Emergencia climática: Amenazas sobre la viña y el vino

Martín Ruiz.– Ya vimos en la anterior entrega la dependencia extrema de la agricultura –incluido el sector vitivinícola- de los combustibles fósiles, de pesticidas y fertilizantes derivados de combustibles fósiles. También se explicitó el grave problema de la pésima gestión del agua en nuestro país.

El que suscribe no es experto ni en vino ni en viñas, pero los informes de organismos internacionales especializados en la viña y el vino describen tendencias, algunas de las cuales se recogen aquí, que apenas publican los medios de comunicación en España, pero que pueden ser muy interesantes para viticultores y vinicultores.

Acostumbrado a trabajar según una lógica de rendimiento por kilo el sector vitícola se convierte en un gran consumidor de pesticidas, lo que lleva a la contaminación y el agotamiento de los suelos con pérdida progresiva de productividad. La falta de investigación a gran escala, como sí están haciendo los institutos de investigación franceses, belgas, alemanes y nórdicos está dejando huérfana a la viticultura española frente a las amenazas del cambio climático y el agotamiento de los combustibles fósiles.

¿LA PENÍNSULA lBÉRICA IMPOSIBLE PARA EL VIÑEDO?

En mayo de 2013, la Academia Americana de Ciencias publicó un artículo con conclusiones preocupantes. Al cruzar dos escenarios climáticos con los factores esenciales para la vida de la vid, los autores elaboraron un mapa de la viticultura mundial en el año 2050. Gran parte de los viñedos australianos, sudafricanos y californianos desaparecerían. Aquitania, el Valle del Ródano y la franja mediterránea están clasificados como «imposibles para el viñedo». Zonas enteras de Castilla, Italia, Grecia y Portugal tendrían que cambiar sus prácticas de cultivo o de producción. Aunque los resultados del estudio siguen siendo discutidos, hay una cosa cierta: el calentamiento global tiene consecuencias preocupantes para la viticultura y la industria del vino.

PRIMEROS SÍNTOMAS Y PELIGROS PARA LA PLANTA

Los viticultores franceses lo ven claro «Estamos en un punto de inflexión. El cambio climático está aquí, lo vemos, lo vivimos», declara Jérôme Despey, secretario general de la FNSEA, el sindicato agrícola mayoritario en Francia.

Durante el periodo 1956-1986, Burdeos ha ganado 1,5°C. El clima vitivinícola de Burdeos ha pasado de «templado» a «templado cálido». La primera señal del cambio climático es el adelanto de las fechas de vendimia: «Se ha adelantado un mes en 50 años», según  el Instituto Francés de la Viña y el Vino (IFV).

Fechas de vendimia más tempranas significan más sol, más calor, lo que se traduce en un ciclo acelerado con consecuencias para la vid, pero también para el producto de esta vid, el vino. El impacto más directo es el aumento del contenido de alcohol: la vid ha producido más azúcar y se producen entonces vinos demasiado potentes, demasiado alcohólicos, vinos que se beben menos, menos sutiles, que pierden un poco su tipicidad. En el Valle de Napa, el contenido medio de alcohol pasó de 12,5 grados en 1971 a 14,8 grados en 2001. El vino también es menos ácido y los aromas se modifican: «El riesgo, con estas uvas cada vez más dulces, es la pérdida de acidez. Este es uno de los rasgos más característicos de nuestros vinos», afirma Thibaut Le Mailloux del Comité Interprofesional de Vinos de Champaña (CIVC), la región del planeta con mayores beneficios derivados del tipo de vino que producen.

Desde 1989, todas las etapas de desarrollo se han adelantado. El envero, el momento en que las uvas cambian de color y comienza la maduración, se ha retrasado tres días desde entonces. En 2031-2050, será de 5 a 7 días, y entre 2050 y 2100, hasta 20 días. Y sabemos que en el futuro las temperaturas medias seguirán aumentando, aunque hay incertidumbres sobre las precipitaciones y el granizo, afirma el Consejo Interprofesional de Vinos de Burdeos (CIVB).

