campos, quizás, halla demasiado desánimos en ellos y en ellas, y no sepan autodirigirse a si mismos, dirigir a otros, siempre con el dosel y plataforma y el paraguas de los dones y providencia y la gracia del buen Dios, sin caer en los semipelagianismos, que tanto pululan hoy, y en los que tantos hemos caído, o hemos estado en el borde…!? 

¡¿Quizás, la enorme estampida que ha habido de personas consagradas y religiosas y sacerdotes en estás últimas décadas, especialmente, el último tercio del siglo veinte, la enorme crisis de vocaciones religiosas y sacerdotales, en estos últimos cincuenta años, quizás, se deba, entre otras muchas razones, a que no hay suficientes sacerdotes y personas consagradas, con suficiente grado de experiencia de la santidad, de haberse dejado modelar más y mejor por Dios…!? 

¡Y, nadie se rasgue la sotana o el clériman, porque el que escribe esto, sea un laico o seglar sin conocimientos teóricos suficientes, en ninguna rama de la teología, ni desde luego, menos aún experiencia de perfección moral…! 

Quizás, una de las funciones-finalidades de los beatos y santas católicos, aprobados oficialmente, es la invitación a esa perfección moral y espiritual, cada uno en multitud de situaciones diferentes, desde una persona, como Lolo de Linares, persona periodista paralítica, otras como el sacerdote Rivera, otras, como obispos, aquella como los niños de Fátima, aquella como padre o madre de familia, aquella otra, como persona que se ha pasado toda su vida trabajando en un oficio, que no es considerado demasiado importante a nivel social, otro mártir, etc. 

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