Mano a mano de Campuzano y el cirujano Domingo Jiménez para cerrar el ciclo de charlas de la XXX Semana Cultural del Club Taurino ‘Almodóvar’

Broche de maestros en sus respectivos oficios para el ciclo de conferencias de la XXX Semana Cultural del Club Taurino ‘Almodóvar’, que este viernes se completaba con una asistencia que rozaba los tres cuartos de aforo.

Durante dos horas, el doctor Domingo Jiménez, cirujano titular de la plaza de toros de Huelva y el pasado septiembre también de la almodovareña y el legendario diestro José Antonio Campuzano, mantuvieron un interesante mano a mano.

Si altamente interesante resultaron las explicaciones que uno sobre lo trascendental de una labor destinada a salvar la vida de quienes se la juegan en el ruedo, el otro, que nunca sufrió tal trance, desveló con su gracia intrahistorias y anécdotas muy celebradas.

Una de ellas fueron las relacionadas con su único paso por el coso almodovareño, el 17 de septiembre de 1983, donde acartelado junto a Ruiz Miguel y Pepe Luis Vargas no tuvo suerte ante su lote y, como él mismo reconoció, tuvo una tarde para olvidar.

Aunque su prodigiosa memoria, de la que hizo gala durante todas sus intervenciones, confió para los presentes que fue su entonces apoderado quien le convenció de torear aquella tarde, la siguiente a haberlo hecho en Albacete, en fechas de feria coincidentes.

El mayor de los Campuzano no sabía dónde estaba Almodóvar del Campo y, convencido ante los honorarios a percibir para una “corrida de toros que es muy bonita, de Saltillo”, según le dijo su representante, dejándose así llevar por él.

“Llegamos aquí sobre las diez de la mañana y lo primero que hace el apoderado, que no había visto la corrida, ni la conocía, porque eso me lo dijo luego, es ir a los corrales y se encuentra un ‘corrión’ de toros de Madrid, porque aquí gusta el toro y lo entiendo”.

“Y me llega y de dice, -continuó José Antonio-, ‘uy mi alma, qué corrida de toros hay ahí, vámonos, vámonos”, a lo que el diestro de Gerena al parecer le replicó “pero cómo nos vamos a ir, tenemos que torear. ¿No hemos venido a torear?”.

Se quedó por tanto a cumplir el compromiso, no sin que antes el apoderado se asegurase de que el Ayuntamiento hacía lo propio pagándole lo estipulado, algo que obligó al alcalde de la época a pedir al director del banco a abrirle la caja para ello.

“A mí me tocaron dos toros horrorosos, horribles”, justificó, “pero lo que a mí me llamó mucho la atención de este pueblo es que, cuando yo salía de esta plaza donde la gente respetaba, voy por la calle en el coche de cuadrilla y hay tres mujeres […], haciendo ganchillo en la puerta de la casa que no me podía explicar cómo se habían enterado que yo había estado tan mal”.

José Antonio Campuzano, quien desgranó otra infinidad de recuerdos de su trayectoria, agradeció asimismo la gran afluencia de público que acudió a la charla y felicitó a los organizadores por los contenidos de esta Semana Cultural 2021.

Las acciones agresoras de toda cornada

Y respecto al cirujano Domingo Jiménez, refirió algunas situaciones célebres de cogidas graves de diestros, algunas mortales, como fue la de Paquirri y las circunstancias que concurrieron para evitar que la cogida sufrida en Pozoblanco acabase con su vida.

Fue muy ilustrativa su explicación acerca de la gravedad de las cornadas pues, concretó, “el asta de toro es el último elemento agresor que existe, conocido, que sea punzante, cortante y contundente a la vez”, dijo el doctor

En lo punzante es fundamental saber la disposición del asta con respecto al cuerpo humano pues, solamente “con una cornada pequeñita, como dicen los taurinos ‘le metió la bellotita’, con eso es suficiente para que penetre por ejemplo en el tórax”.

“Escribano tuvo una contusión en el abdomen y menos mal que pararon en un hospital porque había perdido tres litros en la barriga y no tenía ni un solo arañazo”, explicó para ilustrar de una manera tan gráfica la acción contundente que puede causar un astado.

De las cornadas, de la acción cortante, Domingo dijo que las diferentes alturas de diestro y ejemplar hacen que “el toro donde prende es en el tercio superior del muslo, el famoso triángulo de Scarpa, el sitio donde estadísticamente hay más cornadas”.

En ese momento, el astado “tiene la sensibilidad suficiente para no solo penetrar con el cuerno, sino que tira para arriba y como además es en la mitad del cuerpo, el torero desgraciadamente cae porque el centro de gravedad lo tiene más alto”, continuó.

Y en esa desgracia, “la cornada siempre tiene tres trayectorias, como son la penetrante, la ascendente y, cuando da la vuelta el torero, la descendente, lo que crea una serie de destrozos enormes”, que pone en riesgo la vida del diestro puesto que todo cuerpo humano puede desangrarse en “cuatro o cinco minutos”.

Referir por último que ambos comparecientes tuvieron por preámbulo las palabras, una noche más, del presidente del Club Taurino ‘Almodóvar’ y, este viernes, además, del alcalde de Almodóvar del Campo, José Lozano.

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