El clima es un parámetro importante de éxito, es un pilar junto con el territorio, que condiciona las características de la cosecha, y determina la cantidad. Los cambios radicales que ya sufre el clima mundial obligan a repensar cómo será la explotación del producto fundamental de Castilla La Mancha y muchas otras regiones vitícolas españolas.  Los viticultores franceses han estudiado cuatro posibles escenarios: no hacer mucho, innovar para mantenerse en los territorios actuales, reubicar las viñas en zonas más frescas o desregular todo. “Hemos optado por un escenario en el que la innovación nos permitiera mantener el valor de la industria vinícola francesa» confirman en el CIVB.

INVESTIGANDO PARA AFRONTAR LAS AMENAZAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO

En Francia, el Instituto Nacional de Investigación para la Agricultura, la Alimentación y el Medio Ambiente (INRAE) investiga en nuevas variedades de uva ante los retos del cambio climático para la vid. Busca uvas resultantes de cruces que sean más resistentes al aumento de temperaturas y necesiten muchos menos pesticidas y fertilizantes.

En Burdeos ha concluido un estudio de más de diez años, en colaboración con el INRAE. Han seleccionado seis variedades de uva «de interés para la adaptación al clima» (Vifa). Desde abril, los viticultores de Burdeos pueden plantar estas variedades en el 5% de sus tierras, en el marco de la denominación de origen Burdeos y Burdeos Superior. Se trata de una medida experimental de diez años, renovable una vez. De estas seis variedades (seleccionadas en función de su desarrollo posterior, su tolerancia a la sequía, a las enfermedades y a las plagas, o su sabor tras la vinificación) dos son ibéricas, la Touriga Nacional (Portugal) y la Alvariño (Galicia y Portugal). Las cuatro variedades tintas son francesas. Los vitivinicultores bordeleses solo podrán agregar hasta el 10% en su mezcla final.

En Alsacia, el programa Resdur (Resistencia Sostenible) del INRAE persigue crear y caracterizar nuevas variedades de uva, desde el punto de vista agronómico y enológico. Nuevas variedades que se obtienen del cruce de  uvas cultivadas tradicionalmente (que aportan características enológicas de calidad del vino) con especies de uva silvestre (que aportan elementos de resistencia). No es nuevo, hace cien años esto ya se hacía. Mediante marcadores moleculares se determina si los factores de resistencia deseados se han incorporado a la nueva planta, que se somete a una primera evaluación en el viñedo: tres años antes de la fructificación, seguidos de tres años de microvinificación. A continuación, las mejores variedades candidatas se someten a una nueva serie de ensayos, con un patrón similar. Es un proceso largo que dura en total unos quince años.

En la región de Languedoc, se están probando variedades griegas e italianas porque son de maduración más tardía y resistentes a la sequía. Otro trabajo del INRAE estudia una combinación de nuevas variedades y técnicas de filtración de alcohol para producir vinos de menos de 10 grados, aunque procedan de viñas del sur de Francia.

LOS VIÑEDOS SE MUEVEN HACIA EL NORTE

En el último medio siglo la franja geográfica de condiciones favorables para el cultivo de la vid ya se ha desplazado de 80 a 240 kilómetros hacia los polos. La viticultura británica, que no existía hasta mitad del siglo XX se desarrolla a gran velocidad. En las antiguas regiones vitivinícolas, las uvas se recogen hoy casi un mes antes que en 1945, algo inédito desde hace 500 años. Gran Bretaña es gran consumidora de los vinos jerezanos. Aunque no sea para pasado mañana, si empiezan a autoabastecerse (y el Brexit empuja a ello) los viticultores de Jerez deberían preocuparse.

El 17 de mayo de 1999 un reglamento adoptado por el Consejo de la Unión Europea, integraba a Suecia en la lista de «países productores de vino de la zona A», junto a Alemania, Luxemburgo, Bélgica, Países Bajos, Reino Unido, Irlanda y Dinamarca. En 2020 se ha constituido Oenologi & Vitikultur, una asociación de  viticultores suecos dedicados a la producción de vino a tiempo completo. La investigación sobre tipos de uva se ha realizado en Alemania.

Una variedad de uva, la piwi  impresiona a los nuevos viticultores: son resistentes a las enfermedades fúngicas, sobreviven al clima y permiten la producción ecológica. Los consumidores suecos se interesan cada vez más en productos ecológicos y locales. Y esta es una tendencia que se observa en  los consumidores de vino con mayor capacidad adquisitiva, mercados en los que la vitivinicultura española debería estar muy interesada.

