​¡Mi pueblo cantará, Pandorga!

​Eduardo Muñoz Martínez.- Afanado anda el pueblo de Ciudad Real desde hace tiempo, la sociedad que lo habita, con su Ayuntamiento a la cabeza, ahora presidida la Corporación Municipal por Eva María Masías Avis, como alcaldesa, a quien podemos definir cómo persona enamorada además de de su familia, de las costumbres, de las tradiciones…, de la que considera «su ciudad», aparte de alguien infinitamente preocupada por el progreso, en todos los aspectos, de nuestra Ciudad Real, en la declaración de Fiesta de Interés Turístico Nacional de nuestra Pandorga.

Y es que aunque es conocida más allá de los límites de nuestra provincia: en tierras palentinas, en el archipiélago canario…, todavía carece de ese reconocimiento oficial, siéndolo, eso sí, a nivel regional, o autonómico, desde los albores del mes de diciembre de 1985, y con himno propio, «¡Mi pueblo cantará, Pandorga», desde 1973, gracias a la canción del malogrado cantautor ciudadrealeño Javier Segovia Molina, fallecido en accidente de tráfico en 1977.

Antes de continuar quiero manifestar mi agradecimiento, por los datos que aportan y sin los cuales sería del todo imposible redactar estos párrafos, a Mercedes Camacho, a Raúl Gratacós…, que «beben», a su vez, en las fuentes de Balcázar Sabariegos, de Pascual Madoz…, que en su momento investigaron acerca de dicha fiesta.

​¿Por qué Pandorga?

No está del todo claro el significado del término lingüístico Pandorga. Sabemos, eso sí, que procede del Latín; que es una especie de laúd introducido en España por el pueblo árabe en los primeros años setecientos, conocido como «Pandura»; que es una serenata típica de bandurrias, guitarras y laúdes…, de acuerdo con el ya citado Balcázar Sabariegos; qué en Uruguay, Paraguay, Argentina, Brasil…, se denomina con dicho vocablo a una cometa o juguete volador; que aparece en el Diccionario de Autoridades de la Real Academia de la Lengua con la acepción «junta de variedades de instrumentos, que resulta de mucho ruido».

En cualquier caso, y sin desoír a nadie, los ciudadrealeños, -unos por nacencia y otros de residencia-, nos quedamos con que «…la Pandorga es una multitudinaria fiesta popular que se celebra cada treinta y uno de julio, y que tiene su origen en la ofrenda de flores y productos del campo que la población hacía a la Virgen del Prado, -y hace en la actualidad-, Patrona de la ciudad, suponiendo el principal acto de esta fiesta, que se realiza precedido de un desfile con trajes regionales, que acaba en la Santa Iglesia Catedral Basílica, donde se hace el ofrecimiento.

La Pandorga representa el agradecimiento de los agricultores por los frutos recogidos de la cosecha, aparte de ocasión para que el pueblo elija al Pandorgo y a Dulcinea, cómo «embajadores» de los campesinos, especialmente». Hoy, es verdad, y hay que reconocerlo, se experimenta un destacado incremento de eventos en su alrededor, que la enaltece y dignifica, celebrándose todos ellos con el control, a la vez que la libertad, necesarios.

¿Desde cuándo se celebra la Pandorga?​               

«El último día del mes de julio/ se ensalza la tradición./ Se unen los pueblos, del coto Manchego/ para cantar a su son./ Entre el Prado viejo y la Catedral,/ se eleva un largo tablón,/ donde por la noche/ las agrupaciones bailan a su alrededor./ Y el Prado se llena de gente que espera,/ la moza y el moscón./ Y enaguas se ven, a dar la sartén,/ el mozo del blusón./ Todas las familias, desde los abuelos,/ salen después de cenar,/ pa ver al Eusebio, hijo del brigada,/ que va a bailar con la Paz./ Y el niño del árbol,/ ya canta soñando/ al espectador./ Se ve la Patrona/ que al Prado se asoma,/ por su mirador./ ¡Pandorga!…» 

Con distintos «formatos», claro está, nos atrevemos, me atrevo, a decir que es la de la Pandorga una tradición casi milenaria, pues, aunque es a principios del segundo tercio del siglo XVI, -1531-, cuando se otorga la licencia para construir el actual templo catedralicio, y muchos años después cuando arraiga aún más la exaltación popular de la Santísima Virgen del Prado, puesto que el camarín se data como de 1619, y la ventana de la calle Prado se fecha como de 1918, parece ser que este evento, notablemente recuperado en los años ochenta del pasado siglo, bien pudo tener sus inicios en los tiempos de la existencia de la aldea de Pozuelo Seco de Don Gil.

Recordando al mítico Don Hilarión, hoy los tiempos han cambiado que es una barbaridad. Una barbaridad que ha elevado a la Pandorga a altísimos niveles de participación y difusión, aunque en estos tiempos de pandemia con las limitaciones convenientes, que esperamos sirvan para que Ciudad Real cante, lo antes posible, una Pandorga de Interés Turístico Nacional. ¡Viva Ciudad Real!,¡Viva la Virgen del Prado!, ¡Viva la Pandorga!      

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4 COMENTARIOS

  1. Dice el autor que la Pandorga «bien pudo tener sus inicios en los tiempos de la existencia de la aldea de Pozuelo Seco de Don Gil». No, yo creo que fue en tiempos de los visigodos. No, mejor aún, en la edad de piedra.

  2. Casi milenaria dice… pero no aporta datos anteriores a 1531… No dudo de que la fiesta pudiera ser, incluso precristiana, ya que se absorvieron festividades paganas como cristianas, pero sin más datos que aportar no se puede ser tan atrevido.

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