Humorista Gráfico: Miguel Gila

Jesús Millán Muñoz.– Miguel Gila cuesta, cómico, actor de televisión y cine, humorista gráfico, dibujante, Madrid, 1919, Barcelona 2001. 

Empecemos por una frase de Chumy Chúmez, que se ha repetido hasta la saciedad, pero pienso que necesario recordar: “Miguel Gila, el mejor humorista de chistes gráficos que se ha producido en España después de la Guerra Civil Española”. 

Pienso que esta frase centra todo el debate, es decir, Gila, sin entrar en cuestiones ideológicas y sociopolíticas, es uno de los grandes del humor gráfico y del humor en general, de todos los tiempos de España, no hay nada más que recordar los monólogos sobre la guerra civil. Un intento, se podría reinterpretar, de recordar pero también de olvidar, pienso yo, de reconciliar las dos o tres o cuatro Españas existentes desde hace siglos, que se van encabalgando unas en otras, solo cambian las banderas y los colores y las ideologías, pero siempre, parece que estamos condenados a ese triste lance-confrontación-dialéctica… 

Gila representa una generación que diríamos, suavemente, fue traumatizada por los hechos históricos que sucedieron en la Europa de la primera mitad del siglo veinte, por tanto, diríamos que con el humor intentó curar-superar todas heridas-angustias-penas-destrozos morales y psicológicos y sociales que ocurrieron en esos tiempos. Pero, diríamos, el humor cumple esa función, esa especie de catarsis, al curarse el autor de esas viñetas con el humor, que el mismo produce, en este caso Gila, ayuda a curar a otros, que se acercan a ese fenómeno. 

Que alguien que participa en un conflicto militar con enormes consecuencias trágicas, sea capaz de reírse de la guerra, y por tanto, expresarla de otro modo, y que los receptores, sean capaces también sonreír o reír, personas que también pudieron participar de esos acontecimientos, diríamos que es el gran milagro del alma humana, es decir, intentar superar con la risa, la sonrisa, el humor, la palabra, la línea-dibujo algo que puede estar tan adentro que está sangrando una y otra vez, en el interior, de individuos y colectivos… 

Ahora que pasamos tiempos difíciles, sinfonía de crisis, crisis económica, con crisis política, con crisis biológica o epidemia mundial, con crisis sociales, con crisis morales, con crisis espirituales…, crisis como en un cuarteto-sinfonía musical, se van encabalgando unos instrumentos en otros, formando hibridaciones de sonidos, en este caso de sufrimientos. Gila, nos puede enseñar, con su recuerdo y su humor, los que hemos vivido lo suficiente para aquellos trozos de audiovisuales con el teléfono rojo, si no mal recuerdo, intentando encontrar en lo trágico la superación de la realidad y el olvido, es decir, la curación de una herida colectiva, tantos para unos como para otros, los de un bando o los del otro o los que no quisieron tener ninguno… 

Hay mucha tendencia en los humoristas gráficos, no en todos, en ponerles a los personajes narices muy grandes. Quizás, como una forma de ironía o de fijarnos demasiado en ese elemento y no en otros, quizás por tradición inconsciente, quizás, por destacar un elemento central en la cara-rostro humano, pero raramente se exageran otras partes de la faz humana, por ejemplo, las orejas, los labios… 

Personalmente, no voy a entrar en la polémica, que los historiadores y biógrafos de Gila y de su época, los expertos nos tienen que indicar, unos que se exilió a Argentina, otros que no, unos que estuvo trabajando en la prensa del Movimiento, otros lo contrario. Pero si explica este fenómeno, dos realidades, a mi modo de ver, al menos, la dificultad de este periodo en las mentes y corazones de los que habitamos esta agria y dulce tierra, la Piel de Toro o la Tierra de los Conejos. 

Segundo, que es necesario el estudio y recuperación y análisis y catalogación de la obra de Gila, para que no se pierda, no se destruya, para que siga ofreciéndonos luz y taquígrafos, para que nos sirva para entendernos y comprendernos mejor

A veces pienso y sueño, que el humor gráfico debería recibir grandes Premios Mundiales, de este modo, esta variedad de literatura y de periodismo y de arte plástico, ocuparía un lugar que se merece, a veces pienso que por ejemplo, el Consejo Cultural Mundial y el Premio Mundial de Artes Leonardo Da Vinci, se lo deberían otorgar a un humorista gráfico. De este modo pienso y sueño que se revaloraría este arte o este género artístico plástico-literario, y por tanto, ahora, que parece está en crisis, que los periódicos, sean virtuales o sean en papel, están disminuyendo su sección de viñetas, sería una forma de catapultar este valor. Al final, la cultura y la Cultura tienen diversas finalidades, pero una de ellas es entendernos a nosotros mismos, por dentro y por fuera. Es decir, intentar aceptar mejor la realidad, agrandar lo bueno y los bienes, y disminuir o desaparecer, lo malo y lo negativo. 

Pienso, cuántas personas, de ida o vuelta del trabajo, esperando una consulta médica, en un viaje largo, al anochecer, en una cama de hospital, en tantos lugares, una viñeta de un periódico que estaba perdido o tirado en una silla, olvidado de todos, ha permitido una sonrisa inteligente, siguiendo el tópico típico de la profesión. Pienso-siento-creo que el humor, en general, el humor gráfico en particular, que no es todo es risible, que existe mucho humor negro e irónico y sarcástico y doloroso, pero incluso éste, nos ayuda a superar los traumas individuales y colectivos, que arrastramos, incluso a darnos una esperanza, percibimos las desgracias que reflejan los dibujos, y sentimos que no estamos solos en nuestro dolor-angustia-pena, que cada uno lleva su cruz y sus cruces… 

Si mi memoria no me falla, el día que estaba en el tanatorio de Barcelona, el gran Gila, yo y mi familia pasamos al lado de él, ya que veníamos de visitar el Museo del Barça, paralelismos de la existencia, un modesto viñetista, como el que escribe estas líneas, un modesto articulista, como este escribiente, pasó a unas docenas de metros, del féretro-funeral de uno de los grandes humoristas gráficos de España. Supongo que si hubiese ido más despacio, me habría llamado por teléfono y me habría preguntado: “Si se habían terminado ya las guerras en el mundo”

Quizás, en estos tiempos, sería muy bueno, volver a leer-oír los chistes hablados y monólogos y escritos de Gila, para que no volvamos a cometer los errores del siglo XIX y los del XX. Paz y bien. 

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