El País del 20 de noviembre informa que según la Organización Internacional de la Viña y el Vino (informe del 2020), China es, después de España, la segunda nación con la mayor superficie de viñedos cultivados del mundo (855.000 hectáreas)  aunque más de la mitad se destinan a la producción de uvas de mesa. Así que China solo ocupa el décimo puesto  de elaboración de vino en el planeta (8,3 millones de hectolitros en 2019; Italia, líder, registró 47,2 mhl). Pero hay importantes novedades: en los límites del desierto del Gobi, en el centro-norte de China, la Región Autónoma Hui de Ningxia  ya tiene un mar de vides de 33.000 hectáreas. En los próximos cinco años van a plantar 67.000 hectáreas más. El objetivo a largo plazo es muy ambicioso: para 2035, Ningxia aspira a producir 600 millones de botellas y generar anualmente más de 2.640 millones de euros, cifras que igualarían el rendimiento actual de Burdeos, la segunda región del planeta que más riqueza extrae del vino, después de Champagne.

ENFRENTAR EL CAMBIO, HACIA UNA VITICULTURA SOSTENIBLE

Así que, algunos viticultores ya han empezado a modificar sus prácticas: gestión del suelo, poda, replantación de árboles. También pueden hacer un análisis detallado de su terruño para encontrar las zonas más frescas. En Burdeos ya se piensa en estrategias a corto plazo: retrasar la fecha de la poda para ralentizar el ciclo vegetativo, limitar el deshojado para proteger las uvas del sol, adaptar la fecha de la vendimia o incluso cosechar por la noche, para obtener una cosecha fresca (ventajas: Las uvas están más duras y así se evitan los riesgos de fermentación, se evita la oxidación, se ahorra energía para la refrigeración…). Otra posible palanca de adaptación es la elección de portainjertos (la planta sobre la que se injerta la variedad de uva) que puedan permitir un enraizamiento más profundo y una mejor captación de agua. A más largo plazo: dar prioridad a las variedades de uva más tardías (en Francia la superficie de Petit Verdot se ha duplicado en diez años) o introducir otras nuevas.

HACIA UNA VITICULTURA SOSTENIBLE

Otra tendencia que se observa en Francia, Italia y los países nórdicos es  la viticultura sostenible. En este modelo se utilizan los tratamientos sólo cuando son necesarios, en función de la enfermedad. Esto contrasta con la fumigación preventiva, que se ha llevado a cabo sistemáticamente durante décadas y que ha provocado la aparición de cepas resistentes a los pesticidas. Como ciertas bacterias con los antibióticos. Se utilizan fertilizantes orgánicos y control biológico de plagas y también se permite una cubierta de hierba, dejando que la vegetación crezca,  o se crea sembrando entre los hilos y se reduce sólo cuando compite con las vides.

Este tipo de agricultura es practicado por un reducido número de viticultores.  Pero desde 2.006 la casa Louis Roederer –una de las más famosas casas francesas de champan del mundo- ha abierto el camino al cambio. Al principio, el objetivo era “redescubrir un sabor y un saber hacer que habían sido borrados por la química», explica Jean-Baptiste Lécaillon responsable de las bodegas. «Todo empezó con la constatación, a finales de los años 90, de que ya no encontrábamos en nuestros vinos la complejidad y la profundidad de los que habíamos conocido a mediados de siglo».

Así que los viticultores de Champaña, que durante mucho tiempo se han resistido a reducir el uso de pesticidas, están acelerando su transición hacia métodos de cultivo más ecológicos. El reto: preservar la capacidad de producción y el sabor del vino, frente a las consecuencias del calentamiento global. En 10 años, todos los viñedos de Champagne tendrán que estar certificados según criterios HVE (alto valor medioambiental), VDC (viticultura sostenible) o ecológicos, frente al 20% actual, por decisión del Consejo Interprofesional del Vino de Champagne (CIVC). Esta certificación deberá ser verificada por agentes externos, mediante una auditoría»: la normativa francesa y europea es cada vez más precisa. Nos dirigimos hacia una producción menos intensiva y, por tanto, más sostenible.

El cambio climático está obligando a que los productores de vino de Burdeos o Champagne busquen alternativas para poder mantener su estatus de calidad y su posición comercial. La viticultura española debería empezar a reaccionar con firmeza. Afronta una década decisiva para la mitigación y adaptación ante el cambio climático. La investigación, sobre todo pública, pero también privada, es fundamental. Lo que no se haga o se inicie al respecto en estos próximos años será tiempo perdido que incrementará los ineludibles impactos negativos del cambio climático en la viticultura castellano-manchega y española.

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8 COMENTARIOS

  1. El que suscribe no es experto ni en vino ni en viñas, pero le han dicho los de arriba que escriba ésto sobre el cambio climático. Resumen: No beberás vino pero serás feliz.

  2. Si se para a leer despacio verá que lo que hay es una crítica directa a los de arriba, por no hacer nada para ayudar a los agricultores. Y mirar para otro lado y negarse a ver los peligros es de cobardes

  3. Muy interesante! Y muy currado!

    Este verano hablaba con un compañero del tema, me decía que venía de «sulfatar» toda la noche, como cada año. Con independencia de que haga falta o no. Su cultura como agricultor «vitivinícola», que no sé si existe el palabro, es la de una persona sin estudios que hace lo que ha visto hacer toda la vida a sus predecesores. No hay avance «porque no hace falta».

    Otra amiga, que tiene varios viñedos, los mantiene a raya sin necesidad de tanto químico, gracias a la ayuda de un ingeniero agrónomo preocupado por el Medio Ambiente. Otra forma de hacer las cosas. Es más, sigue haciendo la vendimia a mano y cuando toca.

    No es muy difícil averiguar cuál de los dos le saca más rendimiento a sus uvas. Él es granelero y ella embotella y vende directamente desde la bodega.

    No hay que ser un lince para saber que la innovación y la ciencia nos han marcado desde hace años el camino…Por ejemplo, lo que se debieron reír algunos cuando se habló por vez primera de la fermentación carbónica en 1872 con Pasteur. O lo que se reirán algunos cuando oigan que AurumRed en Cuenca está tratado con Ozono (a 25.000 euros la botella).

    Ojalá las asociaciones agrarias se volcaran un poquito más en la Ciencia y aconsejaran a sus asociados no solo para ganar «más cuartos», sino para defender lo único que les da esos cuartos: el medio ambiente. Al final se romperá el cántaro y todos a pedir.

    Recuerden al principio cuando se puso de moda lo de regar las viñas. Llegaban uvas como melones a la cooperativa, pero sin grado…

  4. PNV y EH Bildu cierran un acuerdo presupuestario. En la cuestión de emergencia climática van a gastarse 120 millones de euros, y sólo 2 millones para emancipación juvenil.

  5. Lo cierto es que el cambio climático supone una amenza global, también para la industria del vino, ya que si las temperaturas aumentasen hasta llegar a los 2°C, las regiones del mundo que actualmente son idóneas para la viticultura podrían disminuir hasta en un 56% y, si se llegase a los 4°C de calentamiento, hasta el 85% de esas regiones dejarían de ser aptas para producir vinos en óptimas condiciones. 
    Bueno, la buena noticia es que ya muchos viticultores están adaptando sus cultivos a estas nuevas circunstancias……

  6. Desde el IMIDA,Murcia, estamos desarrollando un programa de cruzamientos a partir de Monastrell, cuyo objetivo es obtener nuevas variedades adaptadas al cambio climático.
    Llevamos 20 añis y hemos logrado obtener variedades blancas, con un gran frescor, variedades tintas con un gran color y otras que logran su madurez con 11,5 grados de alcohol.
    En cuanto a la agrucultura sostenible, el programa va avanzado y tenemos cruces con varios genes de resistencia, pero nos falta la evaluación vitícola y enológica.
    Realmente nuestro país, no está para invedtigar este tipo de cuestiones y los plazos se alargan, pero en Murcia, donde el sol pasa el invierno, ahí seguimos, despacio pero sin pausas.
    Además de la política, se hecha mucho de menos el empuje de las empresas de nuestro sector, que también están para otras cosas.

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